CAPÍTULO 53: Amor eterno

1853 Palabras
Tú si sabes quererme© Safe Creative Código 2109289374098 Salvador Yo conocí a Thalia a la edad de los 13 años, cuando ella llegó a Euskadi a vivir, ya que su familia había tenido un golpe de suerte monetario y querían ser socios de mi padre, e invirtieron su dinero en el proyecto de los hoteles; desde que la vi, me encantó, pero aún era muy joven para admitirlo. Nuestra amistad fue inmediata, incluso, puedo jurar que ni siquiera sé como empezó. Ella me habló o yo le hablé, no lo sé, solo que cuando llegó el final del día ya reíamos a carcajadas e intercambiamos números de teléfono. Unos meses después conoció a Enrique y así fue como nos hicimos los grandes amigos, inseparables y rodeados de una gran complicidad. Creo que me enamoré de ella al año. No solo por su belleza, porque Thalia siempre ha sido bella, si no por su sentido del humor, inteligencia y humanidad. Thalía puede parecer una persona completamente superficial por la forma en que se viste o se mueve, pero, cuando la conoces te percatas que ella no es así, que por dentro tiene el corazón más grande que puedas encontrar. Entonces se lo dije. Un día me le declaré, le dije que estaba perdidamente enamorado y empezamos una especie de relación que llegó a su final a solo unos meses de empezar. Los padres de Thalia se divorciaron y ella se mudó a Madrid para poder continuar sus estudios. Por órdenes del juez nuestra relación terminó, aunque nuestro contacto jamás murió. Ella y yo intercambiábamos mensajes, nos hablábamos y nos contábamos nuestro día a día. Ella crecía hermosa y yo, sintiéndome el mejor de todos, lo que llevó a nuestra separación. Como todo hijo de padre rico, comencé a hacer tonterías y a juntarme con la gente equivocada, a atraer a personas problemáticas y sobre todo, a follar, a follar mucho. Thalia, vio mi cambio y decidió hacerse para atrás, y así fue como la perdí de vista, pero nunca dejé de pensar en ella. Mientras tanto yo, cometía uno de los errores más grandes de mi vida, meterme con la mujer equivocada y simplemente, arruinar todo. A la edad de los veinte años tuve mi primer hijo con María, la hija de otros socios de mi padre. Una joven que solo buscaba atención y yo se la di. Cuando me dijo que estaba embarazada me obligó a quedarme, aunque yo nunca me quise ir. Ahora, mi pequeño Salva vive bajo el cuidado de su familia y a veces lo puedo ver. Le pago una buena cantidad de dinero por manutención pero, mis padres perdieron toda la confianza en mí; hasta que Thalia llegó de nuevo. La encontré, en un viaje que hice a Madrid, volvía a sentir mariposas en el estómago y ella, me sonrió como siempre. No me juzgó por todo lo que hice, ni por haber tenido un hijo con alguien que simplemente lo usa para sacarme dinero. Thalia me ha ayudado a ser mejor hombre, volver a ganarme la confianza de mis padres y superarme en todos los sentidos. Ella es la mujer de mi vida, la que confía en mí, la que merece todo mi amor y compartir el resto de mis días conmigo. La amo, y lo único que quiero es darle este anillo de compromiso, hecho por Izel, quien lo diseñó junto conmigo y es único en el mundo, ya que ella lo es. ⎯¿Estás segura de que no sospecha nada? ⎯ le pregunto a Izel, quien está al otro lado del teléfono. Puedo escuchar las máquinas y algunos martillazos. ⎯No, nada. Ella piensa que solo irá a una cena contigo de tu empresa, y ya. Si te interesa saber, se hizo un vestido hermoso, precioso, te quedas sorprendido. Sonrío, ya que no esperaba menos de ella. ⎯ Perfecto, entonces, saldré a su piso de inmediato. Estoy comprando las flores. ⎯¿Siempre le das flores? ⎯ me pregunta Izel. ⎯Bueno… ⎯Si quieres que en realidad se sorprenda, no le des flores, sospechará… y también te recomiendo que inventes una historia de “preocupación”, así si vas serio le puedes decir que es por eso y no por otra cosa. Me río ⎯¿Eres casamentera? ⎯ inquiero. ⎯No, simplemente que quiero que salga perfecto, y quiero que Thalia llore de emoción y se emocione, se emocione mucho ⎯ me dice, igual de emocionada. Supongo que aún se siente triste de que Enrique tuvo que regresarse a Euskadi y la dejó sola. ⎯Te prometo que te llamaremos ⎯ comento ⎯ y gracias, gracias por el anillo que diseñaste es tan… único. ⎯Como ella… ⎯Como “Única Joyería” ⎯ respondo. ⎯Dale las flores después de pedirle matrimonio, será un precioso detalle ⎯ contesta, para después terminar la llamada. Debo admitir que me siento un poco mal por estar haciendo esto cuando ella y Enrique están pasando por una etapa horrible, llena de separaciones y lágrimas. Recuerdo que cuando se lo dije a mi amigo, quería llorar, porque al igual que yo lo quiero ver feliz con la mujer de su vida; también lloré después de su boda, ambos no se merecen un amor así. Tomo las flores y se las doy al chofer ⎯ escóndelas y cuando te mande un mensaje me las das, ¿de acuerdo? Él asiente ⎯¿por fin le dieron permiso sus padres para pedirle matrimonio a la señorita Barceló? ⎯ me pregunta. ⎯No sé si permiso pero, tampoco dijeron que no, no voy a desaprovechar la oportunidad. Ultimamente, las oportunidades para mí son más que sagradas. ⎯¿Lo dice por el joven de León? ⎯ inquiere. Lo veo a los ojos, ya que eso es casi confidencial⎯ llevo siendo parte de su familia por años, ¿cree que diré algo? ⎯Más te vale que no delates lo del anillo, ¿nos vamos?, Thalia comenzará a llamar ⎯ le pido, para después subirme al auto. […] Planear la pedida de matrimonio de Thalia fue algo que me tomó meses, no solo por el diseño del anillo- ese fue bastante rápido- si no para escoger el lugar correcto, y cuando al fin me decidí, supe que sería perfecto. El templo de Debod, en Madrid, será el lugar donde lo haré, donde me arrodillaré enfrente de ella y le pediré a Thalia Barceló que sea mi mujer. Para esta ocasión, ella se ha puesto un vestido precioso color rojo vino, y lleva arriba un medio abrigo de color n***o que le cubre del frío. Izel tenía razón, me que puesto nervioso así que rápidamente pensé en algo para poder fingir. ⎯¿No voy muy elegante? ⎯ inquiere, sacándome de mis pensamientos. ⎯No claro qué no amor. Te ves hermosa, como siempre. ⎯Este collar me lo hizo Izel⎯ y me muestra uno precioso que combina justo con el anillo que le daré. Lo veo por un instante y luego suspiro. ⎯ ¿Te pasa algo? ⎯No, un problema en la oficina. De pronto el auto se para por completo y escucho al chofer quejarse. ⎯¿Pasa algo?⎯ inquiero. Él se baja del auto y abre la parte de enfrente para ver qué pasa. Yo me Bajo junto con él y cuando veo que estamos solos él me dice ⎯ listo. ⎯¿Crees que lo puedas arreglar? ⎯ inquiero, porque tampoco quiero regresar caminando, sobre todo con los tacones que trae Thalia. ⎯Sí, usted no se preocupe y vaya. ⎯¿Qué pasa? ⎯me pregunta Thalia. Voy hacia ella y le abro la puerta⎯ se descompuso la camioneta pero la pueden arreglar, ¿te parece si caminamos por el parque? ⎯¿Con este frío? ⎯Venga, aún es temprano o, ¿quieres quedarte aquí sentada? Afortunadamente, Thalia me da la mano y le ayudo a bajar ⎯pero, ¿tu cena? ⎯Tranquila, no creo que me extrañen mucho y sé que serán veinte minutos máximo. Ambos empezamos a caminar. Ella entrelaza su brazo con el mío y comenzamos a caminar lentamente hacia el interior del lugar. Veo mi reloj de pulsera y me percato que falta poco para que la puesta del sol sea perfecta para el momento. ⎯Estoy preocupada por Izel, ¿sabes? ⎯ me dice. ⎯¿Por? ⎯ pregunto, aunque en verdad no quiero hablar de ella ahora. ⎯No duerme bien, está triste todo el tiempo y creo que no come casi nada. Ha perdido peso y cuando habla por teléfono con su madre se suelta a llorar, incluso llora todo el tiempo, no sé porqué. ⎯Extraña a Enrique. ⎯No, no es eso… es algo más⎯ me asegura. Llegamos justo al Templo de Debod, al voltear al cielo veo ese atardecer que me acompañará en este momento especial. Thalia se adelanta para pasar entre los marcos mientras yo meto la mano en el bolsillo de mi abrigo y busco la caja con el anillo; Thalia no sospecha nada y solo ve hacia el frente. ⎯Me da lástima Izel y Enrique. Se aman tanto, y ahora están separados por ideologías y tonterías de una señora sin corazón. Izel es fuerte o al menos trata, yo no sé si podría ser fuerte al encontrarme lejos de ti ⎯ me dice. Entonces, me recargo sobre la rodilla y abro la caja del anillo⎯ Entonces, ¿qué te parece si nunca nos separamos? ⎯Thalia voltea el rostro y, al verme arrodillado en una sola pierna ahoga un grito de sorpresa y se cubre los labios; ella comienza a llorar⎯ Thalia. ⎯¡Ay Dios!⎯ expresa emocionada. ⎯Desde que te vi hace años atrás, supe que me casaría contigo y cuando te perdí por mis decisiones jamás deje de pensar que eras la mujer de mi vida, la mujer de mis sueños. Te amo más allá de lo que puedo expresar pero, te prometo, que pasaré el resto de tu vida demostrándotelo. Entonces, Thalia Barceló, ¿me harías el honor de casarte conmigo. ⎯¡Sí!⎯ exclama emocionada⎯ y se pone a mi altura para tomar mi rostro con sus hermoso guantes de piel color negros⎯ sí, claro que sí…acepto. Ella se quita el guante y me muestra la mano para que le ponga el anillo. Lo tomo, veo como brilla el oro con la luz de las lámparas que hay alrededor y al colocarlo en su dedo le queda perfecto. ⎯Lo hizo Izel, es de oro con cuarzo rosa, dice que simboliza el amor, simboliza la pasión, la sensualidad, la paz y ternura. Dice que es para el amor incondicional, y el amor eterno.⎯ Relato. ⎯Es único, yo lo diseñé para ti. Thalia toma mi rostro y me da un beso⎯ te amo, te amo tanto. Estoy tan emocionada que siento náuseas⎯ bromea. ⎯No esperaba eso⎯ contesto, para luego reír. ⎯Lo siento, no siento…⎯ Thalia se ve el hermoso anillo ⎯ Salvador García, eres en verdad, único. La tomo de la cintura y le doy un beso sobre los labios⎯ te prometo, que tendremos una vida preciosa. ⎯Lo sé, mi vida ya es preciosa⎯ me dice para después darme un beso.
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