Percival terminó de contarles a los padres de Lilith todo lo que había pasado, tanto lo que sabía al ser parte de la investigación, como lo que Lilith le confesó. No tenía talento, lo que ella creyó que era su poder mágico sellado, en realidad era un engaño del demonio que salió del espejo.
Para finalizar, les habló de la directora Lacroix, al respecto Percival no quería ser prejuicioso, apenas comenzó su turno escuchó muchos rumores de la investigación y de la forma en que la directora se involucró, tomó el control y lanzó acusaciones, como si fuera ella la capitana del departamento, así que lo mantuvo de manera objetiva.
Pero Brenda conocía a la directora por años y supo que no era tan simple – no la dejará ir.
Jacob también se sintió apesadumbrado – traeremos un abogado, no pueden mantenerla encerrada sin una acusación formal, arreglaremos esto.
– ¡Contra ella! – reclamó Brenda – esa mujer es un demonio cuando se trata de proteger a sus estudiantes, tú la has visto.
– No está sola – la interrumpió Percival – mi jefe tiene un interés especial en este caso, y su capitán es un buen hombre, todos sabemos que ella no lo hizo.
Brenda se talló los ojos – ¿puedes asegurar que podrán detenerla?, fuiste estudiante de la academia, sabes que la directora jamás se rendirá, encontrará pruebas sí no las hay y la usará como ejemplo para demostrar que nadie, se mete con sus estudiantes.
Percival deseó decir que estaba seguro, porque confiaba en su jefe, aunque fuera un idiota, era el tipo de sujeto que siempre hacía lo que creía que era correcto, pero ni siquiera él podía controlar las acciones de la directora Lacroix – lo siento.
Afuera del ministerio ya se hablaba de un juicio apresurado, aprovechando las cuarenta y ocho horas que Lilith debía estar bajo confinamiento y con el único propósito de complacer a la directora de la academia.
– Gracias por tu sinceridad – dijo Brenda y dio la vuelta.
Jacob la siguió – ¿planeas ir a hablar con ella?
– Ir a su oficina y suplicar por ayuda, ¿eso en qué cambiaría las cosas?, Lilith necesitará ayuda para enfrentar a ese demonio y los magos – miró la entrada del ministerio, existían comunidades unidas, personas que trabajaban en conjunto y respondían cuando uno de ellos los necesitaba, pero los magos no eran así, ellos eran los primeros en dar la vuelta y proteger sus intereses – no quiero que mi hija pase ni una sola noche más, dentro de ese lugar – buscó en su celular y lo pensó mucho, antes de hacer la llamada.
*****
“Abuelos maternos, Joaquín Santiago y Julieta Damira, participes confirmados de la secta de los seguidores del abismo”
Lilith escuchó en su cabeza la conversación que tuvo lugar dos horas antes, los investigadores del ministerio ahora sabían que sus abuelos maternos eran seguidores del abismo y lo usarían en su contra.
– Te queda muy poco tiempo – dijo Harret.
Lilith tenía todo el cuerpo adolorido, después de caerse de la cama no pudo levantarse, seguía tendida sobre el suelo frío preguntándose por qué algo tan simple como ponerse de pie se sentía tan difícil.
Y mientras ella continuaba sobre el suelo, Harret seguía de pie, con esa ropa sacada de una época antigua, cabello castaño claro, barba descuidada y el escudo de la fortaleza de Pría en su solapa – acepta mi ayuda – le tendió la mano – y saldremos juntos de aquí.
Lilith movió los dedos, sí aceptaba la ayuda de ese demonio, tal vez, ella y su familia podrían estar a salvo, tal vez…
Percival miró las pantallas de las cámaras y esperó a que apareciera la celda de Lilith, en el cambio, la vio en el suelo y corrió.
Poco después la puerta de la celda de Lilith se abrió, Percival la ayudó a levantarse – Lilith – dijo y habló rápidamente, pero ninguna de sus palabras tuvo sonido, Harret seguía controlando los oídos de Lilith y no le dejó escuchar.
– Hablé con tus padres – dijo Percival – los vi llamar a alguien y aísle el sonido para escuchar la conversación en secreto, llamaron a una persona que te sacará de este lugar, Lilith, ¿estás escuchándome? – tuvo un mal presentimiento – mírame – sujetó sus mejillas – saldrás de aquí, te lo prometo.
Lilith leyó sus labios y lo abrazó, casi lo hizo, casi tomó la mano de Harret, desde la noche anterior sintió que caía en un abismo profundo y que la mano de ese demonio era la única que la sacaría de la oscuridad, pero eso era mentira – gracias – susurró y lloró.
Afuera el guardia de seguridad iba a entrar para sacar a Percival y Antonio le pidió que no lo hiciera – dale cinco minutos, yo respondo por él.
*****
La directora Lacroix tenía el archivo del caso de Lilith sobre la mesa y a su lado, los expedientes de Jacob Bonel y Brenda Santiago, profesores de pociones y conjuros.
Ambos eran muy capaces, con buenos historiales, antecedentes y excelentes evaluaciones, todos los estudiantes coincidían en que eran buenos maestros, el único problema que surgió con ellos, ocurrió la tarde en que Rafael Bonel se presentó en su oficina acusando a Brenda de fraude, dijo que estaba relacionada con seguidores del abismo y que nunca compartió esa información con su familia, de haberlo hecho, él no habría permitido el matrimonio.
Desde el comienzo la directora supo que todo era drama familiar, Brenda fue interrogada en su momento y no se presentaron cargos, en retrospectiva, ventilar esa información y usarla en contra de la hija de Brenda, fue incorrecto.
Sobre la mesa también estaba su celular, una llamada y retiraría la presión que puso sobre el caso, entonces todo quedaría en manos del capitán Leblanc, Lilith sería enviada a un centro de tratamiento para víctimas de demonios, disfrazado de centro de rehabilitación, le ayudarían a contener al demonio, la tendrían bajo vigilancia, después de ser dada de alta acudiría a visitas periódicas y el resto de su vida, era cosa suya.
Sí hacía la llamada…
En el otro extremo, los padres de los estudiantes que seguían en el hospital estarían molestos, enviarían reclamos a la escuela y al ministerio, sería difícil después de todo el espectáculo, hacerles entender que había un demonio involucrado.
Mientras lo pensaba, entró una llamada, era de su hijo.
– ¿Cómo están?, ¿qué dijeron en el hospital?, ¿salió bien de la operación? – preguntó de inmediato.
– La tienen en observación, entre mañana y pasado mañana la operan.
La directora se levantó – ¡aún no la operan!, ¿qué han estado haciendo tú y mi nuera todo este tiempo?, olvídalo, yo lo arreglaré – tomó sus cosas y se alejó del escritorio – iré allá, haré algunas llamadas y en cinco minutos estará entrando a quirófano.
– No es así como funciona.
– Obsérvame, yo arreglaré esto, no debí dejar que fueras solo.
Del otro lado de la línea se escuchó un resoplido – tiene la muñeca hinchada, no pueden operarla hasta que baje la inflamación y necesita tener ocho horas de ayuno, no vengas…
*****
El reloj marcó las siete de la noche y nadie fue a ver a Lilith, no había abogado, tampoco una llamada ni visita de sus padres, la tenían completamente aislada en espera de una acusación.
– Sentarse y hacer nada, es la decisión más estúpida de todas – dijo Harret.
Lilith no reaccionó, continuó mirando el reloj y esperó.
El horario de Percival terminó, era hora de ir a casa – ¿qué están esperando? – reclamó en voz alta – tienen los reportes, la evidencia, saben que no fue su culpa y siguen aplazándolo, ella está ahí dentro, sola, aislada, es el peor escenario para una persona que está siendo tentada por un demonio.
Antonio se recargó en el asiento – bienvenido al lado oscuro de la burocracia, tu amiga hirió a varios estudiantes de familias destacadas en nuestra comunidad, comenzando con la directora Lacroix y pasando por los Damira, todos ellos tienen exigencias y algo más importante, dinero.
– Ella no los hirió.
– Cierto – acepto Antonio – ahora dile eso a los padres de familia que hacen turnos en el hospital para cuidar de sus hijos.
Percival apretó las manos en puños – el señor Bonel, el abuelo de Lilith, lo investigamos hace tiempo y es un sujeto con dinero.
– No te lo recomiendo. Por ahora, ve a casa, mañana será otro día.
– ¡Y dejarla aquí!
– Sabes por qué las enfermeras de los hospitales hacen turnos rotativos, es para evitar que creen vínculos con los pacientes, hiciste todo lo que podías, ve a despejar tu mente y confía en el resto del equipo, es lo que yo haré.
Percival odió no poder hacer más.
Antonio acomodó sus cosas, fue al pasillo y esperó por el elevador.
– Oye, Melosa – lo saludó otro mago – tu compañero es un ingeniero mágico, ¿cierto?
– Sí, ¿por?
– En archivo están mandando a traer a todos los ingenieros, ¿recuerdas el espejo?, anoche volvió a sellarse, el experto se está quedando sin cabello tratando de descubrir lo que pasó.
– En recursos humanos dicen que es una reliquia, como la tumba de un faraón antiguo, se abre cada cincuenta años con la alineación de los planetas – bromeó otro mago en la parte de atrás.
Antonio giró la mirada, al respecto, seguro Percival tendría una teoría y eso le daría una excusa para quedarse toda la noche en el ministerio, marcó el número y esperó al tono de llamada.
El elevador llegó al estacionamiento, las puertas se abrieron y los tres hombres salieron, después de ellos una mujer pelirroja, con anteojos oscuros, un bolso de marca, guantes color esmeralda y un largo vestido verde, subió al elevador y presionó el botón del séptimo piso.
– Diga – respondió Percival.
– Sí quieres quedarte, ve al archivo, hay trabajo para los ingenieros mágicos del edificio – le explicó Antonio y se detuvo, hace un momento alguien entró al elevador, casi podría jurarlo, pero ¿quién?
El recuerdo de esa persona no estaba en su memoria.
El elevador llegó al séptimo piso, las puertas se abrieron y la mujer pelirroja caminó sin detenerse, a diez metros estaba Percival, después de la llamada salió de la oficina y pensó en ver a Lilith antes de bajar al archivo, llegó a la esquina, dobló a la izquierda y se detuvo, la mujer pelirroja dobló en esa misma dirección y Percival tuvo la impresión de que tenía que estar en otro lugar, dio la vuelta y regreso a la oficina sin recordar por qué había salido.
La mujer llegó al área de las celdas, tomó la llave que estaba en la esquina de la mesa y dejó en su lugar una moneda, después se paró delante de la celda, tomó su celular y envió un mensaje moviendo sus dedos muy rápidamente.
La notificación llegó al celular de Brenda.
“Ya estoy aquí, última oportunidad para arrepentirte, ¿estás segura?”
Era una apuesta arriesgada, y era la única que tenía – hazlo – escribió.
Jacob la abrazó.
– Perfecto – sonrió Karina, usó la llave para abrir la habitación y se quitó los lentes – hola, tú debes ser Lilith, soy una amiga de la familia.
Lilith levantó la mirada, quería ver a sus padres, también deseaba salir de ese lugar y una mujer que surgió de la nada era la respuesta a todos sus deseos – ya te lo dije – miró a Harret – no quiero tu ayuda.
Karina la vio hablando con la pared y anticipó lo que estaba pasando, del interior de su bolso sacó una pequeña grabadora y la accionó.
– Mi cielo – era la voz de Brenda – por favor, sigue a tu tía por ahora, te prometo que estaremos contigo.