No pude esperar. Como Isaac se despertaba más tarde que nadie, cogí a Olivia a las ocho de la mañana y la metí en su carrito de paseo. Estaba algo dormida todavía y así no me dio mucho jaleo de camino a la farmacia. Compré dos test pero aún sabía que debía ir al médico si alguna salía positiva. Mentiría si dijera que no me alegraba. Me alegraba haber conocido a alguien como Isaac, a alguien que me quisiera tanto y que hubiera aceptado cosas que pocos hubieran hecho. Me alegraba cumplir lo que él tanto deseaba y lo que yo también quería: algo tan nuestro y una familia más grande. Sabía que si después de eso resultaba que no estaba embarazada, ya no me lo podría sacar de la cabeza y no pararíamos hasta conseguirlo. De vuelta a casa Isaac seguía semidesnudo y enredado en la fina sábana, s