A partir de ese punto hubo un proceso de prueba y error, magos enfrascados en métodos diferentes para alargar sus vidas, teorías sobre la existencia del alma, la filosofía del espíritu, pócimas con ingredientes tóxicos y al final, nuevos cuerpos.
En su desesperación, comenzaron a usar esclavos.
De pronto, alguien sugirió dejar viva al alma anfitriona y mantenerla dentro de sus mentes como un rehén.
El método funcionó y Lilith vio a Vladimir, el monje que estaba a su lado, siendo más joven y esperando su turno para convertirse en el nuevo contenedor del maestro Harret.
Los años pasaron, Harret continuaba buscando la piedra y a Nadia, de quien se sabía, tuvo una hija y continuó su vida en un linaje de brujas, también hubo festivales, ceremonias, mujeres y vino, mucho vino.
Y muchas mujeres.
Los efectos secundarios de la demonización eran; sed que no puede ser saciada, hambre que no puede ser calmada y deseo, que no puede contenerse
Cansados de la vida y de un ciclo interminable que no ofrecía novedades, sino desgracias, los discípulos de Harret fueron cambiando, los más viejos eran atrapados dentro de objetos por los más jóvenes y otros, dejaban la isla sin rumbo determinado.
El propósito de Harret se perdió y cayó en la locura.
Entonces, algo cambió.
– Maestro, tengo la solución, este método funcionará – dijo un discípulo y acto seguido, fue silenciado.
– ¿Qué sucedió? – preguntó Lilith.
– El maestro no quiere que escuchemos – respondió Vladimir – ciertas palabras o frases tienen candados.
A Lilith no le sorprendió, lo experimentó el día en que intentó decirle a Percival que había un espejo en su mochila y sangre de una persona, también cuando habló con los seguidores del abismo, Harret era muy protector con su privacidad.
En la siguiente puerta, un niño se miraba en el espejo, tenía el cabello rubio, las manos pequeñas y los ojos azules, su apariencia era adorable y regordeta, llevaba ropa fina, zapatos lustrosos y botones con decorados muy detallados.
El niño sonrió.
– ¿Quién es él? – preguntó Lilith.
– Es el maestro.
La puerta se abrió y una mujer sonrió – señorito, ya es hora, es su primer día en la academia de Malea, ¿está emocionado? – preguntó y Harret sonrió – apuesto a que en unos años todos conocerán su nombre – le dio un beso en la cabeza – el gran William Vignon.
Lilith dio un paso atrás – espera, ¿qué?
El mago más famoso en la historia después del capitán Ravenz, William Vignon, el director de la universidad de Malea, el hombre que permitió a los plebeyos y a las mujeres estudiar magia, el maestro a quien todos admiraban, siglos después de su existencia seguía siendo recordado como el hombre que evolucionó la enseñanza de la magia.
Su frase más celebre, “no existe un mago sin imaginación”, estaba grabada en la entrada de todas las academias, ministerios, iglesias y edificios centrados en la magia.
Ese hombre, fue Harret.
Lilith fue corriendo a la fuente y hundió la cabeza.
Después de sacarla pudo sentir las gotas de agua fría bajar por su rostro, aunque sabía que esa no era agua real y que no tenía un cuerpo físico, algunas sensaciones obedecían a la mente y estaban presentes.
Vladimir se paró a su lado – ¿es tan difícil de creer?, el maestro Harret siempre quiso que la educación mágica estuviera disponible para todos, nobles o plebeyos, también defendió la existencia de patentes, para que los magos conservaran el crédito por sus hechizos y fuera decisión suya sí querían enseñarles a otros, o conservarlos para sí mismos. Los ideales son los mismos.
Puesto de esa forma tenía sentido, sin embargo, era difícil de creer. El villano más grande en el mundo de la magia y el héroe más alabado, eran la misma persona.
– ¿Qué edad tenía cuando murió?, la primera vez.
Vladimir se tomó un minuto para responder – ochenta años.
– Ochenta en su primera vida, William Vignon murió a los cuarenta y nueve, eso son ciento veintinueve años, la estrella cayó a finales del siglo IX y la isla de Malea se hundió en el siglo XIV, fueron aproximadamente cuatrocientos cuarenta años, restando su vida, nos quedan – hizo la cuenta mentalmente – trescientos siete, entre veintidós, ah, odio las matemáticas, veintidós por catorce, trescientos ocho, cambió de cuerpo cada catorce años, pero se quedó en el de William Vignon por más de cuarenta y jamás sufrió los efectos de la demonización – su piel se erizó – lo encontró, el método para cambiar de cuerpo, sin efectos secundarios, el secreto para la inmortalidad, antes de que la isla se hundiera, perfeccionó el hechizo.
Harret se lo dijo muchas veces, que era fuerte, que su poder no se comparaba con el de otros y que la haría testigo de la enorme diferencia que había entre él, y los magos de su generación.
Nunca lo dimensionó, sí él lo deseaba, podría traer de vuelta a todos los demonios, tomando cuerpos ajenos, ¡un mago tan poderoso!, estaba afuera, peleando contra los magos de la iglesia de la Rosa – ¡estoy cansada! – exclamó con lágrimas en los ojos – llevamos semanas aquí dentro, ya no podemos ver lo que está pasando afuera, ¿qué haré? – lloró – ¿qué haré sí los lastima?
Vladimir se sentó a su lado – lo lamento, llevo mucho tiempo en este lugar, cuatrocientos años en este nivel de profundidad son milenios, no sé cómo se siente tener a alguien esperándote.
Lilith se talló los ojos.
La primera vez tuvo suerte, Harret jamás imaginó que ella tendría un mapa de la biblioteca de Malea entre sus libros o que relacionaría el puesto del director con el verdadero punto de control. Esa vez era diferente, él sabía que ella estaba ahí dentro, por eso bloqueó su vista, por eso, a diferencia de la primera vez, ella no tenía idea de lo que él estaba haciendo o cuánto tiempo había pasado en el plano físico.
– ¿Qué sucedió después? – preguntó Lilith – vi a una mujer sin rostro correr a la habitación, los súbditos de Harret la siguieron, luego la habitación comenzó a alimentarse de ellos, ¿cómo llegó William a ese punto? – miró a Vladimir.
Él respiró profundamente – el maestro jamás dejó de buscar la piedra, varias generaciones después, encontró a una bruja que descendía de Nadia Ravenz, ella la escondió dentro de su espacio mental.
– Espera – lo detuvo – ¡puedes esconder objetos dentro de tu espacio mental!
– Sí, ¡oh!, supongo que ese conocimiento se hundió junto con la isla, era un hechizo bastante común, muchos magos lo usaban, era la mejor forma de viajar llevando contigo comida, ropa, armas, muy recomendada – sonrió.
– Ok, volvamos al tema, la tataranieta de Nadia tenía la piedra y la escondió en la habitación, Harret dijo que la habitación fue creada por un mago, Cecilia era su descendiente, por eso su sangre era la clave para entrar a la habitación y no convertirte en polvo, ¿qué significa?
– Esa habitación era una caja de seguridad alquilada por un mago y diseñada para matar a todos, menos a los familiares de su dueño, su nombre era… – sus labios se movieron sin producir sonido – es otra palabra sellada, no puedo pronunciarla.
Lilith asintió – entiendo, supongamos que yo me quedo aquí y él continúa con su plan, usa el espejo, entra al depósito, usa la sangre, desactiva el sistema “trágame”, y toma la piedra, ¿qué pasará después?
Necesitaba saber sí los planes de Harret, incluían traer a todos los demonios de vuelta a la vida.
– Con tu cuerpo siendo su contenedor y gracias a que el alma anfitriona sigue dentro, él sacará a la isla de Malea de las profundidades, retomará la enseñanza, unificará a toda la comunidad mágica del mundo y la restaurará a sus días de gloria.
Sonaba bien – y, ¿qué pasará conmigo?
– No puedes morir, sí eso pasa, el maestro Harret ya no podrá usar este cuerpo y tendrá que buscar otro, tus opciones, sí lo pienso fríamente – hizo una pausa – son dormir, como los otros discípulos en el altar, o hacer un trato con él.
– ¿Qué clase de trato?
– Compartir, ambos serán anfitriones y ambos se verán beneficiados, podrás ser tú al estar con tu familia y tus seres queridos, trazarte metas y lograrlas. El maestro Harret siempre fue un buen negociante, te dejará estar más tiempo, sí estás de acuerdo.
– Y formar una relación simbiótica – dijo Lilith recordando las palabras de Percival.
– Es una forma de decirlo.
Lilith se recargó sobre la fuente – ¿ese es el método?, así fue como logró quedarse más tiempo en el cuerpo de William Vignon, ambos fueron anfitriones, uno tomaba las clases el otro se divertía, así fue como evitó los efectos secundarios.
– No puedo hablar sobre eso – dijo Vladimir.
Lilith maldijo entre dientes, sí el método fuera tan simple, otros demonios ya lo habrían intentado – mi madre hizo un trato con el diablo para ayudarme, ¡quiero negociar!, ¿qué tengo que hacer?
Vladimir se levantó – te llevaré al lugar dónde podrás negociar con el maestro.
Lilith se levantó, respiró profundamente y limpió sus lágrimas – vamos, estoy harta de este lugar.
El camino fue largo, para llegar a la parte más alta de la fortaleza de Pría había que atravesar un nuevo nivel y dejar atrás ese estilo rustico y medieval para dar paso a la universidad de Malea, el edificio en el que se convirtió la fortaleza después de siglos de ser administrada por magos.
En el punto más alto había una escalera de caracol sostenida en medio de la nada, sin puntos de apoyo o barandales, solo bloques de metal que flotaban en el aire. Con cada paso Lilith sentía que su peso hundía el peldaño, algo que no pasaba con Vladimir, continúo subiendo hasta un lugar similar a un faro, porque todas las ventanas eran de cristal.
– Es aquí – dijo Vladimir – sí te colocas en esa tarima, podrás hablar con él y ofrecerle un trato.
Lilith levantó la mirada, el techo estaba cubierto de humo, le recordó a la biblioteca, poco después de que Harret la encerrara.
– Está bien si quieres tomarte tu tiempo – dijo Vladimir – es una decisión importante.
– Gracias, eres muy considerado – le sonrió a Vladimir – fue lindo conocerte – se esforzó por mantener esa sonrisa, pero su consciencia la traicionó y levemente, giró la mirada hacia la izquierda.
Vladimir también miró en esa dirección y vio la enorme esfera de demolición que lo empujó hacia la plataforma de piedra en la parte más alta de la fortaleza. Una vez ahí, se levantaron barrotes altos que llegaron hasta el techo y de ellos, surgieron cadenas que atraparon a Vladimir de las muñecas y los tobillos para luego extender sus extremidades.
Uno de los peldaños flotó en el aire y Lilith subió para estar dos metros por encima del suelo, así consiguió que su mirada estuviera a la misma altura que la de Vladimir.
– ¿Qué haces?
Por semanas, la idea fue empujándose dentro de su mente, Harret era el villano de una historia mal contada, Leimos el mayor obstáculo para la magia y William Vignon, el héroe, ni en un millón de años se tragaría ese cuento.
– ¡Nadie te lo dijo!, Harret, los humanos mienten.