Leandro me observa con detenimiento mientras como mis fideos. Me hace sentir bastante avergonzada. —Tengo un sueño mortal —dice Morena levantándose. Veo que apenas comió, pero se lleva el plato. Probablemente esté mintiendo para dejarnos a solas—. Mis amigas me dijeron que aproveche para dormir ahora, porque cuando nazcan no voy a poder pegar un ojo. —¿Nazcan? —cuestiono. Sonríe y asiente. —Tengo mellizos, esta cosa es hereditaria, así que si no querés tener un dos por uno, cuídate. —Me guiña un ojo y se va a paso lento. Me sonrojo a la vez que su hermano se atraganta con la comida. —No le hagas caso a las cosas que dice, está un poco loca —expresa. Me río—. En fin, ahora ya podemos hablar de lo nuestro, ¿no? —¿Qué sería lo nuestro? —quiero saber. Se encoge de hombros. —Lo que