Laberinto Parte 4

2087 Palabras
Harret sonrió – todo lo que te mostré fue verdad, no manipulé esos recuerdos, en este nivel es imposible, aunque te cueste creerlo, fui yo quien cambió el reglamento de la universidad de Malea, yo quien trajo igualdad a la magia y sí tuviera de nuevo la piedra… – Díselo a alguien a quien le importe el destino de la humanidad – intervino Lilith y dibujó sobre el aire la rosa grabada en su amuleto. Las cadenas se entrelazaron, el método de sellado de los seguidores del abismo entró en funcionamiento y Harret vomitó sangre, la energía mágica contenida en su alma fue pasando de él, al cuerpo de Lilith en tajadas tan grandes, que no eran diferentes a mordidas sobre su piel, carne y huesos. Harret sonrió – la Lilith de hace seis meses habría confiado, ¡no te das cuenta!, la energía mágica no es lo único que estas tomando de mí, esa sonrisa en tu rostro, ¡es mía! – se burló – tarde o temprano serás tú quien entre a esa habitación, tú quien haga emerger la isla de Malea y cree una nueva revolución, y cuando eso pase, no podrás ver la línea entre tu alma y la mía. Lilith dudó, los seguidores del abismo hacían sesiones periódicas para regular la cantidad de energía demoniaca que entraba en su cuerpo, una tajada tan grande traería repercusiones, y quizá, algo era cierto, ella no era así. Esa necesidad de herirlo, de destruirlo, de tomarlo todo y dejarlo en pedazos dentro de esa celda, todo eso, era algo que la Lilith de un año atrás, la chica que creía inocentemente que podía dirigir una tienda de magia siendo una mundana, nunca haría. – Esto, aún no termina – dijo Harret y sus ojos se cerraron, él, al igual que las almas prisioneras en su espacio, entró en un sueño profundo. Al despertar, Lilith estaba recostada en una cama, con una sonda conectada a su muñeca derecha, un suero colgando de un perchero y a su lado – Bruno. Él abrió los ojos, estaba despeinado, en la parte derecha de su cabeza se veía la marca de la almohada – despertaste. – ¿Por cuánto tiempo dormí? – Tres días – recargó la cabeza hacia el frente – todos fueron al salón y lograron mantener sellado al demonio, pero dijeron que tú también quedaste atrapada, ¿cómo te sientes? Lilith lo abrazó. – Todo está bien – le dijo Bruno. ***** Percival acomodó el celular pegado a su oído para sostener la caja que llevaba en las manos – no puedo, me quedaré este fin de semana en el taller. – ¡Otra vez!, dijiste que vendrías a cenar con nosotros – reclamó Eva. – Lo lamento, iré la semana entrante. Las puertas del elevador se abrieron, afuera de su departamento estaba Ofelia con un bolso y un vestido corto – soy la caballería – anunció – no te molestes con tu madre, fue mi idea – se puso de puntas para darle un beso – cumplir promesas es muy importante, tus padres te están esperando y tu primo Leopoldo llevará a su novia por primera vez a casa. Percival lo recordaba, pero esperaba poder quedarse trabajando – yo y las reuniones familiares no nos llevamos. – Por eso estoy aquí, deja que me encargue. De vuelta en su coche Percival notó que había olvidado sus pastillas para el dolor de garganta – espera, ahora vuelvo. Ofelia se acomodó, se puso el cinturón de seguridad y por costumbre, revisó el coche de Percival. El celular sonó, en la pantalla apareció un mensaje extraño de una mujer a quien Ofelia no conocía, sus dedos se movieron por la pantalla, trazó el patrón de desbloqueo y revisó el historial de mensajes, estuvo a punto de bloquear al contacto, pero se detuvo a ver la fotografía y la recordó, era Lizeth, la prima de Percival y regresó todo a su lugar. Desde luego, su novio era demasiado lindo como para engañarla. ***** Al llegar el invierno, el clima fue seco. – Bienvenida, ¿en qué puedo ayudarle? – sonrió una joven, detrás suyo había docenas de hierbas con etiquetas y lazos – buenos días. La mujer que entró llevaba un abrigo café, un pantalón de mezclilla y un gorro navideño sobre un largo cabello rojo, se pasó por los estantes, observó las hierbas y se detuvo a observar las etiquetas que colgaban – disculpa – llamó a la empleada – ¿qué es esto? La joven se alejó del escritorio – oh, es braille, yo – sonrió de forma nerviosa – tenía problemas visuales y coloqué esas etiquetas para identificar cada planta, es un recordatorio, en realidad puedo reconocerlas por el aroma, se las quitaré – atravesó su brazo para retirar las etiquetas. – Ahora ve bien, ¿puedo preguntar qué pasó? – Me operé – respondió la joven – es un tratamiento nuevo y experimental, y funciona muy bien, gracias a eso puedo ver y usted es muy linda – agregó. Lilith sonrió – gracias, siento decirlo, pero “experimental”, es sinónimo de “costoso”, ¿no tuvo problemas para pagar la operación? La joven dudó – no es de su incumbencia, lo siento, no quise ser grosera, ¿va a llevar algo? – Lo que sea que te haya prometido – dijo Lilith – es mentira. – ¿Perdón? Lilith sujetó la muñeca de la empleada y ubicó el alma del demonio atrapada dentro de sus ojos. La expresión de la joven cambió, empujó la palma de su mano sobre el pecho de Lilith y sintió que estaba intentado empujar una montaña, simplemente, no funcionaba. Como última medida, intentó escapar, tomó un balde de perejil deshidratado y lo lanzó sobre el rostro de Lilith, después corrió. Lilith no se lo esperaba – ¡genial!, ahora huelo a guisado. El demonio corrió hacia la puerta de atrás, abrió la puerta y del otro lado vio a Bruno. – Eso no va a funcionar – dijo él, señalando hacia abajo. El circulo se activó, los amuletos hicieron su parte, Megan y Sandra tomaron distancias para vigilar el hechizo y las cadenas. Lilith se quedó atrás para cerrar la tienda, darle la vuelta al letrero y apagar las luces, después regresó con ellos. Sandra volteó a verla – tienes tierra en el cabello. – Es perejil – señaló – atención chicos, tenemos un visitante, según su patrón, está concentrado en sus ojos y se extiende hacia su cerebro, parece un pulpo – tomó una libreta para dibujarlo – hay ocho tentáculos en total, los dividiremos en cuatros grupos, yo me ocuparé de la cabeza, no se apresuren, encuentren primero las puntas y vayan hacia arriba. Armando se inclinó para mirar la hoja – es lo bueno de tenerte en el equipo, eres un escáner andante. Lilith arrancó la hoja de su libreta – memoriza tu parte y sal de mi vista. Su pequeño grupo formado por cinco personas obtuvo un ascenso, ya no visitaban puntos calientes ni perdían el tiempo con tuberías dañadas que simulaban sonidos escabrosos durante la noche, lo que hacían era más importante, ellos rastreaban, cazaban y atrapaban demonios. El grupo formó un círculo, Lilith comenzó y los demás, usando su dibujo, crearon un mapa mental para entrar, cortar y arrastrar al demonio fuera de la cabeza de la joven. El alma subió hacia una campana y en el proceso, se escuchó un grito desgarrador, los ojos de la empleada perdieron la luz y arriba, la campana tintineó tres veces, al final, Lilith la tomó y la joven cayó al suelo. – Eso fue fácil – dijo Sandra – ¿de qué categoría es? Lilith sopesó la campana – es B, estaba muy desprendido, tal vez tenía otra persona en mente y estaba usando a Katy como intermedio, sí hubiera estado más adherido, nos habría llevado todo el día. – Buen trabajo – dijo Bruno y tomó la campana de las manos de Lilith – es la última parada del día, hay que recoger todo, dejar este lugar como si nada hubiera pasado y cada quien podrá irse a casa. – ¡Excelente! – dijo Armando – linda, ¿te quedas? Lilith rodó los ojos – no me llames ¡linda! – dio la vuelta y levantó el cuerpo de Katy, la empleada ciega de la tienda para llevarla de vuelta al mostrador, los demás limpiaron el círculo que trazaron durante la noche, cuando la tienda estaba sola y recogieron los amuletos pegados por la parte de afuera de la salida trasera. Lilith acomodó a Katy de modo que pareciera que estaba dormida, después miró alrededor. Había un ligero parecido, entre esa tienda vieja con un fuerte aroma a hierbas, y su querida tienda de antigüedades en el mil trece de la calle Vignon, pensar así le provocó mucha nostalgia y al tocar las etiquetas, suspiró. Bruno fue a verla – ¿en qué piensas? Hace tres meses Katy era ciega, y un día, sin operaciones experimentales o una explicación coherente, recuperó la vista, parecía un acto de magia, y en realidad lo era, por eso estaban ahí, su trabajo consistía en cazar al demonio antes de que pusiera en peligro la vida de Katy o la de alguien más. Pero la consecuencia de llevarse al demonio, era que Katy volvería a ser ciega. Lilith no lo explicó con palabras, pero Bruno adivinó el motivo de su tristeza – no es tu culpa, hay cosas que no podemos cambiar, no importa cuánto lo intentemos – sostuvo su mano – y esta es una de ellas. – Se parece a mí – dijo Lilith. Bruno volteó a ver a Katy – ¿segura?, porque yo creo que tú eres más linda – le dio un beso – iré con los demás, no te tardes mucho. Lilith asintió y permaneció detrás del mostrador. Katy era muy parecida a ella, una mundana anhelando ser maga que un día se topó con el genio de la lámpara, lo miró, pidió su deseo y vivió un sueño, una hermosa y mágica fantasía de una semana en la academia de magia y hechicería con la que siempre había querido estar. Fue tan divertido pararse detrás de un caldero, o mover objetos con su magia como para Katy fue ver. Pero todo fue una mentira, al final, la arrancaron de esa fantasía de la forma más dolorosa posible. Lilith no quería que Katy viviera lo mismo que ella. Antes de irse, presionó la palma de su mano sobre los parpados de Katy, unió esas pequeñas líneas cortadas que antes usó el demonio y se marchó, era su trabajo cazar al demonio, destruir sueños, ¡eso no era parte de su propósito! Volvieron a la camioneta, Bruno conducía, Lilith era el copiloto y los demás se acomodaban en los asientos traseros, era una camioneta de tres hileras para tener suficiente espacio y guardar la campana en un entorno seguro. – Chicos, hay una fiesta a dieciséis kilómetros – anunció Armando – buen ambiente, bebidas gratis, ¿qué dicen? – le guiñó el ojo a Sandra. – ¿Cuánto termina tu celo?, nos estás molestando a todas – reclamó Sandra. – Durará lo que tenga que durar – sonrió Armando y se recargó sobre Megan – ¿qué dices?, ¿quieres acompañarme? Bruno extendió el brazo para tomar el celular de Armando y revisar la publicación durante un semáforo en rojo – suena bien, tiene tiempo que no festejamos – miró a Lilith – ¿te gustaría ir? Viendo la publicación, Lilith sonrió, estaba de buen humor y una fiesta se escuchaba bien. – Perfecto, vamos de fiesta – anunció Bruno y todos lo celebraron. Armando tomó su celular de vuelta – hace cinco minutos yo lo sugerí y a todos les molestó, Bruno lo dice y ahora, todos de acuerdo, ¡en serio! – Interpreta nuestro silencio – dijo Sandra, que ahora tenía el cabello color de rosa. La camioneta se estacionó a dos cuadras de la fiesta, todos bajaron y Lilith se quedó atrás para susurrarle a la caja donde estaba almacenado el demonio, lo que le pasaría sí se atrevía a salir de ahí. El grupo fue al comienzo de la fila para entrar a la fiesta. Ya entre los pasillos, Armando fue por bebidas y buscó a Megan – ¿cuánto tiempo más tengo que coquetear con todas tus amigas?, para que no descubran que estamos saliendo.
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