Mi mamá trae la torta de esta mañana, esta vez con velas de números que dejan ver que cumplo veintiséis años. Me cantan el feliz cumpleaños entre todos, Lila es quien filma y sé que la grabación va a estar toda sacudida ya que está cantando a todo pulmón, gritando y haciendo un baile. —Un deseo antes de soplar —dice mi mamá. Cruzo una mirada con Esteban. No quiero dedicarle un deseo, pero debo hacerlo: o se decide, o lo olvido. Apago las velas y aplauden como si hubiera hecho una gran hazaña. Me saludan con abrazos y besos y mis amigas me dejan medio atontada cuando me rodean y saltan alrededor de mí. Eugenia, que es pastelera, se dedica a cortar la torta ya que si lo hago yo me van a quedar porciones desproporcionadas y cortadas con mal pulso. Comienzo a repartir y, cuando le en