Savage
Casi me corro al sentir su sabor en la lengua. Estaba deliciosa y la forma en que empujaba contra mi mano, rogando por mis dedos me puso a cien. Tenía la v***a como un fierro y solo quería inclinarla, enredar su pelo en mi mano y follarla mientras tiraba de ella hacia atrás.
Saqué los dedos de mi boca y sonreí al verla jadear y sentirse avergonzada por lo que acababa de pasar.
“Si belleza, te acabas de venir en mis dedos con tu novio a unos metros”
-Iré a traer el colchón -anuncié en voz alta y la dejé para que su cabecita dejara de maquinar. Sabía lo que ocurría en esos pensamientos oscuros. Me deseaba.
Salté en la cabina y levanté la cama para poder abrir la puerta que daba al pequeño depósito donde guardaba el colchón y algunas cosas importantes, como mi arma y algunos juguetes que me gustaba usar de vez en cuando.
Podría aprovechar a usarlos hoy, tal vez. Ambos me atraían realmente. Ava era fuego puro, lo noté cuando la toqué. Su cuerpo se encendió como una maldita fogata. Hambrienta de más. Y Max, inocente y despreocupado, era un sumiso en potencia. Le gustaban las órdenes, lo intuía y fantaseaba con atarlo y follarlo mientras Ava miraba. Oh sí, no iba a desperdiciar esta noche.
Tenía unas esposas, que guardé en mi bolsillo trasero y el arma que siempre llevaba por si había problemas.
El colchón de plaza y media, estaba enrollado con unas cintas, así que lo sujeté y tiré por la puerta para bajar posteriormente.
Lo llevé hasta las puertas del contenedor y lo tiré dentro, asustando a Ava con el sonido de la chapa.
-Aquí está el colchón -dije tranquilo y subí para ayudarlos a abrirlo.
Ava se hizo a un lado para dejarme preparar la cama con su novio. Observé de reojo cómo apretaba y frotaba sus piernas. Estaba empapada y no era nada cómodo. Su expresión se volvió furiosa cuando notó como me divertía con sus movimientos.
-No está nada mal -dijo Max sentándose en el colchón y estirándose hacia atrás.
Su remera se levantó, revelando el camino de vello oscuro que desaparecía bajo la cintura de sus jeans negros y me quedé tieso pensando en pasar mis manos por sus abdomen, tocando su piel hasta bajar a su v***a.
Gemí sin darme cuenta y carraspeé para disimularlo.
Max, satisfecho llamó a su novia para probar el colchón.
-Está genial nena, ven -estiró su mano para que ella se acercara.
Di dos pasos hacia atrás para dejarla pasar y estratégicamente toqué su culo cuando cruzó mi lado.
Jadeó y me miró, frunciendo el ceño.
Me mantuve serio para que Max no sospechara nada y esperé a que Ava apoyara ese delicioso trasero en el colchón.
- ¿Qué les parece? -pregunté.
-Está genial -contestó Max y se levantó -Iré al baño antes de dormir.
Y bajó del container tan rápido que Ava no tuvo tiempo a reaccionar. En cuanto vi que se alejó unos metros me volví hacia ella, sonriendo porque era el momento.
-Solos -gruñí.
Me acerqué, arrodillándome entre sus piernas y cubriendola con mi cuerpo.
- ¿Qué haces? -susurró arrastrando su trasero hacia atrás.
Aprisione sus piernas entre las mías y tiré de su remera para acercar su boca a la mía.
-Abre esos bonitos labios -murmuré antes de bajar y besarla.
Sabían a cielo esos labios regordetes que lamí y mordí suavemente, arrancando un gemido de su boca. Aproveché para meterle hasta el fondo la lengua. Abrió sus ojos y los fijó en los míos sorprendida.
Su manos empujaron mi pecho duro, intentando alejarme, pero no engañaba a nadie. Me deseaba, quería que la follara y poco a poco sus verdaderos deseos la traicionaron cuando, en vez de seguir empujando, tiró de mi camisa para acercarme más.
Tiré de su chaqueta de cuerpo, arrancando la prenda de su cuerpo y dejándola a un lado. Dejó de besarme y bajó los ojos a la abertura de mi camisa que dejaba ver mi pecho.
- ¿Te calienta bebé? -pregunté ronco.
Mordió sus labios, rojos por mis besos y subió esos ojitos oscuros a los míos.
-Oh te mueres por esto -murmuré.
Sin importarme si Max volvía, levanté su remera para ver esas tetas que moría por chupar y morder.
Dos perfectos senos, grandes, redondos, cubiertos con un sostén de encaje que no escondía nada. La tela transparente dejaba ver sus pezones rosaditos y duros que pedían a gritos ser tocados.
-Qué bellezas -halague antes de bajar y chupar uno sobre la tela
Gimió tan fuerte que retumbó entre las chapas del contenedor. Le encantaba. Pasé mi lengua sobre las puntas y mordí suavemente, tirando de su carne solo un poco.
-Oh Dios -jadeó dejando caer su cabeza y cerrando los ojos.
- ¡Qué demonios! -gritó Max sorprendiéndonos.
Ava se congeló y yo me giré para verlo.
Tenía los brazos a un lado y respiraba agitado por el enojo. Levanté mi cuerpo de Ava y lo miré de frente.
-Hijo de puta -gruñó antes de intentar golpearme.
Lo esquivé y sujeté su brazo a su espalda antes de apoyarlo contra la pared del container. La sorpresa lo detuvo lo suficiente para poder sacar las esposas y atraparle una mano.
- ¿Qué haces? -preguntó e intentó zafarse, pero lo tenía bien agarrado. Bajé su otra mano y cerré las esposas, apretando lo suficiente para que no pudiera soltarse.
Empuje mi cuerpo sobre el suyo y lo presioné contra la pared. Bajé mi nariz a su cuello para aspirar su aroma. Olía tan bien, a sudor y alguna colonia cítrica y muy masculina deliciosa.
-Qué delicia -murmuré en su oído y noté como los vellos de su cuello se erizaron.
Sonreí y mordí su lóbulo lo suficientemente fuerte para que gruñera. Entonces lo tiré al colchón.
Ava miraba incrédula intentando cubrir sus tetas con la remera y fallando terriblemente. Esos melones no querían ser tapados. Querían ser chupados y mordidos. Y estaba feliz de complacerlos, pero primero tenía que encargarme de que ninguno de ellos pudiera escapar o alertar a nadie.
Me di vuelta y cerré las puertas del contenedor por dentro dejándonos a oscuras unos segundos. Escuchaba a Max moverse, y sonreí pensando en cómo intentaría zafarse. Me encantaba una buena resistencia. Nada me excitaba más que la lucha de poder. Y yo era quien mandaba ahora. En la oscuridad escuché sus jadeos y pude oler el deseo de ella y el miedo de él.
“No tienen idea” pensé mientras buscaba el foco del contenedor. Tenía un pequeño foco en la parte delantera que se encendía con un interruptor
Presioné el interruptor y parte del contenedor se iluminó, justo donde estaban ellos. No era mucho, pero lo suficiente para ver.
Ava estaba entre asustada y excitada, sus ojos abiertos me observaban como un ciervo a su predador, pero sus pezones querían mi boca y manos. Y apostaba a que su coño seguía igual de empapado que hace unos minutos. Y Max, confundido, me observaba con temor. Cuánta razón tenía en temer.
- ¿Qué vas a hacernos? -preguntó Ava.
Reí.
-Mejor pregunta ¿Qué no les haré? -respondí.
Ambos se miraron e intercambiaron algunos pensamientos, de enojo por Ava y de disculpa por Max a juzgar sus expresiones.
Ella se había negado aceptar mi oferta de un lugar para dormir, pero su novio, en vez de escucharla, decidió confiar en un extraño sin importarle las consecuencias. El pobre tonto no tiene idea de la clase de personas que puedes encontrar en estos lugares. Personas como yo.
-Oh, no fijan que no lo quieren ¿verdad nena? -pregunté clavando mis ojos en los suyos - ¿No te corriste en mis dedos hace unos minutos? Todavía siento tu sabor en la lengua.
Max la miró tan rápido y con tanto enojo que hizo sonrojar a su novia.
- ¿Ahora te avergüenzas? -pregunté.
Caminé hacia ella y me arrodillé en el colchón haciendo que su cuerpo quede recostado
-Recuerdo como chorreabas con mis dedos dentro de ti y cómo gemías pidiendo liberarte.
Su respiración se agitó y sus pupilas se dilataron. Además de sus pezones que volvieron a endurecerse contra la tela.
-Te encanta -murmuré y apreté entre mis dedos un pezón, tirando de él para hacerla gemir -Quiero que te desnudes y abras esas dulces piernas -exigí.
Ella negó e intentó volver a cubrirse, pero no iba a dejarla.
Saqué el arma escondida a mi espalda y ambos retrocedieron aterrados.
-Creo que no tienes opción muñeca ¿o sí? -cuestioné.
Tragó y miró a su novio que apretó sus labios con furia comprendiendo que no había escapatoria.