—Así es…—inquiero—, ¿cómo te apresaron? —Sí —respondió él en un susurro. Hubo un silencio en el que el libro comenzó a desdibujarse para quedar en blanco otra vez—. Debes pensar en lo que quieres saber mientras sostienes el libro, entonces él te lo mostrará. Lo hará siempre y cuando esos recuerdos ya hayan sido escritos en él. Raziel deposita el libro en mis manos. —¿Qué debo…preguntar? —estoy nerviosa y siento que cometeré algún erros. Raziel lo nota, porque coloca sus manos en mis hombros con cariño y me mira con ternura. —Lo que sea que quieras saber. > —¿El libro sabe cómo sacarte de aquí? —No lo sé, pero mi esperanza es que sí. Si tuvieron la…—se lo piensa un poco antes de decirlo— decencia de colocar como me apresaron. Quizá también la de cómo sacarme. Entonces cierro