Las piernas me pesan y las arrastro hasta llegar a mi apartamento. Ni siquiera porque dormí un poco luego de que mi cuerpo cayera rendido y extenuado, después del intenso maratón de sexo, siento algún tipo de alivio. Todo me duele y sospecho que pasarán algunos días para que esta sensación de haber trabajado músculos que no sabía que tenía, pase por fin.
Cupcake me recibe como cada día y por un momento me siento culpable al abandonarla tanto últimamente. No es un secreto que yo no salía de mi casa a nada, solo a llenar mi nevera y para sacar a Cup un rato al parque que queda justo al frente de mi edificio.
Me agacho para acariciar a mi pequeña amiga y solo ese gesto me cuesta un chillido de dolor que se extiende desde mis pantorrillas y hasta la parte trasera de mis muslos.
—Ay, Cup, e
