Olvidaba lo nerviosa que me ponían los exámenes, pero supongo que me ha ido bien, al menos siento que sabía la respuesta para la mayoría de las preguntas. Entro a la fundación para buscar a Mili y como siempre, todos me saludan amablemente, aunque bueno, en esta ocasión también me felicitan por mi matrimonio con Gabriel y es que la noticia se ha regado fácilmente por aquí. Al llegar al consultorio de mi esposo, llamo a la puerta y al escuchar su voz del otro lado diciéndome que puedo pasar, abro la puerta y muero de amor ante la imagen que tengo frente a mí. Se ve guapísimo con la pequeña en brazos y rio cuando ella juega con su cabello y lo jala. —Princesa, no —digo acercándome a ellos y tomo las manitos de Mili—. No le jales el cabello a tu papá, eso le duele —le pido y la forma en la

