CAPÍTULO 30: Cambio de vida

1870 Palabras
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2011045801413 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Izel -Madrid- Debo confesar que nos dolió un poco regresar a Madrid, ya que ambos deseábamos que esto durara para siempre porque nos sentíamos en las nubes de felicidad. Hace días atrás, había salido del departamento de Enrique como su novia y hoy regresaba como su esposa, con dos preciosos anillos en mis manos que brillaban con cualquier luz que se reflejaba en ellos. Ahora, ambos tenemos que seguir la rutina, mantenernos en el perfil más bajo, sin alardear nuestra boda y no decírsela a nadie hasta que el semestre termine y él y yo nos podamos ir a México porque, si puedo confesar, es mucho mejor enfrentar los cuestionamientos de mis padres que lo que posiblemente harán los suyos; no sé si podré aguantar la emoción de no decirle a nadie. ―Listo, me voy― le digo a Enrique mientras salgo de la habitación y me dirijo hacia la cocina donde él se encuentra. Al salir, veo que sobre la barra hay una taza de café y un croissant con mantequilla y mermelada de fresa― ¿este es mi desayuno? ―Así es. No quiero que vayas a la escuela sin desayunar, así que saqué todas mis artes culinarias y te cociné esto― y lo muestra con orgullo. ―Muchas gracias, amor― le respondo y le doy un beso rápido sobre los labios para luego tomar un sorbo de café― tengo entendido que cocinas más cosas, ¿no? ―Así es, pero ahora no me da tiempo, también debo ducharme e ir a clases, por lo que hice lo que pude. ―Y se aprecia― respondo sonriente― cuando regrese por la tarde haremos una cena más grande, ¿va? ―Me parece perfecto― me habla con cariño y con su mano toma uno de mis pendientes y los ve ― en verdad eres talentosa, cariño, verás que juntos haremos tu sueño realidad. ―Sí, pero, si también hacemos le tuyo… Enrique se muerde el labio y sonríe― ya hicimos uno realidad. ―Lo sé, pero otro, el sueño que siempre has querido y buscado, ¿si sabes de lo que hablo, no? Enrique camina hacía mi y me abraza ― sé de lo que hablas, amor, y cuando esté listo te lo contaré, pero, primero el tuyo que ya estás a nada de que se cumpla parte de él. No te preocupes por mí, estaré bien. ―Perfecto, pero, ¿me prometes que me lo dirás?― insisto. ―Lo prometo. Le doy otros dos sorbos al café, tomo el croissant y luego me cuelgo el bolso sobre el hombro ― me lo llevo para comer, ¿nos vemos al rato en el campus? ―Te busco, esposa mía― me dice. Al escuchar esas palabras salir de sus labios siento cómo mi corazón se hace más grande y me sonrojo sin poderlo evitar. Acaricio su rostro y le doy un beso sobre los labios que perfectamente me comunican que me extraña desde este momento. ―Te amo, nos vemos al rato. ―Te amo― responde y yo salgo del departamento para dirigirme hacia el campus. […] La clase a la que asisto hoy es sumamente importante para mí, porque afinaré los últimos toques para mi proyecto final y podré por fin, empezar a crear la joyería que Thalia llevará en el desfile. Es la primera vez, en toda mi vida, que en un evento tan grande, como el que se hará a finales de año, alguien modelará una de mis creaciones, por lo que tiene que salir perfecta. Entro al salón y como siempre veo a Thalia sentada en una de las mesas platicando con otra de sus amigas, al verme me sonríe pero no se acerca, al parecer el cotilleo es más importante que otra cosa. Momento después, la profesora entra al salón y después de darnos los buenos días, nos avisa que hoy estará revisando los proyectos y que nos llamará uno a uno para mantener el orden. Todos accedemos con un “si profesora” y volvemos a nuestras actividades mientras ella dice el primer nombre que debe pasar. Yo, pongo todos los papeles sobre la mesa de madera, los acomodo en frente de mí y le doy una última revisada a mis bocetos y a la lista de materiales que utilizaré a la hora de crearlos. Estoy tan medita en mis asuntos que no me percato que alguien más ha entrado al salón hasta que escucho mi nombre. ―Profesora, ¿puedo pedirle que la alumna Izel Santa Cruz salga de la clase? ― escucho la voz de la directora de la carrera. ―Izel, ve… luego revisamos tu avance del proyecto. ―Si profesora― respondo y dejo mi lápiz para salir de ahí. ―No, traéte tus cosas― me pide. Thalia me voltea a ver sorprendida y yo también lo estoy pero no tengo tiempo para preguntar. Así que solo tomo mis cosas y salgo bajo la mirada de todos del aula para seguir a la directora. Voy en silencio, levemente atrás de ella, mientras en mi mente pasan cientos de preguntas que no sé si tenga la oportunidad de contestar. Unos momentos después, llegamos hacia su oficina y ella me pide que me siente cerca del escritorio. ―¿Todo bien? ― pregunto finalmente. Ella se sienta en su lugar y suspira hondo ― Izel, no sé como decirte pero, el viernes por la tarde nos cancelaron tu beca de movilidad. ―¿Cómo? ― pregunto sorprendida ―pero, ¿por qué?, ya estoy a punto de terminar y no se me hace justo que lo hagan. Llevo buenas calificaciones, entrego todo, mis profesores saben que soy buena estudiante, llego a tiempo…― hablo tratando de justificar mis respuestas. ―Lo sé Izel, todos lo saben, pero fue un mensaje que me llegó de la dirección de campus y del departamento de internacionalización. ―No, es que no lo entiendo― hablo sin poderlo creer. Siento como mi cuerpo se tensa, las manos comienza a sudarme y los ojos a cristalizarse porque quiero llorar. ―Lo siento, Izel, tendrás que abandonar el edificio. Si quieres puedes ir al departamento de Internacionalización para ver tu caso. ―Claro que lo haré― contesto enojada y tomo mis cosas para salir de ahí. Tan solo abro la puerta de la dirección, la larga y delgada figura de Thalia se aparte ante mí ―¿qué pasa? ― pregunta preocupada. Siento como el nudo en la garganta que tengo se desata y sin poder aguantar más me pongo a llorar ― me quitaron la beca― hablo. ―¿Cómo?― pregunta ella sin entender. ―Me quitaron la beca para estudiar en la escuela. La directora no sabe qué pasó pero dice que fue un aviso de la dirección y de Internacionalización. ―No, pero… ¿cómo? ― sigue ella sin poder explicar. Sin prestar más atención camino hacia el pasillo y ella me sigue tratando de alcanzarme con las botas tan altas que ha traído hoy ―pero espera Izel, ¿a dónde vas? ―Pues voy a internacionalización para saber qué paso― le hablo firme. Abro las puertas del edificio, bajo las escaleras y comienzo a atravesar los jardines del campus hacia donde se encuentra el edificio. Voy furiosa, enojada, no entiendo qué está pasando y antes de poder decírselo a Enrique o a mis padres, tengo que resolverlo y verlo por mi misma. ―¡Espera Izel! ― me grita Thalia ― yo voy contigo. Me detengo unos segundos hasta que ella me alcanza y cuando está a mi lado, ambas caminamos al mismo ritmo hacia el edificio. Voy en silencio, tratando de pensar qué le diré a la coordinadora para que pueda resolver mis dudas. Así, llegamos a la oficina y después de esperar mi turno con Isa, la coordinadora de los alumnos extranjeros, entro junto con Thalia para hablar con ella. ―Izel― me habla en un tono de que ya sabe a lo que vengo. ―Isa, ¿me podrías decir porque me están quitando mi beca?, he cumplido con todos los requisitos, no debe de haber nada que me impida terminar. Isa se muerde el labio y su rostro cambia a uno más triste ― ¡Ay Izel!, siento ser yo quién te diga esto pero...― suspira ― el viernes nos reportaron una queja sobre ti, que habías incumplido una de las normas del campus ― habla suavemente ― el mensaje llegó de la dirección central así que no tuvimos de otra que cancelar tu beca. ―¿Qué incumplí?, ¿me lo puedes decir?, eso es imposible. ―Lo siento, no puedo decirte más, tendrás que esperar al directo del área para que te explique, pero él regresa dentro de dos semanas, lo enviaron a NAFTA. ―¡Dos semanas!― exclamo de verdad sorprendida ― no tengo dos semanas, mi examen final es en unos días y si no averiguo no… ―Lo siento Izel, no te preocupes, trataré de hablar con tus maestros para ver si podemos ayudarte en algo y que no pierdas el semestre en México. Siento como el aire comienza a faltarme y las lágrimas empiezan a caer por mis mejillas. Me siento impotente, inútil, tonta y engañada y jamás pensé que esto podría llegar a sucederme a mí. Inmediatamente pienso en mis padres, en su esfuerzo, en el mío y en cómo les diré la noticia, esperando que aún no les hayan dicho. ―Pero…― murmuro, tratando de volver a guardar la compostura. Thalia se acerca a mí y trata de tranquilizarme ― debe ser un error ― murmura. ―Es lo que quiero pensar, pero…¿por qué?― evitando llorar. ―Vamos, mejor, vamos con Enrique y Salvador y entre los cuatro lo resolvemos, ¿te parece? ―Ok. Me pongo de pie y antes de salir veo que Thalia se da la vuelta y va hacia Isa― una pregunta, ¿al menos podemos saber quién puso la supuesta queja? ―No sé si deba. ―Venga, mujer, le acabas de arruinar el futuro a una chica que le ha costado y no le quieres decir quién la reportó ― le regaña Thalia. Isa, ve a ambos lados del a oficina y con voz tenue le dice ― Pastora Andrade. Cuando escucho el nombre abro los ojos de inmediato sorprendida de lo que acabo de escuchar, así que regreso y voy hacia Isa ― ¿Cómo dijiste? ―Pastora Andrade, su familia es una de las patrocinadoras de la escuela ― agrega. ―No puede ser ― responde Thalia para luego verme a mí ― no puede ser. En ese preciso momento mi celular vibra y al sacarlo de la bolsa de mi abrigo veo en la pantalla el número de Enrique confirmándolo todo― sí, si puede ser― respondo. Abro el mensaje y al leerlo siento como mi mundo cambia sin que pueda hacer nada. ENRIQUE AMOR, MI MADRE HA LLEGADO AL PISO. NOS HAN DESCUBIERTO.
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