Abismo Parte 5

1987 Palabras
La mujer con el cabello de un rojo muy brillante y el vestido ceñido no era una manifestación del demonio, era real, una tía a la que jamás había visto y que no conocía. Lilith se levantó de la cama. – De acuerdo – dijo Karina y guardó la grabadora en su bolso – el elevador está al final del pasillo, del lado izquierdo, saldré primero, detendré las puertas y te daré una señal, cuando salgas de aquí aparecerás en las cámaras y vendrán a buscarte, tendrás que correr lo más rápido que puedas y entrar al elevador, yo haré lo que sigue. Lilith asintió y a su lado, Harret le presionó el cuello con fuerza – quiero mi mochila. Karina vio los ojos de Lilith – no tenemos tiempo. – No me iré sin la maldita mochila – insistió Harret usando la voz de Lilith. Karina sintió una corriente fría en el aire – ¿dónde está? – En evidencia, la metieron en una bolsa, es de color verde y tiene el dibujo de un árbol. Karina miró hacia el pasillo – cuando te de la señal, niña, ¡corre! – se puso los lentes y desapareció. La puerta se abrió y se cerró. Lilith cayó al suelo, le dolía el cuello y Harret se veía muy molesto, ella tenía el control de su cuerpo, ella estaba sentada en esa silla enorme al final de las espadas y las espinas, pero él seguía siendo capaz de tomar sus sentidos cuando lo quisiera. Afuera, la agente de seguridad en turno escuchó un sonido leve, era el golpeteo de una uña sobre la mesa, justo encima de un trozo de papel que decía, “la mochila”, ella negó con la cabeza. Una segunda moneda apareció sobre la mesa, estaba marcada con el emblema de un halcón, la guardia desvió la mirada y otras dos monedas aparecieron. La agente revisó las cámaras, esperó a que la imagen rotara y se levantó de su asiento, las pertenencias de Lilith estaban en la parte de abajo junto con una hoja inventariando los objetos, un celular, tres libretas, dos libros, una lapicera, llaves, cosmetiquera, un recibo por una botella de agua, una pócima de revelación, una regla y una cartera. La cámara volvió a rotar, la agente tomó la mochila y la puso rápidamente sobre la mesa, segundos después, esta desapareció. Karina miró lo inflado que estaba ahora su bolso, era muy molesto y chocaba con la estética, resopló, al final del pasillo estaba el elevador, presionó el botón del estacionamiento y esperó pacientemente a que uno de los dos elevadores llegara. Las puertas se abrieron, un hombre mayor dio un paso fuera del elevador, miró a su derecha y tomó los lentes de Karina – señorita, no está permitido usar dispositivos de camuflaje dentro del edificio, la próxima vez que venga déjelos en recepción – la miró fijamente – ¿a qué área va? – era el capitán Leblanc. Karina no lo esperaba, estaba a metro y medio del elevador, las puertas se abrieron y una vez que la descubrieran, la maga con la que hizo un trato negaría conocerla, el tiempo para pensar era minúsculo y su falta de respuesta, la hacía ver sospechosa – me disculpo, creo que estoy perdida, ¿es esta la sala de exploración? – sonrió y empujó el aire. El capitán Leblanc subió las manos para evitar el golpe. Karina giró la mirada – ¡AHORA! Lilith empujó la puerta y corrió hacia el pasillo, vio a la mujer que la visitó rodeada de un destello de electricidad que era mejor evitar, se pegó a la pared, corrió con la cabeza inclinada y en el último tramo vio un puño dirigiéndose hacia ella. El capitán Leblanc rechazó el hechizo de Karina, se defendió y al notar que había una segunda persona, giró su puño acompañándolo de una corriente de energía, en el último segundo vio que esa persona era Lilith. Ella cerró los ojos, pero el hechizo le pasó por encima, siguió corriendo y se aventó dentro del elevador. Karina la abrazó, cerró las puertas y cortó el cable que sostenía el elevador usando su magia, la caída fue estrepitosa, Lilith sintió como todo su cuerpo se elevaba, al llegar a la planta baja el elevador redujo su velocidad, pero no lo suficiente y Lilith se golpeó contra el piso. Karina se levantó – aún no salimos – dijo y jaló el brazo de Lilith, ambas corrieron por el estacionamiento. El coche de Karina era rojo, un modelo muy lujoso, Lilith se sintió extraña subiéndose a un coche como ese, acomodó el cinturón y escuchó la alarma, adelante, las puertas del estacionamiento comenzaron a cerrarse – no vamos a llegar. – ¿Quieres apostar? – sonrió Karina. – No. Karina pisó el acelerador y condujo velozmente hasta la entrada del estacionamiento, Lilith cerró los ojos. Afuera los semáforos cambiaron para darles el pase – tu celular – pidió Karina y lo arrojó por la ventana, el celular llegó limpiamente a un bote de basura. El estómago de Lilith gruñó, estando en la celda le trajeron la cena y no tenía hambre, por eso la dejó sin tocar, ahora que estaba en un coche rumbo a casa y podía relajarse, su sistema digestivo decidió volver a trabajar. – Hay galletas en mi bolso – dijo Karina. Para Lilith era más importante tener respuestas que comida – ¿quién eres? – Me llamo Karina Santiago, soy una prima lejana de tu madre, ella es mayor – aclaró. – Nunca escuché que te mencionara. – Ella no habla mucho de la familia. Cierto. – Oye, esa no es la dirección, estás saliendo de la ciudad, mi casa está por allá. – No vamos a tu casa, es el primer lugar donde los agentes del ministerio te buscarán. Lilith tragó saliva – ¿a dónde vamos? – A un lugar seguro, es todo lo que puedo decirte por ahora – explicó y notó la mirada perdida de Lilith – mientras estabas encerrada muchas cosas pasaron, la nieta de la directora Lacroix fue al hospital, tiene destruida la muñeca derecha, los que cayeron en coma despertaron en la mañana, pero no están libres de heridas y los otros cuatro chicos, están muy graves, sus padres junto con la directora quieren que vayas a prisión y pagues por lastimar a sus hijos. Lilith cerró los ojos, era lo justo, si alguien lastimará a sus padres o a su tío, ella sería la primera afuera del ministerio exigiendo justicia, pero ella era inocente, fue el demonio quien los lastimo mientras ella estaba dentro de su espacio mental jugando a usar su magia, como una completa estúpida – en el ministerio probaron que hay un demonio dentro de mí. – Eso fue lo peor – dijo Karina – lograste captar la atención del consejo de magos de todo el país, sí no fuera porque hice un viaje para pasar mis vacaciones en la playa – bajó el espejo para observar su maquillaje – estarías de camino a una prisión mágica y a tus padres se les prohibiría verte, todo bajo la ley de Sally. – ¿Qué? – Tienes un demonio de clase S, es como tener un lingote de oro dentro del estómago, miles matarían por abrirte el abdomen y sacarlo. No era una imagen agradable y por instinto, Lilith presionó su abdomen – ellos no harían eso, Percival dijo que me sacarían. – ¿Quién es ese? – Es un amigo, trabaja en el ministerio de magia, en el departamento de demonología. – ¿Es jefe de departamento? – No, él es asistente. Karina sonrió – apuesto a que es un chico lindo, pero sí es un asistente, él no toma las decisiones, las obedece, ¡ah!, cariño, lo peor que pudiste hacer, fue llamar al ministerio. – Se supone que protegen a los magos. – No, el ministerio de magia se protege a sí mismo, a sus fundadores y socios independientes, no a los magos. – Ni siquiera eres de aquí, dijiste que viniste por un viaje vacacional, no sabes cómo funciona el ministerio, ¿quién eres realmente? Karina respondió con una pregunta – ¿harías un pacto con el diablo para salvar a alguien a quien amas? Considerando que el “diablo” se le presentó, Lilith tuvo que decir – no. – Bueno, tu madre lo hizo. El corazón de Lilith latió apresuradamente, a su familia materna la conocía por fotografías, casi nunca se reunieron, no había una “tía” misteriosa de cabello rojo y la razón la descubrió ese año – eres una seguidora del abismo. Su tía sonrió – deberías ver tu cara, sí, es lo que soy. Lilith buscó los seguros del auto. – Oye, morirás sí saltas del coche y le prometí a Brenda que te protegería. Lilith lo encontró gracioso – tú, ¿protegerme? Su tía suspiró – no somos lo que piensas. – Lastimaron a mi mamá, mataron inocentes, todo porque mi abuelo tenía un demonio escondido en su sótano. Karina estacionó el coche – bien, te contaré lo que realmente pasó, y después, volveré a conducir porque no quiero asustarte, pero nos están buscando y sí nos encuentran, no será bueno para ti – la miró muy fijamente – todas las organizaciones tienen un idiota codicioso que piensa que merece más de lo que recibe, el nuestro se hacía llamar “Casanova”, entró a nuestro depósito y robó objetos demonizados ya usados, a los candidatos que querían unirse, tus abuelos estaban en ese grupo, compraron al demonio, el método de drenado, el dispositivo de seguridad y aumentaron su magia por un par de años, lo que Casanova no les dijo, fue que los demonios ya drenados necesitan almas humanas para recuperarse y se vuelven más enérgicos y desesperados a medida que se debilitan, lo que pasó, fue lamentable, pero no fue nuestra culpa. Lilith no estuvo de acuerdo. – Después de eso supimos que Brenda estaba herida, tenía una fractura seria, necesitaba operación, pero tus abuelos estaban ocupados contratando abogados y se olvidaron de atenderla adecuadamente, por eso intervinimos. – La obligaron. – Cierto – admitió Karina – me consta que ella no quería estar en la iglesia, pero fue necesario, sí no hubiéramos hecho algo, ella habría pasado los últimos treinta años en una silla de ruedas. Lilith nunca lo había visto de esa forma. – No sabes lo que es tener un hueso roto, la extremidad no se recupera del todo y durante la temporada de frío, sientes dolor. – Pero ustedes le dieron energía demoniaca. – Te haré una pregunta y quiero que te concentres en la respuesta – dijo Karina – en los veintitrés años de vida que tienes, alguna vez, ¿viste a Brenda ser atormentada por un demonio?, sí no conoces los síntomas te los enlistaré, dolor de cabeza, insomnio, mareos, alucinaciones y mi favorito, hablar con personas que nadie más ve. Lilith tenía los recuerdos de su familia muy presentes, y las únicas veces que vio a su madre con migraña, fue después de pasar toda la noche calificando exámenes – dices, que la magia demoniaca es benigna. – Sí usas el método correcto, claro, sí eres un aficionado con un demonio atrapado en tu caja de seguridad, pones en peligro tu vida y la de todos en tu familia. Tenía sentido, pero Lilith sufrió muchas malas experiencias por confiar en otros y no quería pasar por eso de nuevo – ustedes, ¿usan a los demonios como baterías? – Sí. – ¿Quieren la energía del demonio que está dentro de mí? – Buena pregunta – sonrió Karina – sí, pero hay límites que no cruzamos, contrario a lo que los magos te han dicho, no somos asesinos. Brenda también lo sabe o nunca te habría dejado conmigo.
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