Capítulo 7; Bang, Bang…

2566 Palabras
3 días después…. Mientras Alex, Nana y Camila disfrutaban de la alberca, la playa y de las comodidades del hotel, Franki y sus hombres hacían negocios… —¿Me estás tomando el pelo?. —No Franki, jamás haría algo como eso, mira, la cocaína* que traemos desde Brasil es la mejor, es pura, eso, más gastos de envío, el precio subió, tu sabes, no puedo perder en este negocio— dijo Otto Adu, un narcotraficante israelí quien trataba de convencer a Franki, pero conocía al desgraciado, sabía que no iba a ser fácil. —No— dijo Franki de una manera tajante, un poco enfadado, había pensado seriamente dejar atrás su vida de mafioso, desde que Giselle se fue, por fin pudo ver cuanto Camila iba a necesitarlo, estando en la cárcel o muerto, no iba a servirle de mucho. —Podemos conseguirla a mejor precio — Dijo Ronnie apoyando a su hermano. —Mejor precio si, pero calidad no— dijo Otto. Franki se puso de pie, listo para marcharse y Otto se preocupó un poco. —Espera, somos socios, te haré un descuento— dijo Otto. —Tu y yo no somos socios, y si tu descuento no es de la mitad, entonces no me interesa — dijo Franki sin interés de negociar. —Vamos Franki, es un muy buen precio. Ronnie también se puso de pie y la tensión empezó a sentirse en aquel lugar. —Esta bien, te daré la mercancía, pero no por mitad de precio, te la daré…. Franki miró a Otto y lo interrumpió. —Olvídalo, ahora que lo pienso bien, debería de poner mi propio laboratorio, aún con la mitad de precio, me siento estafado. Franki salió de aquel lugar y Ronnie lo siguió de cerca. —¿Estas seguro de esto?, necesitamos esa mercancía— Dijo Ronnie un poco preocupado de no haber concluido aquel negocio. —No, no la necesitamos, no importa, tengo mejores ofertas. ……… Franki: Me estaba cansando de vender droga, Ronnie se estaba volviendo un adicto y era algo peligroso, había estado involucrado en la mafia desde muy joven, y ya no veía tan necesario vender drogas, podía moverme en otro tipo de ámbitos, algo menos riesgoso, no lo sé, por ejemplo, las apuestas, tenía una idea en mi cabeza que estaba por explotar, si, iba a poner un casino, era legal, quería poner un club, tenía bares y tenía un hotel, digamos que estaba más inclinado hacia el entretenimiento y el ocio. Hablando de ocio, se me venía a la mente esa mujer de nuevo, con su escultural cuerpo y con su…su…su carácter del carajo, siempre contestándome, aún teníamos una conversación pendiente, apenas y la había visto en los últimos días. Nos subimos a la camioneta y Ronnie sacó un pequeño estuche dorado, me miró y sonrió. —¡Por dios Ronnie!, deja esa mierda—dije un poco molesto de verlo de nuevo drogarse, esto se le estaba saliendo de las manos a Ronnie, le había dicho que debía de tener cuidado, pero por supuesto, hizo lo que le dio la gana. —Si, ya voy a dejarla— dijo Ronnie y preparó un poco de aquel polvo blanco, lo inhaló de un solo golpe y arrugó la cara, se talló la nariz y se recostó en el asiento dejando que aquella fiesta del carajo empezara. Yo solo sentí desagrado, no es como si nunca lo hubiera echo, pero no era un maldito adicto, tampoco me gustaba consumir mis productos, no era correcto y desde que tuve a Camila siempre pensaba dos veces mis acciones y las consecuencias, ya no era un maldito adolescente. Al llegar al hotel fui a la habitación y no había nadie, le mandé un mensaje a Alex para saber donde estaban, y ella me respondió unos minutos después. «Estamos en la piscina del hotel»✔️✔️ Salí de la habitación y bajé hasta la recepción del hotel, y fue ahí que mire a dos bonitas mujeres, eran de esas señoras maduras que le quitan el dinero al marido y lo gastan en cosas innecesarias, estaban jodidamente buenas, ambas me miraron y sonrieron con cierto descaro, cogerme a alguna de ellas no sería para nada difícil… —Señoritas— dije cuando pasé a lado de ellas. Tal vez yo estaba mal, si Alex no me hacía caso, no importaba, iba a buscar a alguien mejor, un clavo saca otro clavo, ¿No es verdad?, nunca me habían rechazado, pero siempre había una primera vez, no era él fin del mundo. Mientras caminaba, pensaba en que tal vez era mejor así, mantener lo profesional entre la tutora y yo, después de todo Alex no era la gran cosa, si, estaba buena, tenia ese culo de diez, y ese rostro tan angelical, pero…por favor, había mujeres mucho mejores, estaba listo para dejarla en paz, cuando en un segundo, ella hizo qué me tragara todas mis ideas. Ahí estaba esa tutora, en un bonito bikini rojo, dejando ver su hermoso y escultural cuerpo, y su blanca piel, se veía tan suave y deslumbrante, ¿Dónde mierda había comprado ese bikini?, ¿Y quién le dio permiso de ponérselo?, se suponía que estaba en horario de trabajo, ese no era un atuendo para cuidar de mi hija, sus piernas bien formadas me hicieron imaginar cosas realmente sucias, y si yo pensaba en eso, eso significaba que otros hombres también lo hacían. Los hombres la miraban, malditos hijos de puta. Y de pronto, la sangre se me calentó al ver que un pendejo le trajo una bebida, un tipejo de tal vez su edad, si esto pasaba ahora, ¿Qué no pasó estos tres días qué estuve un poco ausente?, ¿Cuántos hombres le coquetearon?, me sentía como un niño pequeño, celoso de que alguien más tomara sus juguetes, ni siquiera lo pensé, ni siquiera razoné, en realidad no me importaba. —¿Qué mierda quieres? — pregunté con tono hostil al llegar a un lado de Alexandra, la miré con ganas de colgarla y luego me enfoqué en el tipo que me veía con ojos saltones. —¿Disculpe? —preguntó ella un poco sorprendida de verme ahí, no le había dicho que hoy iba a estar libre. —No te hablo a ti— le dije y regresé mi mirada al estúpido que se veía aún más sorprendido que ella. —Disculpe señor, solo hablaba con su hija— dijo él como si nada. Muy bien, él se lo ganó, lo pidió a gritos. Mi puño salió disparado en su dirección y golpeó su estúpido rostro, justo en la nariz, casi pude escuchar como su tabique nasal se rompió, el tipo cayó al suelo y se sujetó el rostro, sus manos se llenaron de sangre casi de inmediato y me miró con los ojos llorosos por el golpe. Quería seguir golpeándolo, estaba dispuesto a molerlo a golpes y todo por esa maldita tutora… …….. Alex: “Mierda”. Estos días de relajación, me hicieron olvidar por un momento quien era el padre de la niña* qué cuidaba. El despiadado y despreciable de Franki Fiorelli. —¿Se volvió loco? —pregunté al ver al pobre chico que estaba tirado en el suelo desangrándose, ni siquiera entendía qué era lo que le pasaba a ese idiota. —¡Esto es tu culpa, por vestirte como zorra!. Yo odiaba a Franki, y escucharlo insultarme me nubló la razón, ya quería matarlo, así que razones no me faltaban, mi mano derecha impactó en su rostro, haciéndolo cerrar los ojos por mi bofetada. Gracias al cielo, Nana había llevado a Camila a comprar un helado, así que no me vería golpeando al idiota de su padre. Si, golpee a Franki, y di justo en el blanco, todo este tiempo quise hacerlo, quise golpearlo y se sintió tan bien, aunque justo después, vino la preocupación. “¿Lo golpee duro?, ¿Hice lo correcto?, no debí”. Sus ojos me miraron con esa intensidad que podría dejar helado a cualquiera, trague saliva y la garganta me dolió, no había nada más en su mirada que no fuera, ira pura. —¿Cómo te atreves a hablarme así?—Pregunté armándome de valor, ¿Llamarme zorra solo por usar un traje de baño?, era ridículo, no iba dejarlo pasar. Había gente chismosa que no dejaba de vernos, ¿Eso le importó?, no, claro que no, me tomó del brazo y me arrastró por todo el hotel hasta la salida, me sentí un poco humillada, pero al mismo tiempo, me sentí aliviada, aliviada de ya no tener que seguir con esta venganza, pues emocionalmente…, estaba agotada. —¡Deténgase, esta lastimándome!. No tuvo compasión de mi, me arrojó hacia la salida y me apuntó con su dedo índice, enfurecido y a punto de estallar en cólera. —¡Estas despedida! — gruñó rechinando los dientes. —No vas a despedirme…. Yo… ¡RENUNCIO!— grité eufórica, tenía adrenalina en todo mi cuerpo y si hubiera tenido un cuchillo en mi mano, seguramente lo hubiera apuñalado sin pensar. Franki no dijo nada más y dio media vuelta. —Ten muchacha, te presto mi abrigo, para que te cubras, ¿Quieres que te lleve algún lado?. Yo miré al hombre que me estaba dando su abrigo, e iba a tomarlo, pero de nuevo ese pedazo de mierda se acercó, tomó el abrigo que aquel buen hombre me daba y lo arrojó al suelo. De nuevo me tomó del brazo y me arrastró hacia adentro del hotel, yo por supuesto me resistí, eso solo lo hizo enojar aún más, me cargó sobre su hombro y grité para que me bajara, la gente podía verme el trasero y eso no le importó, estaba humillándome, era realmente vergonzosa aquella situación. —Señor, ¿Todo esta bien? —preguntó uno de los empleados del hotel al ver todo aquel alboroto. —Por favor ayúdame —le supliqué. —No te metas— advirtió Franki y subió al elevador, la gente que estaba ahí, bajó rápidamente y nos quedamos solos. —¡Bájame! —Grité mientras trataba de golpearlo, pero él no cedió ni un poco. —Te voy a enseñar que conmigo no se juega— dijo él y eso solo me puso en alerta, ¿A que se refería?, ¿Me iba a golpear?. Al llegar a la habitación me dejó caer sobre el sofá de color gris, lo miré un poco asustada, claro que le tenía miedo, sería una estúpida si no le tuviera miedo al maldito de Franki. —Hablemos como personas civilizadas— sugerí rápidamente al ver que se quitó el cinturón y lo arrojó lejos, no sabía exactamente qué iba a hacer, pero tenía esa mirada, esa mirada que no daba lugar para un poco de compasión, Si, por supuesto que tuve miedo y de pronto al verlo quitarse el saco de su traje, algo dentro de mi se volvió loco, una sensación qué me hizo sentir incómoda. —Te atreviste a golpearme, he matado hombres por siquiera intentarlo. —Usted tuvo la culpa, me llamó zorra, ¿Se supone que me ponga feliz?. —Es verdad, estuve mal, aún así, me sigues debiendo. Su enorme mano derecha sujeto mi mentón en un pellizco, toda mi atención estaba puesta en él. —Eres mía y me molesta que otros hombres te miren. “¿Qué?” —No se a que se refiere, miré, olvidemos esto si, si me despide, Camila se pondrá muy triste, usted estuvo mal y yo también, no es necesario armar tanto escándalo, solo discúlpese como es debido y pensaré lo de mi renuncia.. Su sonrisa lucia perversa, y creo que se dio cuenta de que estaba usando a su hija para ablandar su corazón. Sentí el calor inundar mis mejillas al verlo quitarse la camisa y creo que entendí a donde iba toda esta situación, y no, no me gustaba en absoluto,. —¿Qué va a hacer? —pregunté un poco preocupada, mirando como desabotonaba su pantalón. —Te voy hacer mía, después de esto veamos si vas a querer seguir coqueteando con alguien más. Mi respiración se aceleró en automático al escucharlo decir aquello, miré a mi alrededor en busca de algo que pudiera usar para golpearlo, pero no había nada, iba a huir pero él leyó mis pensamientos, y me sujetó del cuello, ejerciendo presión sobre el, sentía que mi respiración se volvía más lenta y el aire apenas y entraba por mi garganta. De la nada pude sentir como una de sus manos sujetó mi cintura, fue ahí cuando todo se volvió una locura, ya tenemos en claro que yo odiaba a Franki, entonces…¿Por qué sentí esa oleada de satisfacción?, aquel simple agarre, deslizando su mano por mi piel, hasta llegar a una de mis piernas, rozando su aliento cálido por mi cuello, él había matado a mi padre, me quitó a mi madre, me quitó a mi hermano, me quitó la vida que yo tenía, y ahí estaba despertando un deseo que no podía tener, no con él. Mi espalda se curvó un poco al sentir sus labios en mi piel, Franki aflojó el agarre sobre mi cuello y eso me hizo inhalar con fuerza, de pronto tenía una enorme necesidad de querer sentirlo dentro de mi, tal vez había sido mucho tiempo sin sexo y ahora mi cuerpo me pasaba factura. Mientras lo tenía encima de mi, jugando conmigo de ese modo, ¿Cómo se atrevía?, ¿Por qué creía que era tan fácil insultarme y humillarme de esa manera?. —Por favor, para— supliqué casi sintiéndome dolida por su culpa. Con una de sus manos me quitó la parte superior del bikini, su beso suave se volvió salvaje, succionó sobre mi cuello, dejándome un ligero ardor, sabía que eso dejaría una marca. —Todos sabrán que tienes dueño — me susurró al oído mientras una de sus manos estrujaba uno de mis senos. Traté de alejarlo, usando la poca cordura que aún tenía, pero el gruñó como si fuese un perro enojado y sus dedos apretaron mi muslo. Dejé salir un gemido totalmente genuino, y tal vez después de matar a Franki, me pegaría un tiro en la cabeza por mis pensamientos. Mi rodilla se dobló con fuerza, lo golpeé justo en las pelotas y eso si que lo hizo levantarse, me incorpore rápidamente y respiré hondo, por un momento sentí que iba a perder el control y dejarlo hacer lo que quisiera conmigo. Me miró mientras se sujetaba con ambas manos y su semblante molesto y dolido se borró poco a poco mientras me sonreía. —No creas que esto se va a quedar así— dijo mientras se incorporaba como si nada hubiera pasado. “Huye Alex, huye ahora”. —Me iré hoy mismo, no tiene que pagarme los días que trabajé esta semana, ni un vuelo de vuelta. —¿Y quién te dijo qué puedes irte?. No sabía si reír o llorar. —¿Cree que voy a quedarme después de lo que me dijo o de lo que me hizo?. —No me hagas enojar Alex, hasta cierto punto puedo perdonarte, pero si pasas los límites, juro que puedo ser un maldito dolor de cabeza, ahora vístete y baja, vamos a comer.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR