Franki:
Esa maldita mujer creía que podía jugar conmigo, usar su maldito lenguaje para hacerme sentir estúpido, yo solo me imaginaba la forma en que podía lamer esos enormes senos que ella tenía, y ese abdomen tan bien marcado, pero su sonrisa me irritaba de un modo que no puedo siquiera explicar, era como si ella me odiara, tenía que estarme volviendo loco, además la maldita tenía razón, no podía castigarla aunque quisiera y eso era lo que más me irritaba.
Salí de su habitación muy enojado y fui directo a mi despacho, ¿Quién fue la idiota que dejó ir a mi hija a ese lado de la casa?, Y lo más importante, ¿Qué había visto mi pequeña Camila?.
—Oye hermano…— Ronnie entró a mi despacho sin tocar como de costumbre y me miró fijamente. —me acaba de hablar Matías…¿Pasó algo?, ¿Por qué traes esa cara?.
—No es nada, ¿Qué guardia estaba cuidando la entrada del lado oeste de la casa anoche?.
—Creo que Máx, no lo sé, ¿Quieres que lo investigue?.
—¿Por qué mierda crees que lo pregunto?, Claro que quiero que lo investigues.
—¿Por qué estás tan irritado?.
—La maldita tutora me regañó por qué Camila se escapó y nos vio anoche, la maldita sé atrevió a echarme la culpa a mi.
Ronnie se rio. —Esa mujer, si hubiera nacido hombre, seguramente hubiera tenido unas enormes pelotas— dijo Ronnie muy divertido.
—Olvídate de que te casarás con ella, no la quiero siendo parte de la familia— le dije a Ronnie, esa mujer nunca sería parte de la familia, era prepotente y parecía de esa clase de mujeres que no sabe que lugar le corresponde en el mundo.
—Ya lo olvidé, de cualquier modo le gustan las mujeres, incluso tiene novia— dijo Ronnie borrando la sonrisa de su rostro.
—¿De que hablas?.
—Anoche fui a buscarla y resulta que no le gustan los hombres, me dijo que era gay, que maldito desperdicio de mujer.
Jajajaja, yo no me creía eso, ella era muy femenina, siempre olía bien, se veía muy estética, siempre usaba tacones altos y pantalones ajustados, dejando ver su bien formado culo, no, ella de ninguna puta manera podía ser lesbiana.
—Algo no me gusta de ella— le dije a Ronnie.
—Pues solo despídela y ya.
—No, sabes que, dejémosla un rato más, si lo pienso bien, ella ha sido buena con mi hija, ya veremos qué es lo que trama, si se pasa de lista voy a empalarla en mi patio trasero.
—Eres un maldito enfermo Franki, en fin, esta noche tenemos que hacer la compra.
—Yo no voy, encárgate tú.
—¿Estás seguro?.
—Si, vendré temprano a casa, ¿que pasó con la mercancía?.
—Se perdió, mañana llega otra, atraparemos al soplón, no te preocupes, ya esta todo arreglado.
—Bien, en cuanto al guardia, despídelo y pon a otro, investiga quien fue la sirvienta que cuidaba de Camila y también despídela, la gente incompetente no me sirve.
.........
Estaba en la oficina de mi empresa tratando de concentrarme en mi trabajo, pero por alguna razón no podía dejar de pensar en los bonitos senos de la tutora, yo los había visto, ese abdomen plano y esa piel blanca y firme.
Empezaba a sentir calor y una necesidad difícil de ignorar. —Ven a mi oficina— le dije por el intercomunicador a mi secretaria, mi secretaria no era nada del otro mundo, pero daba unas buenas mamadas, no las mejores, pero si unas muy buenas, en tiempos de hambruna, hasta un plato de arroz es bueno y justo ahora, no iba a ponerme quisquilloso.
—¿En qué le puedo ayudar señor?— Preguntó Kenia mi secretaria, era del tipo curvi, estaba llenita pero eso le sentaba bien y se veía muy sensual hasta cierto punto.
—Tengo algo para ti, cierra la puerta con seguro— le ordené.
Kenia comprendió de inmediato, era lo que me gustaba de ella, no tenía que explicarle nada dos veces, tenía intuición.
En mi mente aún estaba la tutora, y eso de algún modo me excitaba aún más mientras Kenia me chupaba la v***a y gemía para mi.
—Alexandra…— dije sin pensarlo, ¿por qué mierda dije su nombre?, me percaté de lo que dije justo después de cerrar la maldita boca.
Kenia no se detuvo y continúo masturbándome con su jugosa boca, quería no pensar en ella, así que levanté a mi secretaria y la empuje en mi escritorio, dejando su culo hacía a mi, levanté su ajustada falda y la folle tan duro qué sus gemidos se volvieron gritos ahogados.
—¡Si Franki!, ¡Oh si!...
Cuando por fin terminé me quedé un poco pensativo, ¿Acaso me estaba obsesionando con ella?, No, creo que solo tenía ganas de cogérmela y ya, sí, eso era, solo era atracción s****l, me hacía falta más sexo y punto.
Kenia salió del baño y me miró con una sonrisa. —¿Necesita algo más señor?.
—No, gracias— dije mientras sacaba un cigarro.
Esa misma noche regresé a casa temprano, no tenía mucha hambre pero hoy quería cenar junto con mi hija, así que pedí que me sirvieran un plato para comer con ella.
—Mira papi, Alex me lo hizo– dijo Camila con su tierna voz y me mostró su pequeña mano, en ella estaba dibujada una mariposa de color rosa.
—Esta muy bonita cariño— dije dándole mi mejor sonrisa, mi hija era la única que merecía todo mi cariño.
Miré a la tutora, ella estaba sentada junto a Camila asegurándose de que mi pequeña comiera sus alimentos, no parecía siquiera percatarse de mi presencia, eso de algún modo me molestaba, que ni siquiera me notara, cuando muchas otras se morían por que me las cogiera de una.
—Te traeré un poco de fruta, espérame un momento— le dijo Alex a Camila.
—Siéntate— le ordené. —Para eso está la servidumbre— dije aprovechando el momento para mirarla fijamente.
—No tengo problema por hacerlo yo misma, no me hace ni más ni menos, además me gusta hacer estas cosas por Camila— dijo Alex y me desobedeció, esta mujer quería ser azotada, muy bien, si ella así lo quería, no pude evitar mirarle el trasero mientras entraba a la cocina, debía admitir qué era buena en su trabajo, mi hija se veía saludable y más feliz.
Ronnie llegó junto con Leonard, un buen amigo que era dueño de uno de los clubs en el que más movíamos mercancía.
—Hola Franki, hola Cami, que grande estás— dijo Leonard con una sonrisa genuina.
—Hola tío— dijo Camila sin ponerle mucha atención.
—Hola, ¿Cómo está todo?— le pregunté a Leonard.
Una de las sirvientas trajo un plato de comida para mí.
—De echo, sobré eso quería hablarte.
—Bueno, justo ahora estoy cenando con mi hija, siéntate, quédate a cenar conmigo y hablamos en mi despacho después— dije evitando tener este tipo de conversaciones frente a mi hija.
Ronnie también se sentó.
Por cortesía le di mi plato a Leonard y espere a que la empleada me trajera uno, Alex regresó a la mesa con un plato lleno de fruta y a Camila se le iluminaron los ojos de ver la fruta en forma de animalitos, si, esa mujer en verdad sabía cuidar de mi hija.
Sirvieron los demás platos y entonces si, empezamos a comer.
—¿Ella es la tutora de la que me hablaste Ronnie?– Preguntó Leonard mientras miraba a Alex, yo conocía esa mirada de perversión, no podía culparlo, Alex era una mujer muy hermosa.
—Ah si, es ella, Alexandra el es el señor Leonard, Leonard ella es Alexandra— dijo Ronnie sin mucho interés, estaba decepcionado y eso se podía ver.
—¿No te gustaría trabajar para mí Alex?, Tengo dos hijos, te pagaré mejor que Franki— dijo Leonard.
Yo estaba por objetar pero Alex me ganó.
—No gracias— dijo sin siquiera mirarlo.
Leonard sonrió.
—No Alex no te vayas— dijo Camila un poco preocupada.
—No cariño no me iré, el señor solo está jugando— le dijo Alex para calmarla.
—Deja de molestar a mis empleados y a mi hija— le dije a Leonard.
—No quería quedarme con las ganas— me dijo Leonard sonriendo y continúo comiendo, si claro, no quería quedarse con las ganas de poder cogerse a mi tutora.
De pronto Leonard empezó a toser sin control, ¿se estaba ahogando?.
—Maldita sea Leonard, traga despacio— dijo Ronnie mientras le daba de palmadas en la espalda.
Leonard empezó a ponerse morado, sus ojos se estaban poniendo do color rojo y llorosos, ¿Qué carajos le estaba pasando?, Ronnie empezó a preocuparse por él, al igual que yo.
—Leonard respira— decía Ronnie al verlo ahogarse y toser sin control mientras se sujetaba la garganta.
Yo tuve que levantarme y tratar de ayudarlo, Leonard empezó a entrar en desesperación y se agarraba, mientras me miraba con sus ojos saltones y venosos, en busca de ayuda, al parecer no podía respirar.
—Esperen, déjenme intentar algo– dijo Alex y lo abrazó por la espalda, empezó a presionar su estómago pero eso no estaba funcionando, Leonard se estaba muriendo.
Alex me miró y me hizo señas hacia Camila que estaba muy atenta a lo que ocurría.
—¡Bertha!— le grité a la sirvienta que estaba con las manos en la boca asombrada y asustada, —¡Lleva a Camila a la cocina!.
Bertha reaccionó y se llevó a Camila en brazos, Alex aún trataba de ayudarlo pero de pronto Leonard desmayó por no poder respirar, su cara ya estaba de un morado oscuro.
Leonard se cayó al piso y Alex le abrió la boca para revisarlo.
—Su garganta está hinchada, debe de ir al hospital— dijo Alex, mientras me miraba un poco preocupada.
—Olvídalo, Ronnie llama al doctor— ordené, no quería involucrarme en problemas, ir a un hospital, ni pensarlo.
Para cuando el doctor llegó ya era demasiado tarde, Leonard se había muerto por asfixia, si, nunca había visto a alguien morir por esos motivos, era algo nuevo y lamentable.
—¿Qué carajos le pasó?— pregunté desconcertado, en un momento estaba bien y al otro ya se había muerto.
—Creo que fue envenenado—respondió el doctor mientras examinaba el cuerpo.
—¿De que hablas?, Yo no lo quería muerto— dije sin comprender que mierda le había pasado.
—El plato no era para él, era para ti Franki— dijo Ronnie mientras me miraba, tenía razón, yo le había dado mi plato de comida.
—Tráela— le ordené.
Ronnie se fue y al poco rato regresó con una de las cocineras, la traía de los cabellos mientras está gritaba y lloraba por piedad.
—Míralo perra, ¿Qué fue lo que le hiciste?— le preguntó Ronnie a la cocinera mientras le restregaba el rostro en el cuerpo inerte de Leonard.
La mujer gritó y sollozó. —Yo no lo hice señor.
—¿Si no fuiste tu entonces quien?, ¿Querías envenenar a mi hermano, no es así?— Preguntó Ronnie.
—Yo…no señor, por favor.
—¡Dame un maldito nombre perra o te voy a volar los sesos!— Gritó mi hermano un poco alterado, Leonard también era su amigo, y el solo echo de pensar que pude ser yo, era algo que me hacía enojar.
—¡Señor Fiorelli!— gritó Alex al ver qué Ronnie golpeó a la mujer. —Yo se quién pudo ser— terminó de decir….