—Sois un verdadero cristiano, señor Varden —dijo sir John—, y esa noble cualidad acrecienta más el deseo que os he expresado ya de que toméis asiento. —Me ha dicho —continuó Gabriel mirando con firmeza al caballero— que me había enviado a llamar porque, como verdugo de Su Majestad, no tenía amigos ni compañeros, y porque creía, según la franqueza con que había declarado delante del tribunal, que debía de ser un hombre leal y que cumpliría exactamente lo que tenía que encargarme. Añadió que como huían de él todos los que sabían cuál era su profesión, hasta las personas de la más miserable condición, y viendo cuando había ido a reunirse con los rebeldes que aquellos con quienes se había asociado no lo sospechaban —y creo que no ha mentido porque tenía entonces por compañero a un joven que h