—Giulio se fue a tu clan sólo porque te consideraba más que a mí, siendo su primo —comenzó a argumentar Stefano entonces—. Y eres incapaz de respetar eso, porque por primera vez en tu insensible vida estás sintiendo algo que no sea tu grandeza —suspiró, para luego darle paso a su sonrisa típica—. Puedes sacar a la prostituta del país, puedes llevarla donde quieras, pero la encontraré y la mataré disfrutándolo hasta el último instante.... —mantuvo una sonrisa diabólica al imaginar ese momento y Franco tensó su mandíbula, porque odiaba que alguien hablara tan deliberadamente de ella—. Y luego —lo miró entretenido—, mataré a todos tus colegas, tu fiel clan de perros falderos y consecuentemente, te quedarás solo. Franco ladeó una sonrisa tras oír eso último, pues sabía que Stefano ni siquiera