MARIA PAULA

1038 Palabras
MARIA PAULA...  Algunas lágrimas caen por mis mejillas mientras golpeo el cabecero de metal con la cadena a la cual estoy amarrada como un animal. Observo al hombre frente que me observa fijamente. Sonrió internamente ante la ironía, recuerdo que por mucho tiempo desee conocer a mi familia biológica y ahora me encuentro aquí pagando por errores de otras personas. Paso saliva con los ojos llenos de lágrimas rindiéndome y aceptando mi destino, porque en este momento la muerte es la mejor opción por lo que me siento en el borde de la cama bajando la mirada a mis manos encadenadas. - Acabemos con esto – hablo tratando de evitar que se me quiebre la voz al tiempo que cierro los ojos, respirando profundamente. Mientras espero que mi destino sea llevado a cabo a manos del hombre frente a mí. Las imágenes de toda mi vida vienen a mi mente. Fui muy feliz, sin importar lo que suceda ahora tuve una buena vida. El sonido de un disparo me hace sobresaltar y emito un grito ahogado al darme que no fue a mí a quien disparo. Paso saliva levantando la mirada viendo su espalda cuando sale por la puerta dejándome completamente sola. Rompo en llanto volviéndome buscando con la mirada el disparo y cuando lo encuentro en la pared el pánico me invade por lo que me cubro la boca con mis manos. - No me mato – susurro siento mi cuerpo estremecerse - ¿Qué harán conmigo? – no sé cuánto tiempo pasa hasta que escucho la puerta abrirse, dos hombres entran viniendo hasta mí, trato de retroceder presa del miedo y más cuando veo que a otro hombre entrar. – ¿Qué van hacerme? – pregunto aterrada cuando uno de los hombres se cierne sobre mí. Paso saliva con el cuerpo temblando viendo como me libera. – por favor – suplico. Dos de los hombres me sujetan de mis brazas mientras el ultimo que entro pone una venda sobre mis ojos. Continúo sollozando mientras me arrastran por unos minutos, hasta un exquisito aroma me inunda las fosas nasales de golpe tranquilizándome un poco. Los hombres me sueltan y de repente me quitan la venda dejándome ver una hermosa habitación con enormes ventanales que dejan ver un hermoso bosque y sobre la cama también hay un ventanal que deja ver el cielo. La decoración es en colores oscuros. - ¿Qué pasa? – me vuelvo a ver al hombre tras de mí un poco confusa. - Puede darse un baño – habla guiándome al cuarto de baño, el cual es completamente n***o y en el techo hay un ventanal parecido al de la habitación. – en un rato le subieran algo de comer. – sin más se da vuelta saliendo del lugar dejándome sola. Me dejo caer de rodillas rompiendo en llanto. Esta incertidumbre me mata, van a matarme. Eso es seguro, pero no saber cuándo es aterrador. Me abrazo las piernas pegándolas a mi pecho mientras lloro amargamente. No me merezco esto. No merezco pagar por los errores de personas que ni siquiera conozco. A mi padre jamás lo conocí, puede que lo haya visto un par de veces en mi vida, pero para mí siempre será un desconocido. Aunque eso no es lo que más me duele, por grave error por el que estoy pagando, no lo cometió el hombre que me engendro, sino no una mujer que jamás conocí y con quien tampoco comparto lazos sanguíneos. No sé cuánto tiempo pasa hasta que escucho que la puerta se abre, pero no me muevo de donde me encuentro. De repente siento que me toman del brazo fuerte poniéndome de pie dejándome ver al mismo hombre que me trajo aquí. - Por tu bien hazme caso – habla apretando su agarre. - Por qué no te vas a la mierda – hablo molesta a lo que él me da una fuerte bofetada que me lanza al suelo. - No quieras tentar tu suerte – toma mi cabello haciendo que me ponga de pie. - ¿Qué harán? ¿matarme? – paso saliva retándolo con la mirada – por qué es lo que deseo en este momento. – me suelta sonriendo de forma aterradora. De repente empieza a rasgar mi ropa hasta dejarme en ropa interior. Vuelve a tomarme del cabello arrastrándome a la mampara, abre la llave dejando que el agua helada me empape de inmediato. - Tengo órdenes y si estas no se cumplen adivina a quien van a joder – habla – así que muñequita, te convine obedecerme. Lo observo con autentico odio obedeciendo su orden bajo su atenta mirada. Me lavo el cuerpo mientras las lágrimas se confunden con el agua helada. Respiro profundamente sintiendo autentico odio, sintiendo impotencia y deseo de todo corazón que esto sea un cruel sueño. - ¿seguirás viéndome como pervertido? – hablo con odio mientras me desnudo por completo ya que mi ropa esta empapada. - Eres bellísima, pero valoro mi vida – habla mientras paso frente a él yendo por un albornoz cubriendo mi cuerpo y una toalla para mi cabello. - Puedes usar la ropa que quieras del closet del señor Antonio – me guía hasta el lugar viendo que toda la ropa allí es color n***o. - Quiero hablar con él – exijo a lo que él ríe burlón - Y a mí me encantaría follarte – abro los ojos asustada – eres una prisionera así que no tienes derecho a exigir, solo esperar a que el momento de tu muerte llegue. Sin más se va dejándome sola mientras siento mi pulso se encuentra acelerado, el miedo vuelve a invadirme, la incertidumbre de no saber qué sucederá. Camino por el closet el cual posee un exquisito olor, comienzo a curiosear. Casi toda la ropa es de color n***o y las pocas cosas de diferentes colores son oscuros. Hay una pared llena de zapatos la cual sería el sueño de cualquier mujer. Abro los cajones tomando una camiseta negra y un bóxer. Una vez me visto vuelvo a la habitación viendo una bandeja con comida sobre la cama, pero no tengo hambre por lo que camino por la habitación a la espera de mi destino.
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