Natalie
—Aquí está el jugo, señorita Natalie.
Traté de sonreír, respirando con calma para que mis latidos no se aceleraran más de lo necesario.
Sentía la mano de Chris acariciar mi espalda con el mayor cuidado posible, mientras una y otra vez, mi mente repasaba aquella caída.
¿De verdad mi primo estaría bien?
—Tranquila, luego iremos por él —contestó Chris, a mis temores internos—. Lo importante ahora es que tú te calmes para no tener un ataque o algo así.
Asentí rápidamente, viendo cómo mis manos seguían temblando.
—Parece que pasa algo —comentó Adam, sacándome de mi trance. Miraba por la ventana hacia el patio, en donde muchos alumnos se hallaban reunidos.
—¿Qué sucede? —preguntó Chris, acercándose. De pronto, un compañero entró de golpe al salón.
—¡Dicen que un chico de la esc
