Enrique
Izel regresó, y yo debería estar al lado de ella. Sin embargo, me encuentro sentado en la sala de mi casa, tomando un poco de café mientras mi madre habla en voz animada sobre mi próxima boda, y lo felices que Carolina y yo seremos en nuestro matrimonio. No cabe duda que mi madre puede ser tierna y simpática cuando quiere. Yo, no puedo.
En dos días Carolina y yo contraeremos matrimonio aquí, en la casa. Habrá una ceremonia en el jardín techado que hay al fondo, y luego la recepción se hará en la sala que, más bien, parece salón. Mis padres y sus padres se han encargado de todo y, no lo sé, pero creo que al menos Carolina puede opinar sobre su vestido, yo prefiero no opinar en nada.
Carolina y yo, en las semanas que hemos estado juntos, hemos hablado poco pero lo suficiente. Ella es una mujer plana de carácter, obediente, sin mucho que decir o a hacer y manipulada por su madre que no la deja ni a sol ni a sombra. No tiene sueños, ni pasiones, no como Itzel, y lo único que hace es platicar con su madre y aparecerse cuando le es llamada. Eso si, le gusta mucho leer, y puede pasar horas leyendo perdiendo la noción del tiempo; supongo que eso hará mi matrimonio más fácil.
⎯¿No estás de acuerdo, Enrique? ⎯ me pregunta mi madre interrumpiendo mis pensamientos.
Volteo a verla y, ella y mi padre tienen la mirada sobre mí. Incluso mi hermana no me quita la vista de encima⎯¿acuerdo en qué? ⎯ pregunto.
⎯Que la boda por la iglesia sea en verano… en Francia.
Niego con la cabeza⎯ no, no habrá boda por la iglesia⎯ respondo.
⎯¿Disculpa? ⎯ pregunta mi madre⎯ no es lo que tú…
⎯No habrá boda por la iglesia⎯ dejo la taza de café sobre la mesa y me pongo de pie⎯ me retiro, voy a descansar. En ese instante me pongo de pie, le sonrío a mis próximos suegros y luego a Carolina ⎯ buenas noches, que descansen.
Así, sin mirar atrás a las expresiones de sorpresa que acaban de hacer, me dirijo hacia la escalera para subir a paso rápido. Escucho unos pasos detrás de mí y sé que debe ser mi madre para reclamarme sobre el asunto. Ella ya tiene lo que quiere y no, no me casaré cuantas veces ella quiera.
⎯Enrique⎯ escucho como mi madre dice mi nombre con fuerza⎯¡te estoy hablando!
⎯¡Qué madre!, ¡qué!⎯ expreso molesto, dándome la vuelta para poder verla a los ojos⎯¿qué quieres?
⎯Cómo te atreves a decirle a tus suegros que no te casarás por la iglesia con Carolina, ¿eh?, ¡por qué!
Me acerco a ella, y la veo a los ojos⎯ porque no me da la gana. Madre, ya me casaré con ella en dos días, tal y como tú querías, no me pidas más… es todo lo que te daré.
⎯No puedo creerlo, ¡después de todo lo que he hecho por ti!, y,¿así me pagas? ⎯ me pregunta.
Suspiro ⎯¡Qué es lo que quieres de mí!, ¡qué! ⎯ le grito⎯¡ya tienes lo que quieres pero no dejas de pedir!
⎯Quiero que te comportes como un De León y te dejes de niñerías, eso quiero… ¿por qué no te quieres casar po la iglesia con Carolina? ⎯ me pregunta.
Me quedo en silencio, no quiero decirle, no pienso decirle que le juré a Izel que nos casaríamos así, que ella llevaría ese precioso vestido de novia, que caminaríamos por las calles de Tepoztlán tomados de la mano y escuchando la música que nos acompañaría a la fiesta. Que no pienso darle ese sueño, mi fantasía, lo último que me queda con ella.
Mi madre sonríe en una mueca que hace que sea de burla ⎯¿aún piensas que te podrás casar con la indígena esa, cierto?
⎯Se llama Izel⎯ le aclaro, como todas las demás veces⎯ y, no te atrevas ni siquiera a mencionarla. No tienes permiso a mencionar su nombre⎯ hablo molesto.
Mi madre se ve las uñas por un leve momento, para luego suspirar⎯ Espero que después de la boda, te percates de que es oficial, que jamás la volverás a ver y que tu futuro ya está definido, ¿comprendes? No hay nada ya que puedas tener con ella, ¡nada! No sueñes con el día de volver a verla, ¿está claro? Te casarás con Carolina mañana, y en el verano por la iglesia y tendrán hijos juntos, ¿comprendes?, y conservarás tu apellido, tu sangre y tu herencia intactas…¡intactas! ⎯ me grita la última palabra.
Con la rabia corriendo por mis venas, me acerco a su rostro y levanto el dedo para señalarla⎯ un día, un día, vas a perder, te lo juro, si no es que ya perdiste. Verás como frente a tus ojos te demostraré lo equivocada que siempre has estado sobre mí, sobre todo y todos… y yo saldré de frente, sin ningún temor, sin darte explicaciones.
Siento la mano pesada de mi madre dándome una bofetada, tan fuerte que, momentos después, hace que un poco de sangre salga de la naríz. Cierro el puño con fuerza, tal y como lo hacía cuando era pequeño y me aguanto las ganas de responder.⎯Un día llegará el día…
⎯No llegará… sigue soñando. Componte y regresas con tus suegros⎯ me ordena, para después darse la vuelta e irse.
Me volteo furioso y entro a mi habitación para cerrar la puerta de un golpe⎯¡Mierda!⎯ grito con fuerza, sacando toda la rabia que tengo por dentro.
A pesar de que sé que Izel está en Madrid y que hay una mínima oportunidad de volverla a ver, no puedo creer que mi madre y mi padre hayan encontrado la manera de salirse con la suya y controlar mi vida. Van a obligarme a casar con una mujer que no amo, a hacer un trabajo que no quiero y a vivir bajo sus reglas hasta que pueda salirme con la mía. No puedo creer que en este siglo, aún se tengan que soportar estas tonterías con tal de conservar un legado; todo es una estupidez.
Me siento sobre la cama, abro el cajón de mi mesita de noche, y saco la alianza de matrimonio de cuando me casé con Izel. No puedo creer que dentro de dos días, volveré a llevar una alianza en mi dedo, pero no estaré atado a la mujer que amo, si no a una desconocida.
⎯No tienes idea lo mucho que te amo Izel⎯ murmuro⎯ lo mucho que deseo estar contigo y, aunque me lleven años, regresaré a tu lado a ser feliz, te lo juro. Pero primero, mientras yo vivo este infierno, haré de ti una mujer increíble, exitosa, te ayudaré a cumplir tu sueño y cuando el momento llegue, te tomaré de la mano y me iré contigo lejos, para casarnos tal y como tu lo imaginaste⎯ recito.
Con esta melancolía que no se va desde el primer día que me separaron de ella, beso la alianza y la vuelvo a esconder en el cajón. En dos días uniré mi vida a otra mujer, en dos días le daré mi apellido a otra mujer pero, jamás, no importa lo que pase, jamás tendrá mi corazón… ese, se lo llevó Izel, el día que nos separaron en ese aeropuerto.