Esta noche el tono rojo de mis labios es una mezcla de brillo labial y sangre, me quedé dormida con el rostro descubierto y mis labios se partieron, puedo sentir los bordes ásperos con mis dedos y cada cinco minutos estoy lamiéndolos con la esperanza de que el ardor cese.
Cuando le dije a Demián que viviríamos en el norte no consideré lo poco acostumbrado que está mi cuerpo al frío, debería decirle que cambié de opinión y que prefiero irme al sur, pensándolo bien, tampoco quiero vivir en una cabaña, eso sonó muy idealista, necesitaré una mansión decente.
No se puede vivir únicamente de amor.
– ¿En qué piensas? – pregunta Henry.
– Nada en particular.
Su mano sostiene la mía mientras caminamos lentamente sobre una capa de nieve, mis pies se hunden y las ráfagas de viento soplan sobre mi
