Investigación Parte 2

1992 Palabras
“Primera regla de la demonología, los demonios mienten” Las mañanas de los domingos Román Vignon jugaba baloncesto en el jardín trasero de la casa, comenzó dos años atrás, cuando un médico le dijo que tenía un problema en las rodillas y necesitaría un bastón. Él respondió: eso no pasará, e inició con el ejercicio. – Ayer llegaste temprano – dijo al ver a Percival. – Renuncie. – Bien por ti – dijo y le lanzó la pelota – ¿cuál es el plan ahora? Percival apuntó al aro y encestó – mañana iré al ministerio de magia a postularme, hay una vacante en el departamento de demonología, después me transferiré a patentes. El señor Vignon suspiró. – Es un buen lugar. – Sí, el ministerio tiene seguro médico y un horario más flexible, es mejor que tú último trabajo – fue su turno de lanzar el balón – pero ya sabes lo que pienso, solo el sesenta por ciento de los magos usan artefactos, es un número muy reducido para una población en declive, en cambio. Percival ya sabía hacia dónde iba a la conversación. – La magia mental es la más lucrativa, diariamente miles de personas, magos, mundanos, jóvenes o ancianos, entran a una de nuestras clínicas sintiendo que algo les falta, y gracias a la terapia de hipnosis, salen con mayor seguridad, todo es cuestión de guiarlos correctamente a través de la magia mental – le pasó el balón – nadie en la familia, tiene tanto talento para la magia mental como tú, y decidiste estudiar ingeniería. Percival le lanzó el balón de vuelta – dijiste que me apoyarías con esto. – Lo hago, solo intento comprender porque te molesta la magia mental. Percival lanzó el balón, no quería discutir y prefirió quedarse callado y seguir jugando para ver cuánto tiempo su padre podía seguirle el paso. El señor Vignon se dio cuenta de lo que su hijo estaba haciendo y estaba dispuesto a demostrarle que era mejor. Pero después de veinte minutos, el salto le falló y la pelota golpeó la pared a treinta centímetros del aro, era demasiado para sus rodillas. – ¿Quieres que vaya por la silla de ruedas? – bromeó Percival. – Oye, estás mirando tu futuro, sí yo tengo problemas con las articulaciones, tú que tienes mis genes, los tendrás en veinte años, niño. Percival dejó de sonreír. Arriba Eva miraba desde el balcón y esperó a que su esposo y su hijo subieran para decir – tengo antojo de una hamburguesa, ¡cenemos afuera! ***** La tienda de antigüedades con el letrero “Bonel” en la parte de arriba estaba cerrada, solo de verla Lilith tenía una sensación incomoda, esperó a que su tío abriera el candado y entró detrás de él. – De acuerdo – dijo Lucios y se paró detrás del mostrador – ¿en qué puedo ayudarla? Lilith sonrió – voy a necesitar historia de la magia uno, psicología de la magia, hechicería nivel uno, demonología básica, alquimia nivel uno e introducción a los artefactos, que sean libros nuevos, por favor. – Lo lamento mi distinguida clienta, no tenemos libros nuevos, pero, le haremos un descuento del cinco por ciento. – Trabajé aquí cuatro años y eso es todo el descuento que me darás. Lucios se movió por las estanterías, todas estaban acomodadas correctamente, sin rastros de la explosión de energía demoniaca que ocurrió en ese lugar, apenas unos días atrás, después regresó con varios libros. Lilith los revisó, antes leyó muchos de los libros que estaban en la tienda, pero era la primera vez que los estudiaría – gracias, ¿cuánto será? – Son tuyos – dijo Lucios y le acarició la cabeza – buena suerte. Tener esos libros en sus manos le hizo recordar que todo fue verdad, realmente era una maga – gracias. – No te los estoy regalando, son un préstamo, el año entrante tendrás que traerlos de regreso. Lilith rodó los ojos – claro. – ¿Cuándo comienzan las clases? – En tres semanas termina el año escolar, un mes de vacaciones, tengo casi dos meses para perder el tiempo – suspiró –¿de verdad cerrarás la tienda? Lucios asintió – las finanzas no iban muy bien, hay muchas tiendas de magia y quiero tomar esta oportunidad para cambiarla un poco, Derek se ofreció a ayudarme, la locación es buena y hablaba en serio cuando dije que la convertiría en una posada. – La pared destruida será una buena decoración – señaló Lilith. Lucios miró hacia al espacio donde antes solia estar el espejo – lamento lo que te pasó, lo estuve pensando todo este tiempo, recordé todas las veces que subí y bajé esos escalones, y aún no puedo creer que tuviéramos una dimensión de bolsillo en nuestra tienda – se miró tantas veces en ese espejo, se peinó, maquilló y una vez revisó si le había picado un mosquito en la espalda, porque era un espejo, no un artefacto magico, lo extraño era – ¿cómo lo supo él?, el sujeto que entró a la tienda, dijo que venía a robar una pintura y luego se quedó para meterse en esa dimensión – miró la pared – ¿cómo lo supo? Lucios no lo había pensado, pero había una explicación muy obvia – la magia mental tiene diferentes tipos de aplicaciones, la visual es una de ellas, los magos que la desarrollan no necesitan tocar los objetos, ellos ven la energía mágica, pueden detectar una maldición con solo un vistazo, no necesitan que tomes una pócima para hacerla visible. Ese idiota debió ser un mago mental, y no hablemos sobre él – cambió el tema – ¿cómo te sientes?, no te veo muy emocionada, Lilith, eres una maga. – En mi familia ser mago es lo normal, crecer como mundana, ¡eso fue lo raro!, estoy lista para esto. – Veo que todavía no lo dimensionas – dijo Lucios y se recargó sobre el escritorio – todos tus compañeros de clase tendrán entre quince y dieciocho años. Lilith dejó de sonreír, las clases de introducción eran en nivel de preparatoria, a lo largo de tres años, entre las materias de lengua y comunicación, cálculo, talleres de cómputo, física y actividades artísticas y deportivas, los magos adolescentes aprendían las bases de la magia. – Esto apesta. – Había un adulto de treinta y cinco años en mi clase de la universidad, descubrió su vocación tarde y era su segunda carrera, todos lo llamábamos, “abuelo” Lilith recogió sus libros – te veo luego, suerte limpiando, tío – se despidió y cuando abrió la puerta de la entrada escuchó el tintineo de la campana. Pasó tantas veces por ese umbral, que olvidó que esa pequeña campana tenía la función de detectar la energía mágica. Tres tipos de personas entraban al mil trece de la calle Vignon y después de veintitrés años siendo parte del primer grupo; mundanos, hoy Lilith era una maga. Abrió y cerró la puerta un par de veces antes de irse. ***** El capitán Leblanc miró el curriculum de Percival, después a él – ¿qué te ofreció? – ¡Disculpe! – Antonio, ¿qué te prometió para que vinieras? Percival no quería responder, pero tampoco quería mentirle al hombre que sería su jefe en la entrevista de trabajo – dijo que podría trabajar en el área de ingeniería. El capitán Leblanc suspiró – pareces un buen chico, no dejes que te arruine, lleva esto a recursos humanos, ahí te darán tu identificación. – Gracias – respondió Percival. El proceso fue rápido, en menos de una hora tenía una credencial que lo acreditaba como empleado del departamento de demonología en el área de investigación, también tenía un pequeño escritorio pegado a la pared, una Tablet y un reglamento impreso que debía memorizar. Antonio estaba en su oficina, ordenando documentos y acomodando la pared – llegaste temprano, ¿tuviste algún problema? – preguntó al verlo. – Todo bien, pero descubrí algo interesante, usted es muy famoso, no de una buena forma – lo señaló con la mirada. – ¿Cuál fue tu primera pista? – Todas las personas que me atendieron dijeron cosas como, ¡buena suerte!, ¡no escuches lo que te diga!, ¡lástima, te vez tan joven!, ¿qué fue lo que hizo? – El mago que está llevando el caso se llama Julián Tellez – dijo Antonio negándose a responder la pregunta y Percival se sentó para observar la pared – él tiene el espejo, limitó el acceso y no podremos acercarnos hasta que sea seguro, en el primer reporte lo dataron en el siglo XV. Según Julián, el espejo tiene un dispositivo anti robo, que se basa en la permanencia, la chica de la tienda, ¿cuánto tiempo estuvo en el espejo? Percival no tenía la respuesta. – Revisa tu celular, mide el tiempo entre la llamada que le hiciste desde tu trabajo y después en la tienda. – ¡Cierto! – exclamó e hizo cuentas mirando los horarios de las dos llamadas – veinticuatro minutos. Antonio anotó la cifra – tú estuviste alrededor de ocho minutos, yo quince, entonces Paul estuvo entre cuarenta y cinco, y cincuenta minutos, esa noche Ana y yo trabajamos por tres horas – escribió el nombre muy lentamente – al día siguiente, ella llegó antes, estuvimos dos horas y – recordó el momento en que la encontró recostada sobre el suelo – eso me da un total de cinco horas y quince minutos para mí, Ana estuvo más tiempo, el mecanismo se activó y la mató. – Es mucho tiempo – pensó Percival en voz alta. – Demasiado – dijo Antonio – sí quieres evitar que alguien te robe, tus defensas deberían actuar enseguida, no tomar tanto tiempo. Y la muerte es una consecuencia muy extrema, lo que sea que guardaban ahí, era suficiente para justificar el asesinato. Percival miró los tiempos, luego el resto de la pizarra – ¿qué significa “ansiedad”? Una de las fotografías del interior del espejo estaba pegada en la pizarra y Antonio le escribió esa palabra – es lo que sentí cuando estaba dentro del espejo, Ana, mi compañera, dijo que había algo que no le gustaba – de haberla escuchado, habrían investigado un poco más antes de volver a entrar. – Podría ser, que se quedó sin batería – pensó Percival en voz alta – las pilas ya existían en la edad media, se llamaban núcleos, eran como esferas de cristal de este tamaño, se colocaban en el centro del mecanismo y sí se quedaban sin magia, la drenaban por contacto, es lo que explicaría la ansiedad. En la edad media no tenían la tecnología para fabricar núcleos a gran escala, por eso los hacían recargables, aparte era muy complicado sacarlos, desarmé uno en clase y me hice un corte en la mano. – Espera – lo detuvo – dices que el artefacto drenó nuestra magia, se auto recargó y entonces, se activó. Percival asintió, luego dudó – era la época dorada de la magia, todos los magos tenían sus métodos y no los compartían, para estar seguro tendría que entrar al espejo, no me obligará a hacerlo, ¿cierto? – No – respondió Antonio, pero las palabras de Percival lo hicieron dudar, sí era cierto y el núcleo del artefacto se recargaba, entonces cinco horas no era el tiempo correcto – Julián tiene a todos los ingenieros del departamento trabajando en esto, él se encargará – anotó el nombre – sobre la chica, ¿averiguaste algo? Percival no se sentía muy cómodo respondiendo – está ocupada, entrará a la academia después de las vacaciones de verano. – Esa noche dijiste que era una mundana. – Lo era, fue a una exploración y le dijeron que tenía una maldición, su talento fue sellado, ahora es una maga. Antonio dejó de escribir – ¿cuándo pasó eso?
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