Capítulo 36 Harvey me condujo a través de la carretera para vagar hasta la hacienda de Linda Hastings. Saltamos sobre algunos setos, pasando por las alpacas rojas y el carnero Jacob n***o de cuatro cuernos que, en el mundo de los sueños, parecía actuar como algún tipo de guardián. El pony blanco esperaba, desprovisto de silla de montar o de jinete, frente a la ventana que Linda usaba como habitación de invitados. Desmonté a Harvey y toqué la cabeza del caballo blanco, donde una profunda cicatriz arruinaba su pelaje justo debajo de su copete. Era un pequeño pony, perfectamente dimensionado para una niña de la edad de Pippa, con un rostro dulce y un poco gris. Froté el suave hocico gris de la yegua, que se sentía sorprendentemente corpórea para un caballo de ensueño. —¿Dónde está tu mamá?