5.1

813 Palabras

El ángel, más bien, Raziel, me extiende una mano con amabilidad. Me lo pienso un poco antes de acceder a su invitación, pero son sus ojos, llenos de un fervor que me contagian, los que me convencen de una buena vez. Así que con la misma amabilidad que él me ofrece, extiendo mi mano para aceptar la suya. El tacto es cálido, suave y me produce una sensación de alivio que nunca había sentido. ¿Es este el poder de un ángel? Es decir, me está llenando de una paz tan esperada, que apenas y me doy cuenta cuando entramos al mausoleo. Sus cadenas bambolean de un lado a otro y es cuando noto que van directo a empotrarse en una extraña cama de piedra en el centro. El mausoleo parece ser muy pequeño por fuera, pero estando dentro, rodeado de paredes blancas y brillantes, da la sensación de que te hu

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