CAPÍTULO 12: Una raro comienzo

1807 Palabras
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2011045801413 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Izel  Sé que tener novio no estaba en mis planes y mucho menos que esto sucediera tan rápido pero, al parecer, el destino me ha puesto en este camino y creo que por primera vez debo dejarme llevar. Confieso que aún me siento muy insegura de lo que pueda suceder entre Enrique y yo, pero cada momento que paso con él me comenzó más de que me quiere y que todo lo que me dijo hoy en el teleférico y en la cafetería es verdad. Sin embargo, el amor no me va distraer de mis verdaderos objetivos en este lugar, por más que Enrique sea sumamente guapo y tenga un acento y voz de en sueño, por lo que ahora debo hacer un máximo esfuerzo para no distraerme pensando en su bonita mirada, en esa barba tan bien cuidada, y esos abrazos cálidos que me da. Debo ser fuerte y separar la escuela de esta relación porque en México tengo personas que confían en mí y a las que les debo muchas cosas que pienso pagar; “Única diseños” no se quedará solo en una tarjeta de presentación. ―Señorita Santa Cruz― escucho a mi nombre, quitándome la concentración por completo del diseño que estoy dibujando. Alzo la mirada y veo a la profesora Pérez con una sonrisa delante de mío. ―Dígame. ―Usted me dijo que no sabía diseñar vestidos ― me comenta, para luego ver el diseño del vestido que estoy haciendo para esta clase “obligatoria” que debo tomar para cumplir con los créditos de mi carrera en México. ―Bueno, en realidad no soy tan buena― contesto un poco avergonzada al ver el diseño de Pastora, la chica que trabaja a mi lado. ―Siempre diciendo que “no es tan buena”, en realidad es una buena propuesta, ¿de dónde tomó la inspiración? Volteo a ver el diseño y a mi mente viene Tania, mi ex vecina, una chica que heredó los huipiles de su abuela y ella solía cortarlos y arreglaros para hacerlos vestidos o blusas a su medida. Tania no tenía ni idea de técnicas de corte y confección, simplemente las cortaba como quería y hacía maravillas. ―Bueno, de una vecina― respondo y ella se ríe. ―¿Una vecina? ―Sí, una vecina que hacía su propia ropa porque no tenía mucho dinero. Heredó la ropa de su abuela y la modificó para que le quedara a ella. Tal vez ella debería estar aquí. La maestra me sonríe ― tal vez, pero tú también deberías estar aquí, continua trabajando. Me quedo con una sonrisa en los labios cuando la maestra se aleja. Sé que no soy la mejor de las diseñadoras de ropa y que mi campo es más en el diseño de accesorios, pero no me va mal que me digan que la ropa que hago no está del todo mal. ―A mí me gustó― escucho una voz detrás de mi y al voltear veo a Thalia Barceló, una de las modelos que trabaja con los alumnos de diseño del último año. En realidad, no sé qué carrera estudia y porque está aquí, pero casi todo el tiempo la llaman para tomarle medidas y que aparezca en los desfiles de final de semestre. Ella, por el momento, está trabajando conmigo y también otra chica llamada Nuria que al parecer es su amiga. ―Hola Thalia― murmuro mientras ella ve mi diseño. ―Es bonito, yo me lo pondría y eso que no me pongo cualquier cosa, sabes que me gusta mantener mi reputación en lo que visto― y señala su vestimenta con ambas manos para que la vea. Sé que Thalia Barceló tiene dinero, no sólo por la calidad de su ropa, si no por sus modales y la forma en la que actúa todo el tiempo. ―Es muy bonito. ―Lo sé― responde. Escucho el timbre que anuncia que la clase a terminado y todos empezamos a guardar nuestras cosas. Pongo el diseño dentro de la carpeta y luego guardo los lápices dentro del estuche. Para mañana quiero ver a primera hora la propuesta del diseño, recuerden que debe ser con ropa ya usada o con retazos de tela. Grita la maestra mientras todos salen del aula. Volteo a ver el reloj y me percato que todavía faltan unas horas para poder ver a Enrique. Alzo la mirada y veo a Thalia en frente de mí. ―¿Quieres ir a comer? ― pregunta. ―¿Disculpa? ―Tienes que comer, ¿no? ― vuelve a decirme y me quedo sin saber qué responder. La verdad es que no estoy acostumbrada a que personas cómo Thalia Barceló vayan a comer conmigo o al menos quieran convivir más allá del aula. ―Supongo. ―¡Perfecto!, vamos… te mostraré un lugar que te encantará. Ella, sin pedirme permiso, me toma de la mano y me jala para que ambas salgamos del aula y caminemos por los corredores del edificio. Bajamos las escaleras hasta llegar al recibidor y salimos hacia los jardines del campus que ya se van tornando poco a poco a estos colores amarillos, dorados y cafés que anuncian el otoño. En Tepoztlán, dónde vivo, llueve tanto en los veranos que en el otoño los árboles aún se mantienen verdes. ―¿A dónde exactamente vamos? ― pregunto viendo la hora ― es que a las cuatro tengo otra clase y… ―Vamos cerca, ven. Seguimos caminando unos momentos hasta que por fin llegamos a un restaurante un poco elegante para mi presupuesto. La verdad, no es que sea “coda” o que no me guste comer bien y eso, pero tengo una cantidad de dinero destinada a comida y alimentos y esto puede consumir hasta dos días de víveres. Aún así, seguimos caminando hacia la mesa y cuando nos sentamos ella me sonríe. ―Come, yo invito. ―¿Disculpa? ― pregunto. Barceló me toma de la mano y me sonríe ― sólo di que si ¿quieres? ― me pide. ―Bueno, sí. ―¡Perfecto! El mesero nos trae la carta y en seguida veo lo que ofrecen. Trato de no abrir los ojos sorprendida con los precios que estoy viendo, « tres euros por un café, pues de ¿qué está hecho?, ¿de oro?», pienso. Trato de escoger lo mas sencillo del menú y lo pido. Ella pide una ensalada Niçoise y un vaso con agua mineral y una rodaja de limón. Cuando el joven se va, voltea a verme y me sonríe. ―Sabes Izel, me agradas. ―¿Yo? ―Sí tú, ¿a caso hay otra Izel por aquí? ― responde entre risas―creo que eres buena para él. ―¿Para quién? ― respondo como una idiota porque no sé por donde va este asunto. Thalia me toma de la mano una vez más, al parecer no conoce esto de la distancia social― para Enrique― murmura― Mi novio, Salvador, es su mejor amigo así que los tres nos llevamos muy bien. ―¿De verdad?, eso no lo sabía. ―Lo sé, pero no te preocupes. ―Entonces, ¿esto es una prueba? ― pregunto viendo a mi alrededor. ―¿Una prueba?, ¿de qué? ―De ver si me llevo bien contigo para que él vea si esto puede funcionar. ―Claro que no, Enrique no sabe que estoy aquí ― me comenta y luego me ve a los ojos ― yo tomé la iniciativa porque quería conocerte a solas, creo que deberíamos ser aliadas. ―¿Aliadas?, ¿en contra de quién? ― pregunto entre risas. ―En contra de todo y de nada Izel, pero aliadas, amigas sí lo deseas decir de esta manera. Sé que sonará raro, pero con la otra novia de Enrique no tuve este tipo de conexión y quisiera tenerla contigo, por eso decidí tomar la iniciativa, ¿qué dices?, ¿amigas? «Que petición de lo mas rara», pienso. ―Yo…― murmuro confundida. ―Sé que pasan cientos de cosas por tu cabeza, pero suelo ser deshinibida y directa, así que por eso te lo digo así. Quiero, poder llevarme bien contigo y ayudarnos entre nosotras en cualquier situación. Además, Salva y yo queremos mucho a Enrique y no nos gustaría que esto se volviera raro. Ya sabes para ayudarnos en cualquier situación que pueda suceder― habla insegura. ―¿Situación?― pregunto y luego me acuerdo de la plática en la cafetería donde Enrique me contó de su relación pasada―Ah ya veo, ¿lo dices por la otra novia de Enrique que lo dejó? ― comento y ella se puede el labio. ―Algo así. No es que piense que, no es por… ―Pues, no creo que pase lo mismo Thalia, yo no suelo dejar las cosas así. Además Enrique y yo tenemos un trato y pensamos cumplirlo. No tienes que invitarme esta comida elegante solo para advertirme que me vas a vigilar para que no hiera sus sentimientos ― respondo y me pongo de pie. ―No, Izel, espera…― me dice un poco asustada y me toma del brazo ― en verdad quiero ser tu amiga, creo que abordé mal la situación, por favor, siéntate. Volteo a ver a mi alrededor y vuelvo a sentarme en frente de ella ― quiero a Enrique― le digo segura― y sé que pasó por algo horrible, no me lo ha dicho, pero sé que lo hizo y no pienso jugar con sus sentimientos si eso te preocupa. Así que te pido que no vuelvas a cuestionar mis sentimientos hacia él Thalia porque eso no hacen las amistades. Thalia me sonríe y vuelve a tomar mi mano ― jamás volveré a cuestionarlos― me dice― te pido perdón, no fue mi intención molestarte, ahora me agradas mucho más― comenta― discúlpame. Yo asiento con la cabeza y suspiro. Sigo pensando que la situación es en verdad rara pero supongo que cuando uno tiene mejores amigos como Thalia y Salvador así funcionan las cosas. ―Sé que soy una extraña y que tal vez esto está sucediendo muy rápido, pero te juro que mis intenciones con Enrique son otras― agrego. ―Ahora lo sé. Te pido que no le comentes nada de esto a Enrique ¿si?, se enojaría conmigo y no quiero que eso suceda. Te prometo que no se volverá a repetir. Sonrío― está bien. ―¿Volvemos a empezar? ― me propone y yo le digo que si―¿Amigas? ―Amigas― le digo y ahora soy yo quien le da la mano.
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