Alex:
Me hubiese encantado ver a Franki con esos ojos rojos y llenos de desesperación como los que tenía Leonard, pero no, no fue él, ¿Qué había ocurrido?. Pues bueno, cuando yo entre a la cocina para servirle la fruta a Camila miré a uno de los hombres de Franki acosando a una de las sirvientas, esos malditos no valoraban el trabajo honesto, “Malditos cabrones”.
—Si él señor Fiorelli se entera que está aquí retrasando a su personal, seguramente se molestará— comenté mientras cortaba la fruta.
—¿Qué dijiste zorra?— me preguntó y se me acercó, queriendo intimidarme, él no me intimidaba ni un poco, tomé el cuchillo con el que partía la fruta de Camila y me voltee para ponerlo en su garganta asquerosa.
—Que me estás estorbando y el señor Fiorelli no es paciente, ahora mueve tu culo o lo muevo por ti—dije ejerciendo un poco de presión en su garganta, aquel hombre se alejó de mí y me miró con furia.
—Un día de estos te voy agarrar sola— gruñó el hombre y metió la mano en el plato que era para Franki, tomó un trozo de lechuga y se lo echó a la boca para luego marcharse, “Te mataste tu solo, idiota”, pensé mientras sonreía, pues ya había ideado un plan.
—¿Estás bien?— le pregunté a la empleada que lloraba.
Su nombre era Annie, era una eslovaca inmigrante, de apenas 24 años, soportaba los malos tratos solo por necesidad, Franki era un infeliz, pero al menos ayudaba a personas como Annie que no tenían documentos ni donde quedarse, el problema era que Franki no se enteraba de lo que sus hombres hacían, y esos pendejos se aprovechaban de eso, ellos se aprovechaba de todo y no les importaba.
—Si, señorita— me dijo y se apresuró a tomar una servilleta y limpiar sus lágrimas, me estaba dando la espalda, ese era mi oportunidad perfecta, de mi busto saqué el veneno especial para el idiota de afuera, y lo vertí en el plato lo más rápido que pude.
Miré como Annie se llevó el plato con mi toque especial de “Muérete maldito Franki”.
…….….
“Hay…, mierda” pensé cuando miré a Leonard toser sin control, si, esto era justo lo que no quería que pasara, ni modos, él también era una basura de persona, el mundo no lo necesitaba, así que no importaba si moría, de cualquier modo tuve que fingir preocupación y le hice la maniobra de Heimlich, claro eso no iba a funcionar de nada, solo no quería levantar sospechas.
Leonard se murió.....
—¡Dilo, ¿Quién fue?!— me gritó Ronnie y me sujetó del rostro, yo lo empujé con fuerza, ese maldito ¿Cómo se atrevía a tocarme?.
—¡No vuelvas a tocarme imbécil!— le grité, por un momento perdí el control y sentir su mano asquerosa en mi rostro me hizo perder el poco juicio que me quedaba, respiré hondo al ver su cara de asombro.
—Uno de tus hombres le metió la mano a tu plato— le dije a Franki, quien me miraba también con asombro e intriga. —Annie, dile quien fue, antes de que este bruto te mate sin razón— dije mirando a Ronnie.
Annie me miró, y luego miró a Franki. —Fue Víctor— dijo ella.
—¿Y tú lo viste poner veneno en la comida?—Preguntó Franki.
Annie iba responder, pero seguramente iba a decir algo estúpido.
—Aparte de que íbamos a ser violadas también íbamos a ser asesinadas por una cosa que no hicimos— yo me incluí y bufé fingiendo enfado, tenía que ejecutar bien mi papel.
—¿Violadas?— Preguntó Franki un poco confundido, era un hombre imponente, pero aún así, algunos se burlaban de él apenas se daba la vuelta.
—Si, ese idiota tocó a Annie y también trató de tocarme a mi, ¿Cómo cuida a sus empleados señor Fiorelli?— lo cuestioné sin pensarlo.
Franki me miró con ganas de verdad matarme, no me importaba en lo más mínimo.
—¿Eso es verdad Annie, Víctor te tocó?—Preguntó él sin apartar la vista de mi.
—Si señor, es verdad, si no hubiera sido por la señorita Alexandra, no se que hubiera pasado.
Franki miró a uno de sus hombres y le ordenó traer a Víctor, me sentí aliviada, pero aún no podía cantar victoria.
No pude ocultar mi sonrisa al ver a Víctor con una cara de terror sobre él, ya no se veía tan hombre como hacia un rato.
—¿Estabas en la cocina?— le Preguntó Franki con tranquilidad, tranquilidad que aterraba a cualquiera.
—Si señor, pero…
—¿Qué estabas haciendo ahí?, no es tu lugar de trabajo.
—Señor yo…
—¿Metiste tu mano en mi plato de comida?.
—Si, señor pero yo no…
Un disparo….
Ronnie le disparó en la cabeza a Víctor, de alguna manera ver esa escena me robó el aire, yo los odiaba y por eso no podía sentir nada más que odio hacia ellos, pero ver aquello me hizo sentir un poco de miedo, Ronnie estaba loco y Franki estaba peor que él.
Ronnie le escupió al cuerpo de Víctor y me miró como si yo fuera la siguiente. Fue ahí qué me di cuenta de que esto no era un juego, los hermanos Fiorelli eran peligrosos.
—Ronnie, ¿Por qué mierda hiciste eso?, ¿Quién carajos lo va a limpiar?— Preguntó Franki, estaba más preocupado por su piso que por el muerto, así de insensibles eran los hermanos Fiorelli.
—Yo me encargo— dijo Ronnie.
Franki bufó y miró a sus hombres. —No quiero ver a nadie fuera de su lugar de trabajo, si me entero de que acosan a las empleadas yo mismo les cortaré la v***a…, Tutora, ven a mi despacho— ordenó Franki, yo no tuve más remedio que seguirlo hasta su despacho, me esperó en la puerta y la cerró una vez que entré, algo me decía que las cosas iban a ponerse mas complicadas debido a mi error.
Franki fue a su escritorio y de un cajón sacó una cajetilla de cigarros, me ofreció uno y yo negué, él encendió el suyo y dio una gran calada de humo. —¿Es verdad?— me preguntó mientras me acorralaba al escritorio.
—¿Señor?— pregunté sin entender.
—Mi hermano me dijo que eres gay, ¿Es verdad?— Franki estaba invadiendo mi espacio personal, tenía ojos aceitunados claros y una ligera barba que empezaba a salir de nuevo, su cabello bien peinado y aquel perfume que emanaba de él.
—Si, es verdad— respondí tratando de mantener mi compostura.
—Yo no me lo creo— me dijo Franki mientras me susurraba al oído.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo, quería golpearlo en las pelotas y escupirlo hasta la muerte, ¿Quién se creía que era?.
—¿Que tengo que hacer para que me crea?, ¿Coger con mi novia delante de usted?.
Franki se alejó y me miró, creo que no le agradaba como yo le respondía, pero no podía evitarlo, no podía evitar odiarlo.
Cuando estaba cerca de él, quería gritarle cuanto lo detestaba.
—El que yo sea gay no afecta mis capacidades para cuidar de Camila, ¿O acaso es homofóbico?.
—No, no lo soy, solo es curiosidad, cada que me miras así, me da la impresión de que me odias, ¿Es así?— Me preguntó mientras iba a su silla, se sentó en ella, observándome con cuidado, tratando de entenderme, no había nada que entender de mi.
—No señor, en lo absoluto— mentí.
—Viajaremos a Miami el fin de semana, son vacaciones familiares, y tú vendrás para que te ocupes de mi hija.
—Si señor.
—Lo que viste hace un momento…ni una palabra a nadie, ¿Entendido?.
Yo asentí.
—Ya puedes retirarte.
—Con permiso— dije un poco aliviada, mi plan falló, fracasé en mi intento de matarlo.
—Trae a tu novia, tu también necesitas diversión— me dijo Franki antes de que yo saliera de su despacho.
“Maldita sea”
……
Alex:
“Carajo, mierda, ¿Y ahora que?”, me di la vuelta y miré su estúpida sonrisa, “A ya veo”, solo me esta probando, bien.
—Discúlpeme señor pero no creo llevarla, no me gusta mezclar el trabajo con el placer, eso no es profesional— dije con honestidad.
—En cambio a mi me encanta— dijo Franki, aquellas palabras parecían venir con doble sentido.
—Prefiero tener toda mi atención en Camila— continúe explicándome.
—Bueno, no te preocupes ya veremos cómo divertirnos.
Salí de su despacho insultándolo en mi mente y fui con la pequeña Camila, ella estaba jugando con unos caballitos de madera en el suelo, me miró fijamente y corrió a mis brazos.
—¿Qué ocurre Camila?— le pregunté mientras la abrazaba, ella parecía un poco asustada.
—Brenda me dijo que ella iba a ser mi nueva mamá, yo no la quiero a ella, te quiero a ti.
¿Quién mierda era Brenda?, yo fruncí el ceño, ¿Cómo le explicaba a una niña* qué nunca jamás en la vida yo me fijaría en la escoria qué tenía como padre.
—No le hagas caso a Brenda, yo voy hablar con ella para que deje de decirte esas cosas, ¿De acuerdo?.
—¿De verdad no va ser mi mami?.
—No— respondí sin saberlo con exactitud, acosté a Camila en su cama y como de costumbre le leí un cuento para que se durmiera, fui al despacho de Franki para informarle sobre las preocupaciones de su hija, yo solo esperaba que ese inútil pudiera hacer algo por la pequeña y hablara con la tal Brenda, después de todo, ese era su deber.
Llegué al despacho y entonces escuché esos gemidos tan raros, miré por la rendija de la puerta y Franki se estaba cogiendo a una sirvienta, la tenía contra el escritorio mientras que la penetraba por detrás, la mujer hacía ruidos realmente raros, era ridículo, ¿Acaso no sabía que una Infante vivía aquí y era su hija?.
—Cierra la boca— le dijo Franki a la mujer, yo no pude evitarlo, me reí, pues al parecer él también pensaba lo mismo de sus gemidos, que más bien parecían alaridos de perro moribundo, los gemidos se apagaron y de pronto me di cuenta de lo que hice, me delaté yo sola.
—¿Quién esta ahí?.
Yo no respondí, estaba por salir corriendo cuando la puerta del despacho se abrió.
Entonces me di cuenta de algo, Franki era difícil de matar por qué siempre estaba con sus lacayos, excepto…. cuando estaba fornicando, ¿Cómo no lo pensé antes?, tuve una maldita epifanía justo en ese momento, empecé a dudar de mi coeficiente intelectual, la respuesta estuvo en mis narices todo este tiempo.
—¿Estabas espiando?— me preguntó Franki un poco molesto, yo también lo estaría, le acababa de cortar la inspiración.
—No señor, quería hablar de algo importante con usted, pero me di cuenta de que estaba ocupado— respondí con inocencia y sin darle tanta importancia. —Debería de tener más cuidado, Camila pudo verlo como la última vez, póngale seguro a la puerta por lo menos.
Franki se recargó en el marco de la puerta y cruzó sus fuertes brazos sobre su pecho, su entrecejo estaba ligeramente arrugado, y su camisa estaba desabotonada dejando ver su musculoso abdomen y su pecho marcado.
—Gracias por el consejo, ahora dime ¿De que te reías?— Preguntó.
—De un chiste del que me acordé— respondí.
—¿A si?, Pues adelante cuéntamelo.
—No creo que tengamos el mismo sentido del humor señor.
La empleada se paró junto a Franki y me miró de pies a cabeza, esa empleada se encargaba del lado oeste de la casa, por eso era que yo no la conocía, hasta ese momento qué la vi por primera vez.
—Mira tutora no…
—¿Conoce a una empleada que se llama Brenda?— le interrumpí al señor Franki, no quería escuchar sus reproches sin sentido.
—Yo soy Brenda— respondió la mujer que estaba junto a Franki.
“Ya veo”.
—¿Y usted será la nueva madre de Camila?— pregunté sin darle vueltas al asunto.
Brenda me miró con ojos saltones e instantáneamente miró a Franki.
—¿Por qué preguntas esas tonterías?— me preguntó Franki.
—Ah bueno, es que la señorita aquí presente se metió al cuarto de Camila y le dijo que ella iba a ser su nueva mamá, Camila por supuesto estaba un poco alterada, al parecer no te quiere como su madre—dije mientras miraba a la fulana.
—No, no, eso no es verdad Franki— dijo Brenda al ver la mirada asesina de él sobre ella.
—¿Entonces Camila es una mentirosa?— pregunté echándole leña al fuego para ver a la bruja arder.
—No, no, pero tal vez ella me entendió mal— dijo Brenda tratando de salvar su pellejo.
—En primer lugar tú no tienes nada que hacer en el cuarto de mi hija, y en segundo lugar tú yo no somos nada, eres mi empleada, que no se te olvide tu lugar, ahora fuera de aquí.
La pobre mujer tenia los ojos vidriosos, yo le estaba haciendo un favor, si se metía con la mierda de Franki las moscas la iban a seguir por siempre, “Agradéceme luego, sufre por ahora”.
Brenda se fue a paso rápido y yo también estaba por irme cuando Franki me sujetó del brazo para detenerme.
—Acabas de arruinarme mi polvo, ¿Qué vas hacer al respecto?.
—¿Quiere que le traiga otra empleada?—pregunté mientras miraba su mano sobre mí brazo.
Franki me soltó y sonrió. —No, voy a salir a buscar algo mejor.
………….
Franki:
Esa maldita mujer me quería volver loco, yo no me tragaba ese cuento chino de que ella era gay, yo mismo lo iba a comprobar, ella tenía algo, algo que me gustaba y a la vez me exasperaba, tal vez era su prepotencia, no, no era eso, era algo más…creo que era el que yo no le atraía, más bien parecía que me odiaba, ella dijo que no, pero casi podía jurar que ella me detestaba con todo el corazón,
Tenía ganas de follarla y de hacerla gritar de placer, tenía ganas de lamerle hasta el a….
—Mira esto— me dijo Ronnie y me lanzó un periódico a mi escritorio.
—¿Y está mierda que?.
—El hijo de Franco llegó a Italia está mañana, el muy pendejo dice que va a decir todo lo que sabe, ¿Y si nos menciona?.
—No lo va hacer– le dije muy seguro de eso.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?.
—Antes de que lo agarrara la policía yo hablé con él, yo cuido a su familia y a cambio, él mantendrá la boca cerrada.
—¿Por qué yo no estaba enterado?— me preguntó Ronnie.
—¿Tengo que decirte también cuando voy a cagar?.
—Soy tu hermano, ¿es mucho pedir que me informes sobre si tengo que cuidar mi cabeza o no?.
Ronnie se estaba molestando y me estaba molestando a mi.
—Creí que mi esposa ya se había ido, deja de joderme, si yo no me preocupo tu tampoco tienes que hacerlo— le dije tratando de calmar los ánimos.
—¿Mañana a qué hora sale el avión a Miami?.
—En la tarde, como a las 6.
—¿Estás seguro de querer llevar a Camila?.
—Si, yo haré mi trabajo y mientras tanto Camila puede divertirse, la tutora va a cuidarla.
—¿Por qué no la despides?.
—¿Por qué haría eso?.
—Ella me rechazó– dijo Ronnie un poco frustrado.
—¿Y eso que tiene que ver conmigo?, Mira Ronnie, busca otra mujer y punto, no la voy a despedir por que ella cuida muy bien de mi Camila.
—Muy bien, ya me pedirás un favor.
—¿Tan enculado quedaste con ella?– pregunté mientras encendía un cigarro.
—Ella es la mujer de mis sueños, es lista, bonita, ¿Y has visto el culo que tiene?.
¿Qué si lo había visto?, Por supuesto que lo había visto, solo un ciego no podría verlo.
..........
Alex:
Estaba alistando la maleta de Camila, le puse algunos trajes de baño, bloqueador, sus sandalias, sus juguetes preferidos, sus vitaminas, todo lo que una niña de tres años puede necesitar, tomé la maleta y salí al pasillo, no sabía cuáles eran realmente los planes de los Fiorelli, pero eso de “Vacaciones familiares” era pura mierda.
—Déjame te ayudo.
Me sobresalto escuchar la voz masculina de Franki, tomó la maleta de su hija y me la arrebató para bajar al primer piso, yo lo odiaba, pero no era ciega, Franki tenía una espalda fornida y un trasero que te daban ganas de tocarlo, esa clase de hombres jamás serán fieles por qué siempre tendrán mujeres a su alrededor.
En fin, subí a la camioneta junto a Camila, ella estaba en su silla de seguridad, estaba emocionada por qué vería la playa, también iba Nana, no se llamaba Nana pero Franki así la llamaba y yo no me molesté en pedirle su nombre, así que yo también la llamaba así.
Franki iba conduciendo y de copiloto llevaba a uno de sus hombres, una camioneta más, nos seguía con Ronnie dentro y cuatro hombres más, condujo hasta que llegamos al aeropuerto.
Creí que pasaríamos por los controles del aeropuerto pero no, medio nos revisaron y nos dejaron pasar, el maldito tenía un puto avión privado, ¿Cuántos hombres se dan el lujo de tener aviones privados?, Creo yo, que muy pocos, subimos al avión y nos sentamos en unos cómodos sillones, el avión aún no despegaba cuando algo pasó.
—Nana, lleva a Camila a la primera sección y ocúpate de ella hasta que aterricemos— ordenó Franki mientras me miraba, esperando algo de mi, pero no sabía que, además yo no le daría nada de mi, nada.
En esa sección del avión solo estábamos, Franki, Ronnie, cinco hombres de Franki y yo, ¿Qué si me sentí dichosa entre los hombres?, Mierda claro que no.
De pronto seis bonitas mujeres subieron al avión y cada una se fue con uno de los presentes.
—Tu atenderás a la bella dama— le dijo Franki a una de las mujeres, ella era bonita no lo niego, usaba un vestido rojo ajustado y tenía una piel bronceada, tenía el cabello sujeto en una coleta y sus ojos eran de un castaño claro.
Se sentó en mis piernas y empezó a besarme el cuello, Franki no dejaba de verme, él sabía que yo le mentía, así que tenía que hacer algo ahora o morir por mi mentira.
Yo miré a la bella morena y busqué sus labios, la besé con mucha pasión imaginando que era el maldito Brad Pitt, imaginé a muchos actores, pero los senos de aquella mujer restregándose en mi cuerpo, me recordaban mi realidad, no, definitivamente las mujeres no eran lo mío.
Tuve que forzarme a mi misma a continuar pues todos me miraban, excitados y divertidos, y solo una mirada era de odio, me puse de pie y tomé a la morena de la mano.
—¿A dónde van?— Preguntó Franki.
—Las mujeres van al baño en pareja, todo el mundo lo sabe— le respondí y miré a la morena que se reía de mi respuesta, entramos al baño juntas y nos miramos una a la otra, ella parecía que no quería tener sexo lésbico, yo no tenía nada en contra pero no era lo mío, yo tampoco podía hacerlo.
—¿Te gustan las mujeres?— pregunté.
—Me gusta el dinero— respondió ella.
“Touche”
—Estoy en mis días no puedo tener sexo, pero si no fingimos, Franki no te pagará a ti y no me pagará a mi— dije mientras me acomodaba en aquel pequeño lugar.
Llegamos a un acuerdo, y ella empezó a emitir gemidos de placer mientras yo la miraba, por supuesto no hicimos nada, después de un rato salimos del baño y fuimos a nuestros asientos.
Esa fue “mi primera experiencia lésbica”, si, tendría buenas historias para contarle a mis nietos, si es que no moría antes...