La fiesta de la clínica Vignon era un desfile de moda y lujo que Percival odiaba.
A los pacientes se les invitaba como mera cortesía, eran los accionistas, los magos y los mundanos con dinero suficiente como para pagar habitaciones VIP, quienes realmente asistían a esa fiesta.
Era un dolor de cabeza.
– Apuesto a que desearías estar en casa viendo la televisión – dijo Ana Lizeth, la hermana de Leopoldo y su prima.
– Adivinaste, ¿cómo estás?
– Sigo viva, para dolor de mis padres – respondió Ana – quería verte antes de la fiesta para darte algo – buscó en su bolso y sacó una invitación.
Percival la leyó – ¿es real?
– No, tonto, es una ilusión, por supuesto que es real – chilló – me casaré la primera semana de febrero y quiero que estés ahí.
– No faltaré.
Ana lo abrazó – también le di una a mi tía Eva, y me pidió que te invitara por separado y te aconsejara llevar una novia, ¡algo que dice que está buscando una nuera!
Percival rodó los ojos – se le metió esa idea en la cabeza, con el tiempo dejará de insistir.
Ana sonrió.
La música era lenta, los invitados se acomodaron en las mesas libres y Percival buscó un lugar donde pudiera anidar hasta que la fiesta terminara.
Su deseo no se cumplió porque una persona lo vio desde el otro lado y lo abordó – hola – dijo Ofelia tímidamente – quería saludarte – lo dijo y se dio cuenta de que sonaba redundante y acosadora – no digo que vine a la fiesta específicamente a verte, quiero decir – se puso nerviosa.
– ¿Cómo sigue tu brazo? – preguntó Percival, la última vez que la vio ella tenía un guante ortopédico.
– Mejor, terminé la fisioterapia, todavía tengo algunos ejercicios y esta horrible cicatriz, pero se pondrá mejor.
– Lo más importante es que puedas mover el brazo, ¿cómo están tus otros compañeros?
– Más o menos – admitió Ofelia y se sentó poniéndose más cómoda – Samuel perdió la visión de un ojo, dejó la residencia y según escuché, se operará en el extranjero, sin importar lo que pase, no regresará a la academia – se lamentó – Verónica y sus padres se mudaron, Cinthia es la única que sigue como residente, le aconsejé venir a la clínica, pero no creo que lo haga, uno de los estudiantes de primer se cambió de escuela, otro está tomando tutorías privadas, a la otra la dieron de baja, nadie sabe en dónde está y la más joven, aún está en el hospital.
Percival se sintió mal al escuchar todo lo que pasó, porque eso fue causado por el demonio dentro del cuerpo de Lilith – lo lamento.
– Sí, no – hizo una pausa para ordenar sus ideas – yo quería ser quien lo dijera, por lo que pasó la última vez que nos vimos, tal vez no lo recuerdes.
Una persona más se sentó en la misma mesa, por el ruido que hizo al acomodar la silla fue imposible no verlo, era Leopoldo Vignon, el primo de Percival y hermano menor de Ana – no está ocupada esta silla, ¿cierto?, hola, soy Leopoldo, nos conocimos en la ceremonia de inicio de clases hace tres años.
Ofelia no lo recordaba.
– No tenía idea de que mi familia te había invitado, ¿ya comiste algo?, Percival – dijo, sin darle tiempo a Ofelia de responder – ¿qué estás esperando?, ve por una copa para nuestra invitada.
– Sí quieres ofrecerle algo, ve tú a traerlo.
Leopoldo intentó actuar de manera natural – disculpa a mi primo, no tiene modales.
– Estoy bien – dijo Ofelia.
Percival se levantó – buscaré otra mesa.
– ¡Buena suerte! – se despidió Leopoldo y concentró su atención en Ofelia – te traeré una bebida, ¿tienes alguna en especial?
Ofelia se levantó, caminó de prisa entre los invitados y sujetó el brazo de Percival para que él se detuviera, habría sido mejor hablarle, pero estaba demasiado nerviosa y sus ideas no se acomodaban de la forma en que ella lo quería – llegué a los dormitorios esa noche – soltó, sin contexto ni explicaciones – escuché todo lo que pasaba, mis compañeros vieron a esa chica en la biblioteca, discutieron y la acusaron de poner en peligro las vidas de los estudiantes de primer año, no pensé que habría un demonio involucrado, ni por un momento, yo – su corazón latió rápidamente – pensé, "es un problema doméstico, estudiantes discutiendo con estudiantes, puedo arreglarlo", quería llegar, aclarar las cosas, llevarlos a todos a la oficina de la directora y ser la persona más madura de los dormitorios, eso era lo que quería, no pensé en mis compañeros, tampoco en los estudiantes, pensé solo en mí y en lo grandioso que sería escuchar a mi abuela elogiándome por resolver todos los problemas – una lágrima bajó por su mejilla – hace un tiempo mi abuela me habló sobre lo que realmente pasó y ella aceptó que cometió un error, que actúo apresuradamente y que perjudicó una investigación – acomodó su cabello – lamento lo que dije ese día, estaba frustrada y de alguna forma siento que quise canalizar esa frustración hacia un lugar, la estudiante que fue poseída por un demonio – no recordaba su nombre.
– Lilith – dijo Percival.
– Ella, cierto – dijo Ofelia – lo que hice estuvo mal, por eso vine a decírtelo y sé lo que estás pensando – agregó de pronto – que no importa, ya lo olvidaste, así que puedo quedarme tranquila, lo sé sin que lo digas – sonrió con nerviosismo – pero quería decírtelo, más por mí que por ti, quería hacer las paces.
Percival escuchó hasta el final y cuando la explicación terminó, no supo qué decir o de qué forma reconfortarla, no era su fuerte – también lamento lo que dije, sobre que pondrías en ridículo a los investigadores del ministerio, no fue amable.
Uno de los meseros pasó con una bandeja y Ofelia tomó dos copas – olvidemos eso, por una feliz navidad – le ofreció una.
Percival la aceptó.
La directora Lacroix tenía los brazos cruzados – señora Vignon – llamó a Eva – estoy un poco confundida, ese chico, ¿es su hijo o su sobrino?
Eva siguió su mirada – es mi hijo, Percival.
Era la primera vez que la directora veía a su nieta actuar de una forma tan nerviosa – este año celebraremos mi cumpleaños en una villa, es una tradición que me gustaría saltarme – rodó los ojos – pero mi familia insiste en celebrarlo como lo que es, un año menos para la llegada de mi muerte.
Eva no supo sí debía reírse o tomarlo con seriedad, sonrió levemente y por suerte, fue la respuesta que la directora estaba esperando.
– Les haré llegar la invitación.
– Claro, será un placer.
*****
La fiesta de navidad en la iglesia de la Rosa comenzó de una forma única, con la manifestación de un dragón rojo entrando por las puertas e iluminando todos los candelabros, después del dragón un ave extendió sus alas y marcó el inicio de la música.
Los invitados estaban en el segundo piso y esperaron al final del espectáculo para bajar los escalones y dar comienzo a la fiesta.
– La música es súper medieval – comentó Lilith.
Megan a su lado, sonrió – es parte de la magia, tomar las cosas que te gustan y cambiar las que no, como los baños y el aromatizante.
La entrada más esperada era la de Karina, la "Rosa", como la llamaban comúnmente, llevaba un largo vestido rojo y un cabello blanco y alto.
Lilith buscó una máscara para ponerla sobre su rostro.
– Por aquí – las llamó Armando, sobrino nieto del señor Elkan – encantadoras damiselas, ¡una bebida! – ofreció dos copas – esta noche el menú es sangre fresca, recién tomada del festival de sacrificios de la aldea vecina.
– Gracias – dijo Lilith, tomó su copa y bebió – la sangre sabe a cereza, me gusta.
– El año pasado fue vino, ¿por qué lo cambiaron? – preguntó Megan.
Armando se encogió de hombros – este año tuvimos a la loca de la sangre y pensé que sería divertido.
Lilith recordó esa historia, sobre la mujer que llegó a la iglesia pensando que ellos mordían el cuello de los demonios, muy al estilo de una película de vampiros.
– Aparte – continúo Armando – hoy estoy de buen humor, ¿ya se enteraron? – se inclinó para susurrar – los ancianos de la corte mágica hablaron y estuvieron de acuerdo en formar un grupo para revisar las falsas alarmas y puntos calientes, sé que Bruno lo dirigirá y que estaremos Sandra y yo – celebró.
Lilith los miró – ¿qué significa punto caliente?
– Son lugares sospechosos de tener demonios – respondió Megan – ¿qué obtienen los que participen?
– Un salario, monedas de oro – cambió su estilo.
Megan y Lilith voltearon a verse y preguntaron al mismo tiempo – ¿dónde está Bruno?
Bruno Elkan estaba en el segundo piso con su propia bebida, una cerveza en un gran tarro de vidrio, y aunque los piratas bebían ron, la fiesta nunca se trató de ser ¡históricamente correcta", solo era un día para llevar ropa divertida, beber y festejar.
– BRUNO – gritaron su nombre y se atragantó con la cerveza.
Lilith fue la primera en llegar – ¿es cierto?, ¿formarás un grupo? – preguntó, poco después llegó Megan y ambas discutieron sobre lo que Armando les contó, al mismo tiempo.
Ni aislando el sonido era posible entender lo que decían – silencio – pidió Bruno y selló los labios de ambas – mi abuelo lo aceptó hace unos días, el trabajo consiste en revisar las casas que han sido etiquetadas como "embrujadas", saber si realmente son peligrosas y entregar un reporte, mi papá se encargará del resto.
– Queremos formar parte – dijo Lilith.
Bruno estaba a punto de beber su cerveza y tuvo que detenerse, él no levantó el hechizo, Lilith retiró el sello de sus labios usando su poder mágico y sí pudo hacerlo, eso significaba que su capacidad mágica, ya lo había superado.
– Megan tiene años de entrenamiento mágico y yo aprobé lo básico y lo físico, dijiste que estábamos listas para nuevos retos – continúo Lilith.
Bruno tragó saliva y retiró el sello de los labios de Megan – no necesitan convencerme, las dos ya están en el equipo.
– ¡De verdad!
– ¿Creen que lo haré todo yo solo?, sé que soy grandioso, pero hay un límite para lo que una persona puede hacer.
Lilith y Megan se abrazaron.
– Pensé que mi padre no estaría de acuerdo, iré a verlo – dijo Megan.
Lilith se despidió.
– Aguarda – dijo Bruno y dejó la cerveza sobre una mesa con un florero que resplandecía en destellos rojos – tu caso es diferente al de ella, tú tienes un demonio dentro de ti que aún no has controlado y no quiero que aparezca de pronto y nos ataque, así que – hizo una pausa – estarás conmigo.
– ¿Qué?
La última parte Bruno la dijo muy despacio, fue difícil escucharlo.
– Necesitas aprender a amplificar las ondas de sonido, digo que serás mi compañera, ya sea que nos dividamos o tomemos casos separados, tú tienes que quedarte a mi lado. Así podré vigilarte a ti y a ese parásito.
Lilith bufó – no tienes idea de la clase de demonio que habita mi cabeza y créeme, no quieres saberlo.
– Sí tú puedes enfrentarlo, no debe ser tan peligroso, tal vez a ti te lo parece, porque no has experimentado lo que otros demonios pueden hacer.
Lilith cruzó los brazos – lo veremos.
La música se volvió más alta, era la hora de la fiesta en que todos pasaban a la pista para bailar.
– Tengo que irme – dijo Lilith.
– ¿Ya tienes pareja de baile?
– Si.
– ¿Quién? – preguntó Bruno en voz muy alta, deseó retractarse, pero ya era tarde.
Lilith volteó a verlo – Megan.
Bruno sintió un poco de alivio – ¿te gustan las chicas?
– Idiota.
– ¡Baila conmigo! – soltó Bruno.
Lilith pensó que había escuchado mal.