El grito estalla en mi garganta antes de que mis ojos puedan siquiera abrirse. Me despierto jadeando, con el corazón golpeando mis costillas como si quisiera escapar de mi pecho. La habitación está a oscura, pero el terror no necesita luz. Lo siento todavía en mi piel, como brasas encendidas. Rebeca con la mirada perdida. Alice con la boca torcida en una mueca de crueldad. David sobre mí mientras intenta atacarme y no con una jeringa, sino con un cuchillo. Todo ocurre al unísono antes de que todos terminen cubiertos de sangre. Me siento en la cama con torpeza, mis manos buscan mi rostro y lo cubren. Estoy empapada en sudor, el camisón pegado a mi cuerpo como una segunda piel húmeda. Mis pulmones no logran llenarse del todo Y me cuesta respirar, es como si la pesadilla hubiese dejado un pe