LXXIV Dennis, a quien habían detenido también a una hora avanzada de aquella misma noche, fue conducido al cuartel de policía más inmediato, y el sábado le hicieron comparecer ante un juez de paz. Como los cargos que sobre él pesaban eran numerosos e importantes, y habiéndose probado en particular por el testimonio de Gabriel Varden que había atentado contra la vida del cerrajero, fue enviado ante el tribunal de primera instancia, consiguiendo además la distinguida honra de ser considerado como uno de los jefes del motín y de oír de boca del magistrado la lisonjera seguridad de que se hallaba en inminente peligro y que debía esperar el más severo castigo. Se atribuiría a Dennis un fondo de filosofía estoica mayor del que poseyó jamás si se dijera que no conmovieron demasiado a su modesti