GRACIELA No se iba a negar, ¿verdad? A la voz de “bésame”, Lucas ha obedecido diligentemente. Está empapado aún por la ducha, pero huele rico y no parece tener intención de parar. Una razón más para hacer lo que pretendo. Él… me ha regalado el tiempo más valioso de su vida. Tiempo valioso, que debería utilizar para acompañar a su madre en sus últimos días. Pudo hacerlo, pero no lo hizo. Por mí. Yo quiero regalarle todo de mí, también. Me aferro a él con fuerza y lo atraigo más cerca de mi cuerpo. Su respiración se agita a la par con mi corazón. Mi cuerpo tiembla mientras que el suyo se tensa, alerta, como si de pronto lo asechara un gran peligro. —Graciela, espera —se incorpora. Aprieto los puños sobre las sábanas cuando se coloca de pie. —¿Qué sucede? —pregunto vacilante. No, L