No sé qué hora es cuando al fin salgo del hotel. Ya que estaba en la Suite Presidencial, decidí darme mis gustos a costa del hombre más odioso de todos. Puede que Demian no me haya dado el orgasmo que tanto me merecía después de mi disposición a su capricho egoísta, pero me siento un poco más tranquila con mi pequeña venganza. Cuando le llegue la cuenta de la reserva, seguro se lleva una sorpresa por todas las bebidas de colección que pidió y regaló a los atentos trabajadores del hotel.
Sonrío satisfecha mientras atravieso el impresionante lobby y me dirijo a la salida. Una vez en la avenida, le hago señas al primer taxi que pasa y por suerte, se detiene. Me subo, le doy mi dirección y me relajo en el asiento, fingiendo que tuve una noche normal. No soy tonta y sé que el chofer, al verme
