—¿Y creéis que he venido aquí para otra cosa? —repuso cerrando la puerta en la cual apoyó la espalda como para impedir que nadie entrase—. Pues ¿para qué os imagináis que me he abierto paso hasta aquí a través de tantos peligros y obstáculos, sino para salvaros? Emma y Dolly se abrazaron con inefable júbilo, dando gracias al cielo por aquel auxilio inesperado. Su liberador dio algunos pasos hacia la mesa pasa dejar la antorcha, y volviendo a tomar su primera posición, se quitó el sombrero y las miró con expresión risueña. —¿Tenéis noticias de mi tío, caballero? —preguntó Emma con ansiedad. —¿Y de mis padres? —añadió Dolly. —Sí —dijo—, buenas noticias. —¿Están vivos, sanos y salvos? —preguntaron las dos a un tiempo. —Vivos, sanos y salvos —repitió. —¿Y cerca de nosotros? —No puedo d