Pov. Miranda Escuché que la puerta de la casa la golpeaban con insistencia. Me acomodé el pijama y bajé las escaleras dando saltitos. En cuanto abrí, Amelia se lanzó sobre mí y me abrazó. Aunque ella me visitaba casi todos los días, después de que le comenté que Leonardo me había utilizado, extrañaba mucho a Bárbara, desde que se había ido en su viaje con su familia, no le hablaba. Si bien mi amiga se veía muy animada, yo tenía los ojos hinchados, rojos y además, tenía unas ojeras que no podía taparlas ni con maquillaje para payaso. Estaba cansada, ya hacía más de una semana que no dormía bien. No podía sacarme a Leonardo de la cabeza a pesar de que mi última vez que lo había visto, había sido hace más de una semana atrás, estaba harta de pensar en él, pero era obvio que a mi cereb