CAPÍTULO 24: Una tontería

1080 Palabras
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2011045801413 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Salvador -A la mañana siguiente- No pude dormir en toda la noche. Enrique e izel no regresaron de “ese paseo” por el bosque y, por más que los buscamos no dimos con ellos. Admito que estoy preocupado y mucho. Espero que ambos no hayan hecho una tontería o mucho peor, que les haya pasado algo y nosotros no sepamos de ellos. ―¿Amor? ― escucho la voz de Thalia. Al voltear, la veo sentada sobre la cama, con la trenza que usa para dormir recargada sobre su hombro y vistiendo ese suéter que en verdad se le ve muy sexy. Si no estuviera tan preocupado, juro que ya estaría besándole ese sensual y largo cuello que me fascina; supongo que ya habrá otros momentos para cumplir mi fantasía. ―Buenos días― respondo. ―No dormiste en toda la noche, ¿verdad? ― me pregunta. Niego con la cabeza― estuve literal haciendo guardia y no regresaron, ¿crees que debamos llamar a la policía?, o, ¿al guardabosques? Thalia me indica con las manos que vaya a ella y la acompañe en la cama. Yo, camino hacia ella para subirme sobre el colchón y ella me acomoda entre sus brazos. Comienza a acariciar mi cabello. ―Yo digo que están bien. Las malas noticias corren rápido y eso tú lo sabes mejor que nadie. Además, creo que ambos necesitan espacio para conocerse y estar solos. Enrique, siempre está lleno de tensiones y de situaciones que lo alejan de lo que él quiere. ―Es una linda forma de decir que es manipulado severamente por sus padres― respondo entre ligeras risas. ―Tal vez, pero sabes, creo que esta vez es diferente con Izel. Ella es una mujer fuerte, decidida y creo que eso es bueno para Enrique. Tal vez, por fin, él se atreva a dar el paso que necesita para enfrentarse a sus papás y liberarse de todo ese odio y clasismo que tienen. ―Y r*****o― agrego. ―También― Thalia suspira. Creo que tanto a ella como a mí nos da mucha alegría que nosotros no pasemos por esa situación, aunque mis padres aún no estén de acuerdo con que me case con ella o inicie una vida a su lado. ―Espero que todo esto termine bien. No solo el hecho de que regresen sanos y salvos, sino todo en general. Que esta vez izel se quede y él encuentre ese amor que tanto busca. ―Verás que sí. ―Si regresan bien, lo primero que haré será abrazar a Enrique― comento. Los golpes en la puerta nos interrumpen para después escuchar la voz de Nuria afuera ― ¡Ya llegaron!, ¡están subiendo por la calle!― grita. Me pongo de pie de inmediato y comienzo a vestirme con la misma ropa que me puse ayer; Thalia hace lo mismo. Cuando ambos estamos listos, abro la puerta de la habitación para bajar las escaleras corriendo. Al llegar al tercer escalón, veo a Enrique y a Izel, tomados de la mano y con una sonrisa de oreja a oreja. ―¡Qué demonios!― le reclamo en un grito haciendo que Diego, mi cuñado, salte del susto― ¡Dónde estaban!, ¡todos estábamos sumamente preocupados! Salimos a buscarlos, ¿saben?, estuvimos casi hasta que obscureció en el bosque. Pensamos que les había pasado algo y estaba a punto de hablar a la policía. ―¡Ey, tranquilo!― me responde Enrique― lo siento mucho. Nos perdimos y encontramos un conjunto de cabañas abajo y nos dieron hospedaje hasta hoy por la mañana. ―Y, ¿por qué no llamaron? ― pregunta Nuria enojada. ―Exacto, ¿eh?, ¿por qué no llamaron? ― le hago segunda. ―Porque no había señal del celular― responde Izel. ―Y, ¿no había teléfono fijo?― insisto. Enrique niega con la cabeza ― con decirte que había hasta toque de queda en el lugar. Nos apagaron las luces justo después de cenar. ―¡Cenaron!, yo ni siquiera he podido comer de la preocupación― le reclamo. Enrique hace una ligera mueca ― y, ¿te ríes?, ¿piensas que es gracioso?, ¿eso piensas? ―No, claro que no. Solo que me da mucha ternura verte así, no sabía que te preocupábamos tanto. Él camina hacia mí y me da un abrazo fuerte y luego un beso en la mejilla. Al separase de mi noto esa aura de felicidad alrededor de él. ―¿Qué tienes? ― pregunto, sospechando por completo. ―Nada. ―Dime Enrique de León, no estoy para bromistas ni para misterios, después de pasar una noche sin dormir pensando que te habías caído a un precipicio o peor, te había matado un oso. ―¿Hay osos por la zona? ― Pregunta Nuria con un rostro de preocupación. ―Sí, es bosque, debe de haber. ―Los osos abren puertas, ¿si sabían eso? ― agrega Diego, que por un momento todos se habían olvidado de él. ―¿Qué tipo de puertas? ― pregunta Nuria. ―Bueno, bueno, ya…― los callo ― lo importante es que están aquí y que están vivos y no se los comió ni un oso. Aunque, juro que tengo unas ganas de matarlos como no tienen idea. Ahora, ¿podemos desayunar?, muero de hambre. ―Hmmmmmm, no ― habla Enrique― hay algo que deben saber. Thalia, Nuria, Diego y yo volteamos a vernos mutuamente porque no tenemos ni idea de lo que está sucediendo ―¿Qué?, ¿no puede esperar hasta el desayuno? ― pregunto. ―¡Ay no Salva!― me reclama Thalia ― no hagas eso, ya nos avisaron que nos digan de una vez, el desayuno puede esperar. ―Tú puedes esperar ― comento. ―¡Bueno ya!, dinos― insiste Nuria. Enrique toma un respiro hondo y luego sonríe ―¿les dices tú o yo? ― le pregunta a Izel. «¡Oh no!, no que no sea lo que estoy sospechando, no hagas una tontería», pienso mientras voy sintiendo el ambiente que se va formando. Ella nos sonríe y después exclama ―¡Enrique me pidió que me casara con él! ― y ella muestra el anillo de compromiso que se encuentra en su dedo. Dejándonos a todos con la boca abierta. «Una tontería como eso».
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