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1818 Palabras

En cuanto abro la puerta, creo que la que se va a volver loca soy yo. Los padres de Esteban son los primeros en entrar y mi padre les salta encima para darles un cálido recibimiento. Bastante cálido, diría yo, con abrazos y palmadas de espalda. Me quedo mirando a Leandro, que tiene un traje azul con una camisa celeste desabrochada que le da un aire formal, pero con un estilo relajado al mismo tiempo. Además, para qué mentir, le queda como si fuera creado exclusivamente para él. Me saluda con una hermosa sonrisa y me mira de arriba abajo de tal manera que me hace sentir desnuda. Trago saliva y lo hago pasar, aunque primero me da una caja de regalo y me guiña un ojo. —Me dijiste que te regale lo que quiera, bueno, eso es lo que quiero —susurra en mi oído, su aliento en mi cuello me estre

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