Capítulo 2
Ava
A medida que avanzábamos por el camino, la confianza entre Max y Savage fue aumentando. Mi novio parloteaba sin parar de nuestro viaje, como si fueran viejos amigos y Savage le hablaba de su trabajo y su vida. Supe que se dedicaba a las entregas de madera por todo el país y vivía en el bosque. En cuanto escuché eso centré toda mi atención en los detalles. ¿Sería posible que este hombre sea como los personajes de los libros?
Demasiado bueno para ser cierto y eso despertó un poco de desconfianza. Además, su expresión cambió un poco a medida que avanzábamos en el camino. Sus ojos ya no eran duros, sino que denotaban hambre, como si fuera el depredador y nosotros la presa. En mi mente comenzó a instalarse que tal vez no fue del todo acertado pedirle ayuda.
Todos los programas de Investigation Discovery vinieron a mi cabeza y decidí, por las dudas, revisar mi teléfono para, en cuanto tuviera señal, enviar la ubicación a alguna amiga.
-Falta poco para llegar al pueblo -digo Savage mirándome por el retrovisor, centrándose en mi móvil.
Frunció el ceño y levantó la barbilla apuntando mi teléfono. Estaba pendiente de mis movimientos.
-Qué bueno, estoy agotado -dijo Max ignorando por completo la tensión que había entre Savage y yo
- ¿Hay hoteles en el pueblo o un hostal? -preguntó.
Asintió y volvió sus ojos a la ruta.
Bajé los ojos a sus manos en el volante que apretaba con fuerza por momentos, llegando a blanquear sus nudillos. Estaba tenso.
Desde mi lugar tenía una vista completa de sus piernas abiertas y muslos que se apretaban contra el jean. Noté que cada tanto movía el trasero, como si buscara una posición más cómoda.
Con cada mirada que intercambiamos me excitaba más y no entendía cómo podía sentir fascinación y algo de miedo al mismo tiempo. Este hombre no era bueno. En el fondo lo sabía, pero aun así me intrigaba y solo podía fantasear con él, apretando mis muñecas sobre mi cabeza y empujando tan duro y bueno que me hacía pedir más.
Apreté las piernas porque mi clítoris latía con necesidad, pidiendo a gritos ser frotado.
-Hay un hostal -comentó ronco - No conozco como es por dentro porque nunca pasé la noche allí. Siempre me quedo en la zona para camioneros.
- ¿Eres conocido en el pueblo? -pregunté en voz baja.
-No mucho, generalmente no hago viajes tan al norte, pero uno de mis empleados enfermó así que lo estoy supliendo.
- ¿Savage es tu verdadero nombre? -seguí intentando tener más información.
-Si.
- ¿Por qué tus padres te pondrían ese nombre? -insistí
-AVA -reprochó Max incómodo.
-Solo quiero saber -contesté levantando los hombros como si no fuera para tanto, aunque sí. Por alguna razón necesitaba saber.
-Nací en la naturaleza, ellos vivieron aislados de la ciudad, lejos de la tecnología y las personas. Supongo que querían un nombre relacionado a mi lugar de nacimiento
- ¿Eran de una tribu o algo así? -preguntó Max curioso.
-No, les gustaba la soledad y estar conectados con la naturaleza. Eran algo hippies la verdad -bromeó -aunque fueron excelentes padres.
-Ya estamos llegando. El pueblo está ahí -señaló Savage a unas pocas luces adelante.
En pocos minutos llegamos al pueblo. O mejor dicho, a las cuatro calles que conformaban dicho pueblo. Cuatro calles.
Savage bajó y nos ayudó a hacerlo ya que la cabina era muy alta. Cuando sujetó mi cintura con sus manos, una electricidad corrió por mi sangre. Sus dedos gruesos y callosos cubrían casi toda mi cintura y apretaron con firmeza.
Jadeé por el calor que provocó su toque en mi cuerpo y lo miré a los ojos.
Estaban fijos en los míos y la intensidad en ellos atravesaban mis defensas. ¿Qué me estaba haciendo este hombre?
-Gra..gracias -murmuré.
-Es un placer.
La tensión era tanta que podía cortarse con un cuchillo.
-Al fin llegamos, no estaba tan lejos como pensaba -opinó Max.
-En el camión no se notan los kilómetros -contestó Savage.
Señaló hacia una pequeña casita y explicó que era el hostal del pueblo.
-Espero puedan conseguir una habitación.
-Gracias hombre.
Entre los dos bajaron la motocicleta y con empujes la llevaron hasta la puerta de la casita.
-La dueña debe saber si tienen mecánico -comentó.
¿Mecánico? Lo que necesitaba era un bombero en ese momento que me rociara con agua helada. ¿Subió la temperatura o qué? Mi chaqueta de cuero se sintió pesada y mis pezones, duros como piedras, se rozaban contra el sostén de encaje que llevaba debajo. Tan delicioso y doloroso al mismo tiempo.
Max golpeó la puerta y esperamos a que alguien saliera.
El pueblo parecía muerto la verdad, no había nadie en la calle y tampoco estaba tan iluminado. Lo único que resaltaba era el parador de comida con su cartel de veinticuatro horas, y las luces interiores que no mostraban ningún cliente en sus mesas.
Realmente era el medio de la nada.
-Qué raro, no atienden -dijo Max y volvió a golpear.
Esperamos unos diez minutos, pero nadie salió y entendimos que el hostal no era una opción. Savage no había quitado sus ojos de mi cuerpo y noté que disimuladamente se ajustó los jeans en la entrepierna.
No pude evitar pensar en que estaba duro y claramente era por mí.
-Creo que deberemos pasar la noche en el parador -dijo Max señalando el lugar.
Ninguno estaba emocionado por eso. Llevábamos sentados o parados desde que salimos a la ruta y no quería seguir esperando a que amanezca. Necesitaba dormir.
- ¿No hay otro lugar? -pregunté a Savage.
Negó
-El hostal o el descanso para camioneros. Son las únicas opciones.
No sé cuál de las dos me emocionaba menos.
Max señaló su camión.
- ¿Podríamos dormir en la parte trasera de tu camión? -preguntó.
Abrí mis ojos y lo golpeé en el brazo.
-Auch -se quejó.
-Discúlpalo, ya hiciste mucho por nosotros y no queremos seguir atrasando tu descanso. Pasaremos la noche en el parador.
Savage levantó las cejas.
-No me molesta, pueden guardar la moto en la parte de atrás. Tengo un colchón que pueden usar.
Fruncí el ceño.
- ¿Tienes un colchón?
-Si, con mi tamaño no me es cómodo pasar muchas noches en la cama de la cabina, así que tengo un colchón que a veces uso en la parte de atrás.
Mmm, sospechoso. La cama de su cabina era lo suficientemente grande para él.
-Deberíamos preguntar en el parador por el mecánico -sugerí a mi novio.
-No quiero hacerlos sentir incómodos -dijo Savage fijando su vista en mí -Llevaré el tráiler a la zona de descanso y si quieren un lugar para descansar me golpean la puerta.
Y se marchó dejándonos solos.
Encendió el tráiler y lo vimos seguir un par de calles hasta una entrada enorme.
- ¿Qué te pasa? -cuestionó Max -Nos estaba ofreciendo un lugar para poder dormir.
Apreté mis labios.
- ¿No te parece algo intenso? -pregunté.
Frunció el ceño.
- ¿Intenso?
Asentí.
-Es algo gigante pero no ha sido más que amable con nosotros y necesitamos un lugar para descansar. Obviamente el hostal está cerrado y todas las casas tienen las luces apagadas. No vamos a conseguir nada hasta mañana. -me recordó enojado.
Apreté mis manos apenada porque tenía razón. No había otra posibilidad más que el parador donde no podíamos pegar ojo en toda la noche. Mordí mi labio y pensé en la posibilidad de seguir a Savage.
- ¿Estás seguro de dormir en su tráiler? -pregunté.
Asintió y acunó mi mandíbula con dulzura, besándome.
-Si nena, ha sido muy amable, no creo que le moleste que durmamos en su trailer.
-No me preocupa que le moleste. Hay algo raro en él.
Bufó y giró los ojos.
-Esos casos que miras por youtube te han dejado traumada. Si hubiera querido lastimarnos, lo hubiera hecho en medio del bosque y no aquí en un pueblo donde hay personas cerca.
Buen punto. Suspiré y terminé accediendo.
-Ok, pero ¿qué hacemos con la moto? ¿Las vas a empujar hasta el camión?
Miró con cansancio su tan amada máquina y negó.
-La dejaré trancada.
-¿Y si la roban?
-¿Quién va a robarse una moto rota?
-¿Estás seguro? No sabemos nada de este pueblo.
-Nena, tienes que dejar de ser tan desconfiada.
Después de asegurar la motocicleta, agarré mi mochila y tomados de la mano fuimos hasta la zona de camioneros para aceptar la oferta de Savage.
El gran espacio de tierra estaba casi vacío. Solo había dos camiones, incluyendo el de Savage y estaban apartados unos treinta metros uno del otro. A donde íbamos era un espacio de tierra con árboles detrás y completa oscuridad.
Este descansadero no estaba iluminado como las zonas de camping. Solo había un foco en la casita que intuí era del dueño, y donde estaban los baños.
Tiré de la mano de Max, deteniendolo.
- ¿Qué pasa? -preguntó él sin darse cuenta de nada.
¿Acaso no notaba lo que era este lugar? ¿No sentía el peligro?
-No creo que sea buena idea.
Giró los ojos y bufó.
-Nena, no es una película de terror.
-Hasta ahora no lo es -reproché -Pero algo me da mala espina.
-Ava, estás cansada. Es eso, estás imaginando cosas que ni al caso.
Rodeó mi cintura y me empujó suavemente para que siguiera caminando. A regañadientes lo hice hasta llegar al camión y Max saltó para golpear la puerta del tráiler.
Segundos después Savage abrió y nos miró con algo de sorpresa.
-No esperaba que vinieran -dijo. Fijando su mirada en mí especialmente.
- ¿No es molestia verdad? -preguntó Max.
Negó y bajó del tráiler.
-Claro que no. Les abriré atrás.
Caminó hasta la parte de atrás y escuché como las enormes puertas de metal se abrían, golpeándose con la chapa de contenedor. Max soltó mi mano y alcanzó a Savage que lo ayudó a subir.
- ¡Nena está muy bien! -Gritó.
Suspiré y lo seguí.
Savage levantó la mano para ayudarme a subir, pero antes de aceptar decidí echar un ojo dentro. Max estaba encantado y observaba las grandes maderas diciendo “Wow” una y otra vez. Como si no hubiera visto madera en su vida.
Era bastante amplió y espacioso, pero no dejaba de ser un contenedor. Había algunas maderas atadas a un lado, pero nada que fuera a soltarse y lastimarnos.
- ¿Y el colchón? -pregunté volteando hacia Savage y sorprendiéndome porque se había acercado hasta mi espalda.
- ¿Te ayudo a subir? -preguntó detrás de mi oreja y rodeó mi cintura con sus manos para levantarme.
Jadeé cuando apretó y elevó mi cuerpo, pero no para subirme, sino que presionó su frente contra mi espalda, dejando que sintiera todo su cuerpo detrás. Y me refiero a TODO SU CUERPO. Incluido su m*****o, duro, que refregó en mi culo.
- ¿Qué haces? -murmuré mirándolo.
-Te ayudo a subir -gruñó y empujó hacia adelante presionando mi pelvis en el camión, clavando su dureza.
No debía gustarme esto y mucho menos estar caliente, deseando que frote con más fuerza, pero lo estaba. Estaba loca.
- ¿Estás mojada? -susurró y bajó una de sus manos por delante de mi cuerpo para apretar mi coño sobre el jean.
Estaba chorreando.
Miré a Max asustada, pero él estaba más entretenido en otra cosa y no notó que Savage me tenía acorralada contra el tráiler. Además, por la altura del contenedor, no se veía nada debajo de mis pechos desde su lugar, lo que aprovechó el gigante camionero para desabrochar mis jeans y meter la mano.
Me tragué el gemido que estuvo a punto de salir cuando sus dedos, gruesos y callosos, abrieron mis labios y esparcieron mi humedad.
-Mmm...empapada -murmuró -Está tan húmedo este coñito que voy a hacerlo explotar solo con mis dedos.
“Dios si” pensé. Y era horrible. Mi novio estaba a un par de metros de nosotros y yo quería gemir y correrme en los dedos de este desconocido que estaba dejando un charco entre mis piernas.
Presionó mi clítoris con fuerza y mis ojos giraron por la corriente que me recorrió. Tan cerca…
Su dedo medio bajó más hasta mi entrada, y lo metió unos centímetros. Era muy grueso y caliente. Sin ningún pudor comenzó a follarme con él mientras seguía frotando mi clítoris frente a mi novio. Mordí mis labios intentando contener los gemidos que querían salir de mi boca. Moví mis caderas hacia adelante, necesitando que frotara con fuerza pero me lo impidió.
-Shh nena, no queremos que tu noviecito se dé cuenta.
Dios.
Apoyé mis brazos en el piso del trailer intentando aferrarme a algo cuando sentí que estaba por acabar y él lo notó. Porque me folló más profundo y frotó más rápido llevándome al borde. Cubrí mi boca con una mano y aguanté el grito que quería salir de mis labios.
Exploté como un maldito fuego artificial. Mis piernas temblaron y se debilitaron. No pude mantener mi peso por lo que Savage empujó más en mi culo para sostenerme y no caer en el suelo.
Respiré agitada, intentando meter todo el aire posible a mis pulmones.
¿Qué acaba de pasar?
Giré la cabeza, mirando su rostro y su sonrisa agrandada.
Sacó su mano de mis jeans y se apartó dejando mi cuerpo congelado en el lugar.
Apoyé mi cabeza sobre el metal frío del camión y respiré hondo tratando de calmar mi corazón. Ese hombre me acaba de dar el más intenso orgasmo posible.
Volteé la cabeza y observé como llevaba sus dedos a la boca y los chupaba.
-Delicioso -dijo sonriendo.