Bruno Elkan era, en una palabra: Un maldito cretino miserable, odioso y engreído.
La frase claramente tenía más de una palabra y eso pasaba porque cuando Lilith pensaba en él, los insultos aparecían solos.
En clase, Bruno la trataba como a una niña, sí lo hacía mal, era torpe, sí lo hacía bien, era lenta, no importaba el resultado, siempre obtendría una crítica, y lo que era peor, más de una vez Bruno se burló de ella por necesitar aprobación constante, lo cual, según él, era un comportamiento infantil y egocentrista.
¡Qué tenía de malo querer un refuerzo positivo!
Fue educada por dos maestros, ambos expertos en psicología infantil y ellos siempre hablaban de resaltar las habilidades de los estudiantes y comprender que todos tenían capacidades distintas, no hablaban sobre tratarlos con guantes, o cuidarlos como si fueran de cristal, no, los refuerzos positivos eran importantes para que los estudiantes aprendieran a arriesgarse, a dejar correr su creatividad sin temor a equivocarse.
Así la educaron y en su idea de “buen maestro”, Bruno era un idiota sin vocación para la pedagogía, sí Megan y ella estaban aprendiendo, era porque tenían una gran fortaleza mental y sabían como tratar a un idiota.
En general, Bruno no le agradaba y podría escribir una tesis completa enumerando todas sus razones, lo extraño, fue que siempre creyó que el sentimiento era reciproco, Bruno la detestaba, odiaba tener que darle clases desde cero y vaciaba su frustración con regaños.
En ese contexto, escuchar la frase, “baila conmigo”, era extraño.
– No escuché lo que dijiste, podrías repetirlo.
Bruno apartó la mirada – te estoy invitando a bailar, no finjas que no me escuchaste.
– No estoy fingiendo, te escuché, pero imaginé que era una broma, ¿qué estás planeando?
– Invitarte a bailar, generalmente las personas tienen esa intención cuando usan esa combinación de palabras, sabes, olvídalo – se apartó dejando atrás su cerveza.
Lilith dio un paso al costado para interponerse – vamos, sí es tu forma de disculparte por ser un idiota el resto del año, puedo manejarlo – sonrió.
Bruno se arrepintió, pero continúo caminando con ella para llegar a la pista, la música era alta y los invitados hacían que fuera difícil encontrar un lugar.
– ¿Estás fiestas siempre son tan concurridas? – preguntó Lilith.
Bruno se inclinó para pegar su oído a los labios de Lilith y escucharla, lo que fue extraño, porque estaba muy cerca, ella repitió su pregunta y él se apartó.
– Sí esto te impresiona, espera a que veas las celebraciones del mercado n***o – respondió Bruno e hizo que su voz llegara directamente a los oídos de Lilith, ignorando el ruido.
El efecto hizo que ella ladeara la cabeza, porque fue igual a tener una persona pegada a su piel, susurrando en su oído con un tono de voz suave, demasiado intimo para su gusto, pero también, era agradable, no tenía amigos que fueran lo bastante cercanos como para hacer eso, además de Megan y ella siempre gritaba, tener a alguien susurrando en su oído cada vez que hablaba, fue lindo.
La fiesta continúo, con copas rebosantes de sangre, jamón asado, pollo picante, tarros de cerveza y flan de postre.
El festival perdía en historia, pero ganaba en ambiente festivo.
A las doce de la noche fue el intercambio de regalos, Lilith recibió una plancha para el cabello – esto es tan medieval.
– Te va a encantar el mío – respondió Bruno, mostrando su reloj inteligente – seguir a las estrellas pasó de moda, esto es lo que usamos los piratas hoy en día.
Lilith sonrió.
Al fondo, usando un vestido verde, que resaltaba su cabello recientemente teñido y guantes blancos, Sandra miró a Bruno con los puños apretados – ¿qué cree que está haciendo?, tu amiga – volteó hacia Megan – ¡se volvió loca!
Megan los miró – hay dos personas, ¿por qué culpas a Lilith?
– Porque es obvio que Bruno no quiere estar con ella, apuesto a que su tía lo obligó, ella siempre abusa de su posición como “rosa”
A propósito, Megan manipuló las ondas de sonido que salieron de los labios de Sandra y las llevó a oídos de Karina Santiago, la anfitriona de la fiesta, después, se encogió de hombros indicando que no le importaba y dio la vuelta.
Sandra se sintió ofuscada – sí no me ayudas, yo le pondré un alto – giró y se topó de frente con Karina.
– Estoy curiosa, ¿de qué hablaban?
Sandra miró hacia atrás – nada.
– Niña, no te golpearon lo suficiente mientras crecías – dijo Karina acariciando la mejilla de Sandra – vuelve a criticar mis acciones y haré que uses una máscara por el resto de tu vida para cubrir las quemaduras que te haré en el rostro.
Sandra se asustó y salió corriendo.
Megan se escondió cerca de la mesa de postres, tomó una copa de helado y se recargó sobre una de las columnas, se suponía que su compañera en la fiesta era Lilith y no estaba siendo envidiosa, tal vez un poco, lo que la entristecía, era estar sola.
Armando apareció con una bandeja – dicen que la sangre va bien con el helado, ¡gustas otra bebida!
– ¿Cuánto de alcohol tiene la sangre!
– 2.8%, es básicamente refresco.
– Dame una botella.
La fiesta continúo, cerca de las tres de la madrugada Lilith se retiró, estaba cansada, con sueño y sus pies ya no aguantaban, subió los escalones descalza y llegó a la habitación, Megan ya estaba ahí, con las luces apagadas y las ventanas cerradas – buenas noches – susurró Lilith.
Megan tenía el sueño ligero, por eso despertaba en las noches, cuando Lilith se sentaba junto a la ventana, esa vez no fue la excepción, se despertó, tomó su celular y miró la hora – creí que el sol llegaría antes que tú.
Lilith negó con la cabeza – no me gusta desvelarme tanto y me tomará una hora quitarme todos los pasadores del cabello.
Megan recogió las rodillas para sentarse sobre la cama mientras Lilith continuaba quitándose los pasadores y arreglando su cabello – vi que estabas con Bruno, ¿hay alguna razón? – sus manos se apretaron debajo de las cobijas.
– Él me invitó – respondió Lilith, para ella también fue extraño – creo que esa fue su forma torpe de disculparse por ser un idiota desde que llegué.
– ¿Él te dijo eso?
Lilith volteó a verla – no precisamente, ¿por qué?
– Tengo tres años de conocerlo – dijo Megan – y jamás lo he visto disculparse, o pasando toda la noche con una sola persona, él es muy desapegado, no suele actuar de ese modo.
Lilith dejó de quitar los pasadores, tenía un extraño presentimiento, volteó a ver a Megan y ella ya había acomodado las cobijas para volver a dormirse.
La siguiente semana, tal y como Karina lo había prometido, los cinco formaron un equipo con la tarea de revisar los lugares reportados como embrujados, la primera ventaja de tener ese trabajo era la camioneta, mucho más grande y con espacio suficiente para que los cinco pudieran acomodarse, la segunda eran los viajes y la tercera era la práctica.
– Yo estoy aquí por el salario – dijo Armando – no estoy menospreciando el entrenamiento, pero mi motivación es el dinero – les guiñó el ojo.
Lilith se inclinó hacia el frente para mirar el camino, sí era posible, le gustaría sacar una licencia de manejo.
– Mi celular dice que era a la izquierda – dijo Sandra.
Bruno miró el espejo retrovisor – ¿dónde?
Megan miró por la ventana – sí vamos a la izquierda nos meteremos en el campo de maíz.
– Es lo que dice mi celular, ¿qué quieren que haga? – reclamó Sandra.
– Actuar como magos – respondió Bruno y cerró los ojos, su magia tomó la forma de un águila de tamaño mediano que salió por la ventana, voló por el cielo y encontró la casa a la que se dirigían.
Llegaron diez minutos después.
Bruno bajó de la camioneta y se paró delante de ellos – usaremos guantes, tengan cuidado con todas las superficies, busquen energía demoniaca con el método de su preferencia y a la primera señal, no griten, lancen una véngala, ¿quedó claro?
Todos asintieron, se pusieron los guantes y se prepararon para entrar.
Había muchas formas de detectar energía demoniaca, la más común era a través del tacto, los magos colocaban la palma de su mano sobre un objeto y con su magia, recorrían la superficie y bordes en busca de cualquier señal de energía demoniaca, el riesgo de ese proceso era que el demonio podía tomar ventaja de ese contacto y conectarse con el mago, para crear una ilusión.
Lilith no lo sabía, siempre pensó que el método del ministerio era acertado, después de llegar con los seguidores del abismo aprendió que había otras formas.
Los magos físicos creaban fibras de resonancia que se expandían hacia las paredes y regresaban con un silbido bajo en caso de detectar magia demoniaca, los magos mentales cubrían sus ojos con magia y venían el aura de los objetos, los magos controladores creaban una manifestación que recorría los pasillos y los ingenieros mágicos armaban radares para detectar la energía.
Aún con todas esas herramientas, entre más poderoso fuera un demonio, más difícil era detectarlo.
Lilith era una maga controladora, la parte física todavía le daba problemas y su método para detectar energía demoniaca era a través de pequeñas burbujas de jabón que cambiaban de color sí encontraban energía demoniaca, o al menos, debían hacerlo, la magia de detección era uno de esos hechizos que dominaba en teoría, no en la práctica.
– Lindo ovalo – se burló Sandra al pasar a su lado, porque la burbuja de Lilith, que debería ser redonda, era amorfa.
– ¡Olvídalo!, se pone pesada cuando las cosas no salen como quiere – dijo Megan y caminó a su lado.
– Lo sé – suspiró Lilith – ¿crees que encontremos demonios?
– Me preocupa más el tétanos, me tocaba la vacuna el mes pasado, fui al hospital y ¡oh sorpresa!, no hay vacunas hasta abril, sí vez que saldo huyendo, es por los clavos oxidados, no por los demonios.
Lilith sonrió – lo tendré en mente – dio un paso y su pie se hundió.
La estructura de la casa era tan vieja, que era increíble que se mantuviera estable, Lilith levantó el pie, había un segundo piso montado encima de un suelo de piedra lleno de moho.
– ¿Qué sucedió? – preguntó Bruno.
Lilith retrocedió – todo bien, no hay un sótano, solo fue una tabla mal puesta.
– Pudiste lastimarte, quédate abajo – dijo Bruno.
Por la impresión, Megan había sujetado el brazo de Lilith creyendo que ella caería y después de escuchar a Bruno la soltó – yo, iré arriba.
Lilith quiso seguirla, pero Bruno se interpuso.
– Ten cuidado.
– ¿Qué estás haciendo? – preguntó Lilith, bastante molesta – pise una tabla apolillada, eso fue todo, sí subo al segundo piso y el suelo se viene abajo me detendré con magia – agregó al ver que Bruno iba a decir algo – no es la primera vez que haces esto, has estado muy raro desde la fiesta de navidad.
Por seguridad, Bruno aisló la conversación acústicamente para que nadie más pudiera escucharla.
– Me tratas diferente a los demás y haces que se malinterprete – continúo Lilith – haces que parezca… – no era fácil decirlo – que te gusto, así que vuelve a ser el idiota que eras hace un par de semanas, ¡quieres!, porque esto me está molestando.
Bruno la miró fijamente – tu problema es que estoy creando un malentendido.
– Sí – alzó la voz.
– ¿Y sí no lo es?, ¿qué pasa si realmente me gustas?
Lilith se quedó sin palabras.
Una véngala estalló a la derecha de ambos, Bruno desactivó el escudo y buscó la fuente, era Sandra, que alzaba el brazo desde el segundo piso.
– Encontré algo.
– Ya voy – dijo Bruno – hablaremos luego – le susurró a Lilith y subió los escalones.
El objeto extraño que Sandra reportó, era una sábana.