Capítulo 3. Ten cuidado.

1642 Palabras
Alex: Yo sabía que matar a Franki no iba a ser fácil, la primera razón, era que el desgraciado nunca estaba solo, siempre estaba con sus ‘lame huevos’ o con el imbécil de su hermano, para mí Franki era como un virus. Un virus al que había que estudiar y después eliminar, la primer semana, eso fue lo que hice, mientras cuidaba a Camila lo vigilaba de cerca, nunca llegaba temprano a casa, siempre llegaba demasiado cansado, pero Camila lo esperaba con emoción, así que Franki llegaba a acostarla, y cuando no llegaba Camila lloraba hasta que se dormía. No tenia un horario de llegada, el otro problema era que él y su gente se reunían en el ala oeste de la casa, y si yo no tenía una v***a colgando de mi, o era una puta costosa, no podía pararme en aquel lugar ni de chiste, tenía prohibido ir a ese lugar, así que no podía investigar lo que hacían ahí, pero era obvio que se reunían en ese sitio con gente peligrosa y para sus negocios turbios. Pero un día, la oportunidad perfecta se presentó. —Señorita Alex, ¿Ha visto a Camila?– Preguntó una de las sirvientas un poco angustiada. —No la he visto, creí que iban a bañarla— comenté mientras acomodaba mi ropa recién lavada. —Si, pero la niña se escapó, estábamos preparando la bañera y de pronto ya no estaba, ya la buscamos por toda la casa y no aparece. —No debe de estar lejos, ¿Ha hecho esto antes?. —No, por eso nos preocupa, ella nunca se escapa así. —Te ayudaré a buscarla— le dije a la sirvienta al ver su cara de preocupación, ¿Cómo una niña de tres años se les podía escapar?. En fin, dos de las sirvientas y yo empezamos a buscar a la pequeña niña, entonces se me ocurrió que podría ir al ala oeste, si me cachaban tendría una buena excusa y tampoco podrían culparme. No lo pensé más y fui hasta allá, para entrar a ese lado de la casa se tenía que atravesar el jardín trasero, y entrar de nuevo pero a esa sección, por suerte no había nadie cuidando la puerta, así que entre sin problemas. Una vez dentro, miré la enorme sala, estaba limpia, desde uno de los pasillos se oía música a lo lejos, caminé hasta ahí sin hacer ruido, y me sorprendí al ver a la pequeña Camila mirando a través de una puerta, en realidad no esperaba que ella estuviera jugando aquí. —¡Camila!—dije en voz baja, la niña volteo a verme y abrió sus ojos con miedo, le hice señas para que viniera hasta a mi y ella negó. Tuve que ir por ella, y pude ver qué era lo que la pequeña niña* miraba, dentro había unas mujeres desnudas bailando para Franki, Ronnie y otros tres hombres mas, estaban tomando y fumando, riendo y… drogándose, parecía una reunión de negocios, o tal vez sólo eran unos adictos libidinosos. Saqué mi teléfono y tomé algunas fotos con prisa. Tomé a Camila y la cargué para salir de aquel lugar, gracias al cielo nadie nos vio, bueno….eso pensé. —¿Por qué esas mujeres estaban sin ropa?— Me preguntó Camila con su tierna voz mientras la arropaba en la seguridad de su cama. “Por qué tu padre es un cabron”. —Tu padre tiene una agencia de modelos, y esa era una pasarela, viste que eran muy bonitas, como Barbees, así son las modelos. Camila asintió tratando de procesar la información en su pequeña cabecita, “pobre niña*”. Salí de la habitación de la pequeña una vez que se quedó dormida y fui a la mía, estaba por acostarme a dormir cuando alguien tocó a la puerta, yo rodé los ojos por qué sabía quién era, pues durante los últimos días había venido a mi habitación. Fui a abrir y si, efectivamente, era el imbécil de Ronnie, estaba borracho, apestaba y olía a cigarro y tenía un polvo blanco en la nariz, era un asco. —¿Ocupa algo señor Fiorelli?— pregunté sin abrir del todo la puerta, no quería arriesgarme a tenerlo dentro de mi habitación. —¿No me invitas a pasar?— Preguntó Ronnie arrastrando las palabras. —Ya es muy noche, tengo que madrugar— respondí. —¿Por qué eres tan fría conmigo?, ¿Acaso no te agrado?. —Solo estoy aquí para cuidar de Camila, no para que me agrade usted o alguien más. Ronnie sonrió y me señaló. —Por eso me gustas, siempre tan correcta…, ¿Quieres ser mi esposa?— preguntó de repente. “Quisiera clavarte una daga entre los ojos, eso quisiera”. —¿Disculpe señor?— pregunté haciéndome la tonta. —Me gustas Alex, se mi mujer, no te faltará nada, ¿Qué dices?. —Lo lamento señor, pero yo… yo, soy gay, no me gustan los hombres, de echo, tengo novia—. Eso fue lo único que se me ocurrió para que me dejara en paz, aunque no estaba segura de si iba a funcionar. Ronnie me miro confundido y se enderezó. —¿Me estás jodiendo?— Preguntó un poco agresivo. —No señor, no me atrevería a hacer eso— respondí. —No es mi intención ofenderlo, pero no me gustan los hombres. —¡Carajo!...¡mierda!, ¿Estás segura que eres… lesbiana…tal vez podamos tú y yo… —Si, estoy segura, vomito a los hombres si trato de tener intimidad con ellos, no me gustan. Ronnie se miraba decepcionado, esa expresión me causó satisfacción, jamás estaría con un Fiorelli, prefería sacarme los ojos antes que estar con uno de ellos. Ronnie se fue y me dejó en paz, me zafé del problema, al menos por ahora. Esa noche dormí llena de satisfacción al solo recordar la cara de Ronnie, casarme con él, ja, por favor, sin duda el tipo estaba muy drogado. A la mañana siguiente me levanté muy temprano, estaba vistiéndome cuando de pronto, de golpe entró Franki, se veía muy enojado, me miró de pies a cabeza y me señaló, por supuesto que me asustó, ni siquiera me había vestido todavía y evidentemente no estaba para reclamarle. —¿Qué mierda estabas haciendo anoche?, ¿Acaso no te dije que no fueras al ala oeste de la casa?. “Carajo”, tomé la camisa roja que estaba por ponerme y empecé a meter los brazos con calma, tratando de no temblar por los nervios. —Fue un accidente señor—. Respondí mientras la abotonaba con cuidado, creo que mi tono tranquilo lo irritó, porque parecía que quería golpearme. —¿Un accidente?, ¿Me estás jodiendo?. —Lo mismo me preguntó su hermano anoche, no, no lo estoy jodiendo, su hija se le escapó a las sirvientas mientras iban a bañarla, así que la empezamos a buscar, y como no la encontrábamos, decidí buscarla en ese lado de la casa, antes de molestarlo a usted— dije mientras terminaba con mi camisa—La niña estaba ahí mirándolo a usted y a sus amigos, eso no hubiera pasado si el guardia que tiene en la entrada, no se hubiera ido a coger con una de las putas que usted suele traer, discúlpeme si soy muy directa, no me gusta andarme por las ramas. ¡Hay por dios! Me hubiera gustado tomarle una foto a la cara de ese imbécil, ¿Qué acaso las mujeres no pueden decir groserías?, o tal vez él no creía que alguien como yo pudiera usarlas tan directamente. —¿Quién estaba al cuidado de Camila?— Preguntó Franki, “Mierda no pensé en eso”, culpar a las sirvientas no era algo que quisiera hacer. —Una de las sirvientas, no recuerdo el nombre, pero no puede culparlas a ellas, Camila lo espera despierta todas las noches para que la arrope, ella solo lo estaba buscando— respondí echándole la culpa a él. Me senté en la cama y me puse los tacones rojos que tanto me gustaban, no me incomodaba andar detrás de una niña pequeña y con tacones, estaba acostumbrada a ellos y me gustaba usarlos, me hacían sentir bien. —Quiero que me traigas a esas sirvientas a mi despacho, ahora— ordenó Franki. —Señor, la niña siente curiosidad, no es culpa de las empleadas. –No pedí tu opinión. —Y mas sin embargo me tomo el tiempo de dársela, solo recuerde, no será la última vez que esto ocurra, sus guardias deberían de estar mas atentos a su trabajo—. “Te voy a matar maldito imbécil”, tengo que admitirlo, tenía mucha ira guardada en mi interior, ¿Era mi culpa?, No. —No vuelvas hablarme así— dijo Franki, si lo pudiera volver loco, con gusto lo haría. Fruncí el seño fingiendo demencia, —¿Cómo señor?— pregunté. Franki apretó los puños, —No te hagas la lista conmigo, no me digas como hacer mi maldito trabajo, recuerda que el tuyo solo es cuidar de Camila. —Eso hago señor, solo me aseguro de cuidar a su hija, inclusive la cuido de usted, no se a lo que se dedica y no me importa, mi prioridad es Camila, para eso se me contrató, siéntase con la libertad de decirme si hago mal mi trabajo. Me sentí muy satisfecha al verlo ponerse rojo por el coraje, salió de mi habitación y por fin solté el aire qué contenía en mis pulmones, de pronto mis manos empezaron a temblar, yo no era tonta, sabía que Franki me mataría si un día se le daba la gana y nadie iba a cuestionarlo, tenía que ser más cuidadosa.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR