—¿Entonces qué opinas? —me preguntó Amelia, mirándose una vez más en el espejo de mi habitación. Tenía una pelota de tenis en las manos, que había conseguido hacía unos días atrás en el cuarto de huéspedes. Miré a Amy de soslayo, estaba cansada de que me preguntara por 5ta vez cómo le quedaba su vestido. —Está lindo, Amy —dije con desgana. Mi amiga se volteó a mirarme en cuanto me escuchó hablar. Su semblante cambió a uno ligeramente preocupado. Se acercó a la cama y se sentó a mi lado. —¿Qué sucede, Miri? —me puso una mano sobre mi brazo, esperando a que pudiera confiar en ella. —No sucede nada —dije, volteandome para no dirigirle la mirada. Sus ojos me hacían recordar a cierta persona que en esos momentos no quería recordar—. Claro que sí sucede, dime qué pasa —mi amiga me agarr