Percival llegó a la planta baja, miró la recepción, la sala de espera y una silla salió volando, tuvo segundos para usar su magia y detenerla o lo habría golpeado.
La recepcionista dejó su puesto – las dos, fuera del edificio.
– No me iré hasta hablar con mi hija.
– Yo tampoco me iré sí ella sigue aquí.
Percival caminó hacia un costado y vio a un hombre mayor con un bastón – disculpe, ¿qué fue lo que sucedió?
– La mujer del suéter verde es la mamá de una de las estudiantes que estaba en el incendio de anoche y la otra, la del saco azul, es la mamá de la chica que inició el incendio, se encontraron e insultaron a sus hijas – le explicó.
Percival volvió a mirar la sala, la última vez que vio a la mamá de Lilith fue hace tres meses, en la tienda y estaba muy consternado por haber estado en el espacio mental de otra persona, pero debía ser ella – gracias – exclamó y se apresuró a la sala.
La recepcionista controlaba a los padres de la estudiante que seguía en el hospital y Percival aprovechó para acercarse a la profesora Santiago.
– Señora.
Un hechizo torció su mano y la puso sobre su espalda.
Brenda volteó a verlo – cariño, espera, eres ese chico, el asistente de demonólogo que fue a la tienda.
Percival agradeció mentalmente que lo reconocieran – gracias – le dijo al señor Bonel por soltar su mano – por favor, vengan afuera, les contaré cómo está Lilith – usó telepatía para que las otras personas no escucharan.
Brenda asintió y lo siguió.
En su camino Jacob se quejó – llegamos desde anoche, no nos dejan verla y todas las personas que llegan saben más del caso que nosotros, ¿cómo están manejando la investigación?, por qué, gente que no conocemos dice que nuestra hija es culpable.
Tenía razones para estar molesto, siendo una investigación en curso, se suponía que nadie fuera del departamento debía saber el nombre de Lilith o lo que sucedió, pero en el transcurso de un par de horas, se convirtió en chisme de oficina.
Brenda detuvo a Percival – ya estamos lo bastante lejos, ¿qué le pasó a Lilith?
Percival suspiró.
*****
Antonio llegó a la oficina del capitán Leblanc y miró a la directora Lacroix hablando con el fiscal Damira.
– Traje lo que me pidió, capitán – explicó, abrió una carpeta y fue acomodando varias fotografías antiguas sobre la mesa – este es el formulario, positivo para presencia demoniaca y de acuerdo al patrón, coincide con el demonio que salió del espejo hace tres meses, Carlos lo clasificó como rango S.
La directora miró el formulario y el dibujo del cuerpo humano con líneas que representaban el alma de Lilith y la del demonio – traeré a un equipo para que revisen el artefacto, podría estar dañado y, ¿qué es todo esto?
Mientras ella hablaba, Antonio siguió acomodando las fotografías y desplegándolas sobre la mesa – son fotografías de hace cincuenta y cinco años, este es Agustín Bonel, construyó la tienda de antigüedades, aquí está con su esposa, aquí con sus hijos y aquí en el fondo – sacó una lupa en caso de que alguien no lo viera – el espejo, en esta otra se ve mejor, este es su hijo Rafael Bonel, actual director de las empresa Barrington, en su testamento Agustín lo nombró heredero universal y esta es su hija Martha Bonel, quien, por cierto – agregó – se molestó con su padre por dejarla fuera del testamento, vino al ministerio e interpuso una demanda, su abogado hizo un inventario de todas las propiedades, página cinco – agarró las hojas sin cuidado y golpeando la mesa – un espejo del siglo XIV, artículo no disponible para su venta y registrado como una decoración de la tienda junto con tres pinturas que eran muy preciadas para el señor Agustín.
– ¿Qué cree que está haciendo? – preguntó la directora Lacroix.
– Expongo los hechos, tuve este caso por tres meses, investigué todas las rutas y no hay ni una sola pista que ponga a la profesora Brenda Santiago como la responsable de comprar el espejo y ponerlo en la tienda – agarró una de las fotografías – esta fue tomada antes de que ella naciera, además, en mi experiencia los seguidores del abismo no dejan objetos demonizados a la vista del público, los esconden y los ponen bajo protección, culparlos por todos los desastres ocasionados por el espejo es forzar la evidencia en la más ridícula de las formas. Tengo un buen abogado Rubén – miró al fiscal – haz la acusación y te aplastaré.
Rubén Damira miró los reportes – lo que dice es cierto, tenemos el testimonio del incendio y el ataque, pero la relación con los seguidores del abismo es muy forzada y sin evidencia que la respalde.
– Tampoco puedes mencionarlo – agregó Antonio y pasó la mirada hacia la directora Lacroix – ¿por qué está tan empeñada en condenar a una inocente?
– Esa “inocente”, como usted la llama, atacó a ocho de mis estudiantes, cuatro de ellos tienen quince años, tres no han despertado y hace poco me llamaron del hospital para decirme que mi estudiante entró a quirófano y que podría perder la vista, ¡estoy siendo muy dura!, sí, es probable que lo sea, ¡me estoy cerrando a otras posibilidades!, sí, no lo negaré, pero lo hago porque ese es mi trabajo, yo no administro, no contrato personal ni asigno salones, lo que yo hago es proteger a mis estudiantes de todos los peligros, mientras estén bajo mi techo, esos chicos confían en que los mantendré a salvo y parte de mi trabajo es decirle al resto de la comunidad mágica que nadie lastima a mis estudiantes y vive para contarlo.
Antonio cerró el expediente – qué curioso que esas sean sus motivaciones.
– ¿Por qué le sorprende? – exclamó la directora y cruzó los brazos.
– Porque yo pensé que Lilith Bonel, también era estudiante de la academia.
El capitán Leblanc sonrió, desde antes de que Antonio llegara ya había negado los intentos de la directora por relacionar a la familia de Lilith con los seguidores del abismo, simplemente no era racional, el problema que tenía, era que la directora seguía insistiendo – es suficiente con eso Antonio, Rubén, espera afuera – les dijo a sus empleados y se quedó con la directora – Lissy.
– Es directora Lacroix para ti, Francis.
Leblanc abrió el archivo que Antonio dejó sobre la mesa – mi eliminador tazó el demonio en la categoría S, y mi investigador demostró que la señorita Bonel está albergando un demonio en contra de su voluntad, lo que esa chica necesita es ser llevada a un centro de ayuda para que un grupo de expertos monitoreen al demonio y le ayuden a mantenerlo sellado, aún puede tener una vida normal, mientras tú no conviertas esto en una cacería de brujas. Sí de verdad te preocupan tus estudiantes, esta es la que más te necesita.
Liseth Lacroix tomó el archivo de mala gana – estaré esperando la fecha del juicio, mi interrogatorio sigue siendo admitido como evidencia – dijo antes de dejar la habitación.
Siendo quien era, dejó el edificio por el elevador en la parte de atrás y fue directamente al estacionamiento sin pasar por la recepción, tampoco vio a dos de sus profesores, Brenda Santiago y Jacob Bonel en la esquina del edificio hablando con Percival, ella condujo al hospital para saber cómo estaban sus estudiantes.
Estudios, muestras de sangre, diagnósticos.
No mentía al decir que le importaban sus chicos, todos eran especiales y haría lo que fuera por ellos, como pagar los gastos de hospitalización y hallar al culpable.
De regreso en su oficina lanzó el archivo en la esquina sobre la mesa, pero calculó mal y todas las hojas cayeron al suelo, resopló, con un movimiento de su muñeca las fotografías y los reportes se acomodaron, volvieron a entrar en la carpeta y se deslizaron sobre el escritorio.
– Ridículo – dijo para sí misma y se sentó a leer.
El archivo era grueso, comenzaba con información de la familia Bonel y varias notas que contaban una historia, Agustín Bonel era el jefe de la familia, un comerciante nato que abrió la que una vez fuera, la más exitosa tienda de magia en la calle Vignon, su hijo Rafael compartía su amor por las ventas, no así su hija Martha, que desde muy joven fue acusada de robo y fraude.
Tras la muerte de Agustín la tienda pasó a su hijo Rafael, Martha interpuso una demanda y comenzó una guerra familiar, según la transcripción Rafael anunció que prefería perder todas las propiedades de su padre, antes que darle un solo centavo a su hermana, y así fue, abandonó la tienda, la cerró y se dedicó a otros negocios, llegó a ser gerente del museo de historia, socio de las empresas Damira y director de la tienda Barrington. Un tipo muy duro a quien la directora Lacroix tenía el disgusto de conocer.
Al ver que no obtendría dinero por el testamento, Martha retiró la demanda, pero la tienda no abrió porque a Rafael ya no le importaba, años después su hijo Lucios compró el edificio y lo convirtió en una tienda de antigüedades que aceptaba tanto a magos como a mundanos.
El espejo seguía siendo una decoración y nada en esa historia mostraba indicios de que la familia Bonel o la familia Santiago supieran que tenían una mina de demonios pegada en su pared.
Siendo realistas, el precio que ese espejo alcanzaría en el mercado n***o, era muy alto, una oportunidad de negocios que el anciano Bonel no dejaría pasar, menos, se la heredaría a su hijo más joven.
El siguiente reporte mencionaba a Valentín Cardenal, según su testimonio su hermana, Valentina, hizo un trato con Martha Bonel, una obtuvo su demanda, la otra, acceso a la tienda, en el proceso Valentina murió y Martha dejó el país, más adelante Valentín la encontró, en sus palabras, Martha era una mujer que amaba una sola cosa, el dinero, ella le dio la información a cambio de una gran suma.
El siguiente reporte enlistaba las acciones de Lilith después del incidente.
Solicitar una exploración por energía demoniaca y una exploración por maldición, a partir de la cual se presentó su talento mágico. Algo pasaba con ella, pero no sabía lo que era.
El siguiente reporte mostraba la forma en que su alma y el alma del demonio estaban enlazadas, al lado de esa hoja estaba el informe del técnico que eliminó el libro, ahí establecía que la energía estaba incompleta y que el demonio se cortó una parte, (la mano o la cola), para dejarla como cebo.
De acuerdo a la proporción, para mantener la categoría C, el alma completa del demonio debía ser por lo menos de categoría S, lo siguiente era la búsqueda que Antonio hizo del demonio, un estudio de todos los artículos en la tienda, pistas del abogado que liberó a Valentín y todo era, un callejón sin salida.
Hasta que Lilith apareció en la mesa de interrogación a contar lo que realmente pasó.
Sí todo era cierto, un demonio de la categoría más alta entró a su academia y todos estaban vivos, porque Lilith lo detuvo, nadie más en la historia de la magia había logrado recuperar su cuerpo de las manos de un demonio, después de haber firmado el contrato, se necesitaba una fortaleza mental sin precedentes.
Sí lo miraba objetivamente, ella cometió un error.
*****
Lilith cayó de la cama, tenía las manos sobre sus oídos y ya no podía soportarlo, por las últimas horas Harret empujó sobre ella todas las palabras que se decían en el ministerio.
Los padres de los estudiantes heridos, los investigadores, los visitantes, todos ellos susurrando, hablando y gritando que Lilith era culpable y debían condenarla.
– No tiene que ser de esa forma – dijo Harret.
Lilith cerró los ojos y se vio a sí misma sentada detrás del escritorio con cadenas llenas de espinas, enterrándose en todo su cuerpo.
– Deja que me haga cargo – continúo Harret – déjame salvarte.