Daelia. Despierto y me siento tan mareada y adolorida. Siento que mi cabeza explotara por el dolor, una de mis muñecas duele mucho y no puedo mover el brazo. Muevo mi cabeza y veo a Umur sentado al borde de la cama. —Umur, ¿qué me pasó? —¡Qué bueno que despierta, Kadin! Estaba muy preocupado por usted. De repente todo viene a mi mente. Esa maldita de Nazan y ese bastardo del príncipe me golpeó. —Kadin, si no lo recuerda, le diré lo que paso, usted fue con Nazan y... —¡No lo digas, lo recuerdo todo! Intento sentarte, pero tengo suero en un brazo, por eso me dolía la muñeca. No me gustan las agujas. —Kadin, disculpe mi atrevimiento, pero no se meta con Nazan, yo lo aprendí por la mala. —¿Qué te hizo esa mujer a ti, Umur? —Bueno, yo... no vale la pena hablar de eso, Kadin, mejor