Capítulo 4
Savage
-Estoy esperando.
Max asintió y Ava, con manos temblorosas comenzó a revelar su sexy cuerpo poco a poco. Si antes estaba duro, ahora sentía la v***a hecha acero por la excitación. Ava era una diosa.
Sus tetas, firmes, se desparramaron, blancas como la leche y con unos pezones rosados y pequeños tan deliciosos que mi boca se hizo agua deseando probarlas. Definitivamente me iba a follar sus tetas.
-Ahora el jean -ordené.
Mientras lo hacía, noté que Max intentaba sentarse, pero las esposas se lo impedían. Y, pensándolo bien, las restricciones a su espalda no me iban a dejar hacer lo que tenía planeado. Necesitaba que sus manos estuvieran por delante, así que, mientras la cachorrita frente a mí se desvestía, lo levanté y apunté con el arma.
-Intentas algo y te lleno de plomo ¿entiendes? -amenacé.
Asintió y se quedó muy quieto mientras lo daba vuelta y soltaba una de sus manos. Dí dos pasos atrás, sin dejar de apuntarle y le exigí desvestirse.
-Primero la chaqueta, y hazlo despacio -ordené.
Apretó los labios disgustado, pero siguió mi orden dejando la prenda tirada a un lado.
-También la remera y los jeans.
Levantó su remera revelando el pecho marcado y velludo que tenía. Mis piernas temblaron de emoción. Era un osito. El pelo oscuro cubría sus pectorales y bajaba en un caminito que reveló al desabrochar sus jeans. Gemí al ver cómo bajaba la prenda y mostraba sus piernas musculosas y peludas.
Era el hombre de mis fantasías.
Al enderezarse luego de quitarse el jean, me dejó ver el bóxer n***o y ajustado que llevaba, y que no ocultaba nada. Su v***a, semi dura y aprisionada, se mostraba completa. Y apostaba que una vez erecta iba a ser grande, casi como la mía.
-Ya está -gruñó Max.
Noté la resistencia y ganas de luchar que tenía en su mirada, pero él no era quién sostenía el arma y, aunque tardó en seguir mi orden, obedeció sin problemas.
Me acerqué y ordené que cerrara la esposa en su mano libre. A regañadientes lo hizo y corroboré que estaban bien cerradas.
-Que buen chico -halague. -No quería tener que castigar este cuerpo.
Lo empujé contra la pared del contenedor y apoyé mi arma bajo su barbilla, deleitándome con verlo atrapado.
Bajé el metal frío por su cuello y pecho, moviendo a un lado la tela que cubría la piel de su pecho debajo.
-¿No vas a hacer ninguna tontería? -pregunté volviendo a ver sus ojos.
Negó y bajó levemente la cabeza.
Un sumiso innato.
Sonreí satisfecho.
Bajé la mirada a Ava, que ya estaba desnuda y nos observaba con las piernas juntas.
Ahora comenzaba la diversión.
-Recuerdo que te di una orden Ava -dije señalando sus piernas.
Mordió su regordete labio y lentamente abrió las piernas para mostrarme su coñito húmedo y rosado. Listo para ser usurpado.
Max intentó no ver, pero tener a su noviecita recostada y con las piernas abiertas era difícil de ignorar. Sus ojos se centraron en ella y en unos segundos su v***a comenzó a ponerse dura y muy evidente.
Tiré de él y lo coloqué frente a mí, con su espalda a mis ojos. Me acerqué por detrás y recorrí su espalda desnuda, provocando que tiemble y su piel se erice con mi toque. Era más alto que él así que acerqué mi boca a su oreja y lamí el lóbulo antes de hablar.
-Quiero que bajes y le comas el coño -susurré en su oído.
Tensó sus músculos y se quedó tieso, sin mover un músculo pensando si hacer lo que le ordené.
“No era tan sumiso después de todo”
-Estoy esperando -gruñí muy caliente -No me hagas repetirlo.
Tenía la v***a dura desde el momento en que subieron a mi camión y no podía esperar a cogerlos muy duro. Quería que se apurara a dejar tierna y empapada a su novia para lo que tenía planeado.
Ava, clavó la vista en su novio, sin poder reaccionar o decir nada.
-Te quiero en cuatro, baja el pecho y levanta ese culito con las piernas bien abiertas nena. Quiero ver cada detalle -le dije fuerte y claro.
Como la buena putita que era lo hizo. Se dio vuelta y bajó el pecho al colchón antes de subir el culo. Toda una obra de arte que me iba a encantar arruinar.
Su piel cremosa y blanca me tenía babeando, pero todavía no era el momento.
Separó sus piernas unos centímetros abriendo esos deliciosos labios que estaban brillantes de humedad y crema. Moría por inclinarme y lamer cada gota.
-Vamos Max, tu chica está esperando -insistí.
Max apretó los labios con un disgusto falso que no creía para nada. Sus boxers tenían una maldita tienda de campaña en ellos así que le gustaba tanto como a su mujer y a mí.
-Quiero que la chupes hasta que se venga tan fuerte que sus rodillas no aguanten, y espero que pongas mucho esfuerzo de tu parte o me enojaré bastante -dejé muy claro con un tono más grave y amenazante.
Miró el arma en mi mano antes de volver a mis ojos y asentir. Me deleité viendo cómo se arrodillaba en la cama y apoyaba las manos en el culo de su novia.
Ava me observaba desde el colchón, jadeando suavemente, ansiosa y excitada. Desde mi posición podía ver sus tetas entre el espacio de sus piernas, con los pezones como guijarros, listos para ser chupados y mordidos.
Era preciosa.
Más tarde la sentaría en mi regazo, clavándola y haciéndola rebotar para ver esas deliciosas tetas saltar frente a mi rostro. Entonces bajaría mi boca y chuparía sus pezones tan fuerte que se vendría, apretándose mientras seguía embistiendo como animal dentro de ella.
A Max las esposas le incomodaban, pero no pensaba sacarlas. Sus dedos temblaron mientras tocaba a su novia, no de miedo, sino de excitación, de no poder aguantar más las ganas de comerle el coño como un animal. Estaba tan caliente como yo.
Miró sobre su hombro hacia mí, comprobando si estaba atento a ellos.
Joder si no lo estaba. Miraría cada maldito segundo.
Empujó el culo de Ava un poco más adelante y bajó su cabeza hacia su coño. Sacó la lengua y lamió desde su clítoris hasta su apretado ano.
Ava cerró los ojos y gimió tan fuerte que estuve a punto de venirme solo con su sonido. Sus manos apretaron con fuerza el colchón y el jadeo más delicioso salió de sus labios.
Creo que por la mente de Max pasó lo mismo, porque atacó el coño de su novia con hambre y desesperación luego de oírla. Chupó y lamió esos labios hasta que la tuvo chorreando sobre mi maldito colchón y gritando.
Desprendí mis jeans, sin esperar un segundo más, liberándome mi pobre v***a apretada. Suspiré de alivio y escupí en mi mano antes de rodearla y apretar. Un gemido salió de mis labios llamando la atención de Ava, que giró la cabeza y volvió a centrar sus oscuros ojos en mi cuerpo. En mi v***a específicamente.
Abrió la boca sorprendida, pero no apartó la vista. De hecho, sus gemidos se hicieron más fuertes al ver cómo me masturbaba viéndolos a ellos.
“Sé que te gusta zorrita”
Su respiración se agitó tanto que sabía con certeza que iba a explotar en pocos segundos. Me ponía a mil verla observarme, así que aceleré mis movimientos, aunque todavía no estaba cerca de llegar, pero quería que ella lo pensara para verla chorrear todo ese jugo en la boca de Max.
-Max -gimió cerrando los ojos.
Su novio entendió y lamió y chupó más rápido llevándola al borde del éxtasis. El cuerpo de Ava tembló y de sus labios salió el grito más sexy de todo el puto mundo. Casi me vine al escucharlo.
-Joder -gruñí sin dejar de mirarla.
Las rodillas le fallaron y Max tuvo que sostenerla para chupar esos jugos que escapaban de su v****a sin control.
-Mmm -gimió Max tomando hasta la última gota.
Observé su v***a, dura como una roca, pidiendo ser liberada para meterse en el coño de su novia, o en mi boca tal vez. Estaba seguro de que disfrutaría mucho de mis labios rodeando su carne.
Ya le había sacado la ficha a este hombre. Podría fingir que le disgustaba ser forzado a hacer lo que le dijera, pero su cuerpo opinaba distinto.
Me levanté y lo obligué a pararse, dejando a Ava por un momento para recuperar la respiración. Su cuerpo, desparramado en mi colchón era todo un espectáculo digno de admirar. Debería haber traído una cámara para recordar cada detalle. Pero bueno, fue algo imprevisto, no debía sentirme mal por no tener recuerdos. Mi mente era suficiente.
Max se movió y mis ojos se centraron en él. Era momento de disfrutar de este delicioso pedazo de hombre.
-Bájate los boxers -ordené.
Asintió y los bajó despacio, gimiendo cuando su v***a se atoró en el elástico. Estaba tan dura que debía ser doloroso para él. La prenda cayó al suelo y por poco caigo de rodillas al ver esa impresionante v***a frente a mí. Larga, gruesa y llena de sangre. Sería una delicia atragantarme con ese pedazo en mi garganta.
-Estira la mano.
Lo hizo y tomé su mano llevándola a mi boca y chupando sus dedos. Tenía que lubricarlos bien
-Mm…sabes a ella -gruñí
Se mantuvo quieto hasta que terminé con sus dedos, entonces me rodeé la v***a con su mano.
-Aprieta -ordené
Estaba nervioso y algo inseguro, pero mi arma era estímulo suficiente para obedecer. No le daba opciones.
Gemí al sentir la presión y moví su mano arriba y abajo para que continuara.
-Fuerte
Lo hizo y por poco doy vuelta los ojos del placer. Observé y noté los cambios en su cuerpo que delataban lo mucho que le gustaba tocarme, como sus pupilas dilatadas, su respiración errática y la lengua humedeciendo sus labios.
- ¿Te gusta no? -pregunté siguiendo el movimiento de sus expresiones.
Apretó la boca y negó. Mentiroso.
No dejó de mover las manos y apretar como me gustaba. Duro pero no demasiado.. Estaba a punto de correrme solo con su mano, pero no era el momento. No todavía.
Quité su mano sabiendo que primero debía continuar con lo que tenía planeado. Y eso era ver como Ava se clavaba la v***a de su novio y lo montaba.