Laberinto Parte 2

1873 Palabras
– El maestro Harret está afuera – dijo Vladimir – cuando pasa eso, yo aprovecho para venir al jardín, me gusta este jardín. Lilith miró la imagen, pero en el momento en que Vladimir retiró su mano, esta desapareció y los patos volvieron. – Sí eres el quinto, llevas mucho tiempo aquí, ¿sabes qué fue lo que pasó?, yo recorro las habitaciones y me pierdo, tengo fragmentos de todo, no entiendo qué pasó primero y qué después, ¿tú lo sabes?, por favor, ¡podrías mostrarme! Vladimir mantuvo un trozo de pan en las manos y después miró a Lilith – no me quedan muchas cosas en este espacio, supongo que podría. A diferencia de Lilith que corría entre los pasillos y abría puertas al azar, Vladimir actuaba como si tuviera un mapa, pasando entre pasillos, tomando atajos y continuando en corredores para dar con la puerta correcta. Su destino fue un campo helado con hombres frotándose las manos para mantener el calor mientras entrenaban, al fondo estaba la fortaleza de Pría. – Aquí comenzó – dijo Vladimir – aquel es el capitán Ravenz, era un hombre tranquilo, muy calmado, con un buen corazón, no era el más fuerte, tampoco el más inteligente y no sobresalía, era un hombre servil, sí le ordenaban limpiar, lo hacía, sí le ordenaban cargar un bebe para que se durmiera o acostarse sobre un charco para que su lord cruzara sin ensuciarse, él lo hacía. Nunca fue un hombre fuerte, pero un día encontró una estrella que cayó del cielo, la recogió, la guardó en su bolsillo y su cuerpo comenzó a manifestar la magia. La tierra tembló, una parte de la muralla se vino abajo, los hombres trataron de escapar y el capitán Ravenz corrió hacia la pared, levantó los brazos y detuvo con su magia el peso de la inmensa pared de piedra, después la empujó de vuelta a su lugar, todos los caballeros estaban impresionados y llamaron al lord de la fortaleza. Dejaron esa habitación y entraron al gran salón, había una fiesta, como era costumbre en la fortaleza de Pría y el capitán Ravenz era alabado como el precursor de una nueva fuerza, a continuación, docenas de hombres hicieron una fila para recibir el don de la magia. – ¿Nota algo? – preguntó Vladimir. Lilith miró el salón donde ya había estado antes, a los invitados, la comida, los sirvientes, esclavos, y no encontró algo fuera de lo común – no. – Observe la ropa de los hombres que están a punto de convertirse en magos – pidió Vladimir. Lilith lo hizo, miró sus ropas y descubrió que eran finas y llenas de adornos. – El capitán Ravenz era un hombre servicial – explicó Vladimir – él hacía lo que su lord le ordenaba, y lord Pascal era un hombre ambicioso, llamó a todas las familias nobles y puso un precio a la magia, cada familia debía pagar con oro el costo individual de cada hijo, sobrino o nieto que fuera bendecido con la magia, el capitán Ravenz lo aprobó y Leimos lo siguió, pero el maestro Harret no estuvo de acuerdo. Lilith vio a Harret dar la vuelta y salir del salón. – Él quería que todas las personas tuvieran acceso a la magia, sin importar su origen, y secretamente, formó un grupo de magos de origen humilde, todos ellos preparados por él. Pasaron a otra habitación, era el campo de entrenamiento donde Lilith ya había estado y donde Harret ocupaba el cargo de maestro, pero en esa ocasión había una especie de competencia. Los grupos se dividían por escudos, azul para Leimos, Verde para Harret, al comienzo, un discípulo de Leimos se enfrentaba a un discípulo de Harret, con esa proporción, de los treinta y dos discípulos participantes, pasaron a la siguiente ronda, cinco de Leimos y once de Harret. En esa ronda, hubo un cambio, los discípulos de cada maestro fueron obligados a enfrentarse, para garantizar que se eliminaran mutuamente y así, la final se jugó entre un discípulo de Leimos y otro de Harret. La distribución también era extraña, porque si el discípulo de Harret manejaba el fuego, lo emparejaban con un discípulo de Leimos que manejará el agua. Era lo que se llamaba, ¡tener al árbitro de tu lado!, todo en esa competencia estaba acomodado para que el ganador fuera un discípulo del maestro Leimos, y pese a todas las trampas usadas, ellos perdieron. En el siguiente turno se enfrentaron los dos maestros, Leimos contra Harret. Leimos ganó y su equipo fue declarado vencedor, los torneos siguientes fueron iguales, los discípulos de Leimos obtenían su magia del capitán Ravenz y los discípulos de Harret, la obtenían de él, de ahí la diferencia en su poder mágico, además, el escenario, los participantes y las armas, todo estaba diseñado para que Leimos ganara una y todas las veces. – Ya entendí, no necesito ver más torneos – bostezó Lilith, sentía que llevaba una semana viendo a magos pelear – ¿cuál es el punto de todo esto?, porque sí quieres que sienta empatía por el idiota que arruinó mi vida, te adelanto, eso jamás pasará. Vladimir se levantó – nunca fue mi intención, usted preguntó, yo respondí – continuaron a la siguiente habitación. Era el salón donde Leimos se casó. – Orden, todos, se hará la votación. – Esto es ridículo, humillante. – Es injusto. – Su voto vale el doble del nuestro, ¡expliquen por qué! – Se llama “EQUIDAD”, nosotros construimos la academia, está hecha son nuestro trabajo. – La pagaron con su dinero, ninguno de ustedes sabe lo que significa trabajar. – Lo han dicho correctamente, fue nuestro dinero, sí quieren que su voto cuente, ¡paguen el equivalente a un mes de mantenimiento!, ¡alguien! Era una asamblea muy caótica, Lilith tardó en entender lo que pasaba porque las pizarras estaban escritas en un lenguaje que no entendía, pero básicamente… Leimos leyó una propuesta de ley en la que se obligaba a todos los magos a dar clases en la academia, también se establecía el costo de la matricula, que, por lo que escuchó, era muy alto, eso significaba que a partir de la fundación de la academia la educación mágica estaría limitada a quienes pudieran pagarla, es decir, los nobles. Mientras, los discípulos de Harret estaban obligados a enseñarles a los nobles todo lo que sabían y tenían prohibido enseñarles a sus hijos o familiares, a menos que pudieran pagarlo, ya que por ser plebeyos ganan menos que los magos nobles, era otra forma de decir que todo su trabajo, empeño y dedicación, sería para otros y una vez que murieran, la magia volvería a ser exclusiva de los magos nobles. Los discípulos de Harret le pidieron que hiciera algo, él retó a Leimos a un último enfrentamiento y en esa batalla, Harret perdió. – Fue divertido, me sorprendiste bastante, pensé que perdería. Lilith ya había visto ese recuerdo, pero en esa ocasión, vio a Harret llorando, las cosas que quería lograr, todo aquello por lo que luchó, se lo arrebataron de las manos, peor, él las perdió. La academia inició sus cursos, los profesores fueron alabados, los plebeyos ignorados y en esa situación se presentó una mujer sin rostro, que caminaba como un espectro, Lilith ya la había visto antes. – Mi señor, ella es Narcisa, es una bruja. El concepto de “bruja” era nuevo para todos los presentes, al parecer, en el momento en que la estrella cayó del cielo, no provocó cambios solo en la fortaleza de Pría, sino en todo el mundo, y comenzaron a nacer personas con poderes mágicos. Esas personas eran peligrosas porque no estaban reguladas, no había censos, exámenes de capacidad o una categoría en dónde colocarlas, las brujas eran criaturas que usaban la magia sin el permiso de los grandes magos de la fortaleza, por esa razón, las condenaban. Sin embargo, la magia que ellas usaban era muy diferente, algunas brujas veían el futuro, otras se podían comunicar con los muertos, encontraban objetos perdidos o veían el aura de las personas. No manifestaban criaturas fantásticas, tampoco creaban armas a partir de la magia, ni usaban la telepatía, su método de “magia”, era muy diferente a lo que los magos conocían, pero había un hechizo en particular que llamó la atención de todos. El intercambio de cuerpos. Narcisa contó la historia de un hombre noble que era muy viejo y quería rejuvenecer, una bruja le ofreció la solución, le presentó el cuerpo de un hombre joven e hicieron el traspaso de almas, así, el noble fue joven otra vez, y el plebeyo ocupó el cuerpo del hombre anciano, lo que el noble jamás imaginó, fue que, al dejar su mansión, la bruja y el plebeyo le quitarían toda su fortuna y lo condenarían a la muerte. El grupo de discípulos escucharon, tomaron nota de la forma en que funcionaba el hechizo y le ordenaron a la bruja que se fuera. – No lo haremos – decretó Harret – no confío en ella. El tiempo pasó, Leimos se casó con Nadia, el capitán Ravenz murió y la piedra pasó a ser propiedad de Leimos, a la academia le iba bien, los discípulos continuaban llegando, se creaban nuevos hechizos y todo estaba en calma. Un día, uno de los discípulos de Harret fue traicionado, llamado “basura”, por sus discípulos de cuna noble y no pudo soportarlo más, entró por la noche a la habitación de Leimos, tomó la piedra y huyó. Se desató una guerra en la academia, Harret fue culpado por las acciones de su discípulo, enfrentó a Leimos, su discípulo fue asesinado, él perdió el brazo y Leimos partió la piedra por la mitad. Ese fue el recuerdo que Lilith vio, a Leimos sacrificarse para destruir la mitad de la piedra y a Nadia salir corriendo, ella escapó al bosque, salió de los recuerdos de Harret y nadie la volvió a ver, mientras, Harret cayó en cama, la herida de su brazo se infectó y los doctores le dieron horas de vida. Sus discípulos lo rodearon. – Señor, ¡no hay otra solución!, por favor, considérelo. Leimos eligió la enseñanza, Harret la inmortalidad, así lo contaba la historia, lo que los libros no decían, era que a los seguidores de Harret no se les permitió tener discípulos, para ellos, era la inmortalidad o el olvido, jamás tuvieron otra alternativa. En el recuerdo, Harret puso la mano sobre la cabeza de un mago joven, extrajo su alma e hizo el traspaso. – ¿Maestro? Harret miró sus manos – funcionó. Todos celebraron y rápidamente imitaron a su maestro, en cuestión de tres años el grupo de ancianos pasó a ser un grupo de estudiantes adolescentes a quienes todos alababan por su alta comprensión de la magia, el método fue aprobado con creces. Fue entonces que pasó. Harret entró al baño, vomitó sangre y al peinarse sacó mechones de cabello. Lo mismo les pasó a los otros magos, sus nuevos cuerpos los rechazaban porque no eran el alma anfitriona, ellos eran huéspedes. Y por cometer una ofensa contra las leyes de la naturaleza, perdieron su humanidad.
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