CAPÍTULO 8: Algo tan intenso

1838 Palabras
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2011045801413 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Enrique Sé que tal vez es una reverenda tontería que Izel y yo hayamos empezado esto. No lo digo porque esté mal, si no porque para algunas personas será muy pronto e incluso se podrá ver cómo acelerado e intenso, pero así es el amor y ella y yo no tenemos tiempo que perder; el tiempo está en nuestra contra. Después de salir de la cafetería. Izel y yo regresamos a la universidad y nos subimos a mi auto para irnos lejos de ahí y platicar un poco más sobre nosotros. Quiero conocerla por completo, saber lo que le gusta, lo que le apasiona y sobre todo escucharla hablar, verla a los ojos y sentirme especial, tal como lo he hecho desde el principio. ―Ven, vamos― le pido mientras la tomo de la mano y caminamos juntos hacia el faro de Moncloa. Ella me sigue, tomando su bolso y caminando a mi lado mientras subimos por el elevador para llegar hacia la punta y acceder al mirador. ―Sé que te gustará― comento emocionado y ella me devuelve una sonrisa tímida pero sincera― es una de las mejores vistas de Madrid― presumo. ―¿Más que la del techo donde estuvimos en la fiesta?― pregunta. Me acercó a ella mientras el elevador sigue subiendo y tomo su barbilla con la punta de mis dedos para verla a los ojos. Izel inmediatamente se sonroja y esquiva la mirada hacia otro lado. ―Lo siento, yo…― trata de decirme pero sé que no tiene mucho que explicar. Si no me equivoco es la primera vez que ella está en una situación así y para mí no ha sido de esa manera. Las puerta del elevador de abren y en seguida el lugar nos da la bienvenida. Afortunadamente no está tan lleno de turistas ni gente en el momento por lo que puedo llevarla hacia uno de los ventanales para poder ver la puesta del sol. Izel me sigue sin titubear y cuando llegamos hacia ese punto ve hacia el horizonte y sonríe al observar la hermosa ciudad de Madrid desapareciendo entre los rayos del sol. ―Es precioso― murmura encantada mientras trata de acercarse un poco más para poder abarcar más con la mirada― jamás pensé que vería esto, ¿sabes?― me confiesa― los paisajes que veo aquí, son tan diferentes a los de México. ―¿Cómo era tu vida en México?― pregunto curioso empezando mi búsqueda de información. Izel voltea a verme y su collar de plata con piezas azules me deslumbra por un momento, su peinado de corona de trenzas le queda tan bonito que me hace sonreír. ―Yo vivo en la Ciudad de México. Es como Madrid solo que hay más comida en las esquinas― bromea y yo me río― vivía en un departamento junto con mi mejor amiga, Ale. Ella y yo rentábamos algo lejos de la escuela porque la rentas eran muy caras pero nos quedaba cerca por el transporte. Salíamos a fiestas, a eventos, ella me enseño algunas cosas sobre el diseño de ropa y nuestro plan era abrir la tienda juntas. Mientras Izel habla, y acaricio su mejilla haciéndola sonrojar. En verdad, no sé como explicar todo lo que siento por esta mujer que en semanas ha despertado en mí una pasión inmensurable. Ni con Eira me enamoré tan rápido. ―¿Por qué hablas en pasado? ― pregunto e Izel voltea a ver al horizonte y sonríe. ―Porque Ale ya no está ― responde ― ella, también iba a venir a Madrid junto conmigo, teníamos tantos planes, tanto que aprender y ella ya o está. Murió en un accidente de auto en Paseo de la Reforma, fue… horrible. Puedo ver como los ojos de Izel se empiezan a llenar de lágrimas, así que yo acaricio sus mejillas y las quito con cariño ―Lo siento mucho. ―En verdad fue un milagro que yo saliera viva, sólo me dejó algunas marcas el cinturón de seguridad y los vidrios pero ella salió volando y… mejor platiquemos de otra cosa, ¿quieres?, no creo que sea lo más adecuado para este momento. ―Cómo gustes―respondo y luego tomo su barbilla para acerarla a mí y darle otro beso sobre los labios. Puedo ver cómo ella cierra los ojos y luego se conecta conmigo haciendo que el beso sea tímido al principio y después un poco torpe pero bonito. Me separo de ella y beso su nariz. ―Lo siento Enrique ― se disculpa un poco nerviosa ― yo, yo no he tenido nunca novio y no sé cómo actuar, ¿sabes?, no sé como… Niego con la cabeza y me atrevo a darle un beso pequeño sobre los labios ― sólo debemos practicar, tenernos confianza, decir que nos gusta y que no… poco a poco, paso a paso. Izel se ríe bajito y mordiéndose los labios se sonroja ―Dios, me siento como una adolescente, tan tonta pero… prometo que soy más madura de lo que crees ― me comenta y yo acaricio su hermoso rostro. ―Lo sé. Todos somos un poquito tontos cuando nos empezamos a enamorar ― le confieso― no creas que yo no me muero de nervios en este momento al estar así, contigo. Izel pasa saliva y luego niega con la cabeza ― ¿por qué eres tan…? ―¿Insistente? ― le pregunto y ella niega. ―Tan perfecto― concluye. ―No, no soy perfecto, tengo más defectos de los que crees, pero no te los diré ahora que estoy tratando de enamorarte un poquito ― le responde y toco su nariz con la punta de mi dedo ― quiero que nos enamoremos Izel, quiero sentir que mi corazón te corresponde en todos los sentidos y yo poder cuidar el tuyo. Ella voltea de nuevo a ver la ciudad que poco a poco cae en la penumbra de la noche. Las luces a lo lejos comienzan a encenderse haciendo que el cielo anaranjado pase lentamente a n***o. ―¿Estás seguro que esto no es una trampa?― me comenta insegura. Muevo la cabeza negándolo ― no digas eso. Me gustas, te gusto, quiero que nos enamoremos, quiero disfrutar contigo todo este tiempo, quiero ver hasta donde puede llegar, ¿tú no? Tomo su mejilla con mi mano y acerco su cuerpo con la otra tomándola de la cintura. Izel se junta a mí y quedando muy cerquita se atreve a rozar sus labios con los míos de forma muy tímida, pero al final me da un beso que vuelve a encender todos los sentidos de mi cuerpo. Definitivamente es amor a primera vista lo que hay entre ella y yo. ―De repente, deseo que todo esto llegue muy lejos― responde en un murmuro mientras las luces de la ciudad ya están encendidas por completo y nos encontramos casi solos en aquel lugar― de pronto deseo que todo lo que me digas se haga realidad. ―Se hará― le respondo ― yo te amaré, te cuidaré, veremos muchas puestas de sol como éstas y nos comeremos al mundo juntos, te prometo― y de pronto esas palabras que acabo de decir me traen un déjà vu, ya que precisamente fue lo que le prometí a Eira unos meses antes de que ella se fuera. Así que me alejo por un instante de Izel y respiro profundo. ―¿Estás bien?― me pregunta con una sonrisa. ―Sí, no te preocupes, o fue nada― respondo y vuelvo a ver sus preciosos ojos marrón que brillan con las luces del faro―¿qué te parece si nos vamos?, mañana tenemos mucho hacer y sé qué no querrás llegar tarde a clases. Izel niega con la cabeza y luego sonríe― gracias por traerme aquí. Fue, uno de los atardeceres más bonitos que he visto en Madrid. ―Y los que faltan Izel, nos faltan muchos atardeceres juntos y si todo sale bien, también amaneceres. Le doy un beso sobre la frente y tomándola de la mano, ambos salimos del Faro para regresar al lugar donde ella en este momento se está quedando. Bajo del auto y la acompaño adentro de la residencia donde sólo puedo pasar hacia la recepción ya que las horas de visitas han terminado. Izel, se despide de mi con un beso, uno más confiando que provoca que la tome entre mis brazos y la pegue a mí correspondiéndole por completo. Cuando ella se separa me ve a los ojos y sé que los soñaré toda la noche. ―Mañana nos vemos, ¿si?, ya no te escondas de mí Izel, no huyas de esto que hay entre los dos. Ella niega con la cabeza ― te prometo que no huiré más. Te prometo que le daré una oportunidad a esto que tenemos entre los dos ― responde. Antes de irse, Izel saca una hoja de su libreta y apunta algo para luego dármelo ― es mi nuevo celular o móvil como le dicen ustedes. Si quieres puedes enviarme un mensaje para así estar en contacto. Beso el papel― llegando a mi piso te mandaré un mensaje bella, prometido y mañana por la mañana otro. ―Entonces hasta mañana ― me responde tímida y se da la vuelta para comenzar a subirlas escaleras. ―No huyas de mi ― le repito e Izel que sigue viéndome mientras sube las escaleras. Ella niega, para luego subir las escaleras y perderse de mi vista. Por un momento me quedo viendo ese pequeño rincón como un idiota, para luego darme la vuelta y salir de la residencia. Cuál es mi sorpresa al ver a Salvador recargado sobre mi auto esperando por mí. ―¡Ey!― le saludo. ―Dime que no es verdad lo que vi por la tarde. ―¿Qué no es verdad que? ― pregunto―¿cómo supiste que estaba aquí? ―Tienes un auto llamativo y te confieso que te vi pasar hace momentos y decidí esperarte. Dime que no es verdad lo que vi por la tarde. ―No sé que viste― pregunto tratando de negar todo. Salvador se para frente a mí y ve la residencia para luego verme a los ojos ― sabes que estás en problemas, ¿verdad?, ¿si sabes que lo que estás haciendo es algo peligroso?, dime que estás consciente de eso. Esquivo su mirada y veo el número de Izel escrito en el papel que me acaba de dar. No quiero escuchar un sermón de Salvador pero al parecer está dispuesto a dármelo. ―Debes dejar esto por las buenas Enrique, si no pasará lo mismo que pasó con Eira, debes dejar a Izel― me advierte y yo no hago más que negar con la cabeza. Esta vez, no será así.
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