Rocío se acerca a mí con esa expresión de intentar hacerse la buena, pero destilando veneno.
—Nina, por favor, limpia todo bien que están a punto de llegar los periodistas —comenta sonriendo con falsedad.
—¿Qué periodistas? —pregunto.
—Van a hacerme una entrevista junto a Esteban como “La boda del año”. Es genial, ¿no?
—Sí, genial —replico en un murmullo.
La que me faltaba. No solo que él no se decide, sino que además se presta para este show barato. Quizás sí sea hora de olvidarme de él, de no querer saber más nada y no hacerle caso a sus promesas de amor falso, como vivir en la cabaña.
Me pongo a barrer y, sin querer, paso la escoba sobre los pies de Rocío. Pega un chillido que me rompe el oído.
—¿Cómo me vas a barrer los pies? —pregunta con tono ofendido.
—Bueno… perdón.
