Investigación Parte 3

1980 Palabras
Paul volvió a su departamento con un paquete de cervezas y una pizza, era tarde, puso la pizza en la mesa, las cervezas en el refrigerador, se sentó en el sillón y se quitó los zapatos para descansar los pies, lo último que hizo fue ir a la habitación y mirar el colgante que estaba sobre la mesa y que parpadeaba con una delgada luz roja. – ¡Maldita sea! – exclamó y corrió para tomarlo, lo que necesitaba ahora era una superficie que pudiera usar como medio de transporte y que se relacionará con la habitación, ya lo tenía preparado, días atrás compro un cristal con dimensiones similares a las vitrinas que guardaban las muñecas. Todo estaba listo, descubrió el cristal, colocó el colgante en la parte de arriba, sacó un núcleo de su mochila y lo colocó frente al cristal. – Vamos, vamos – repitió en voz alta esperando que la luz del colgante iluminara todo el cristal, después de dos minutos el colgante emitió un pequeño sonido de “clic”, el mecanismo dentro le dijo que había llegado el momento, se preparó, metió su mano a través del cristal y buscó el piso para apoyarse, pero estaba más lejos de lo que recordaba, lo intentó una vez más y una mano lo sujetó de la muñeca. Del otro lado estaba el cuarto de interrogación, Julián Tellez, investigador a cargo y el capitán Leblanc. Paul cayó al suelo golpeándose el hombro – ¡ah!, creo que me rompí un hueso. – Estarás bien – le dijo Julián y lo levantó por la espalda. Paul no perdió tiempo, apretó sus manos en puños tratando de forzar una corriente de energía y al mirar hacia abajo, no pudo sentir su magia. El ingeniero Medellín preparó la habitación antes de su llegada, no se podía utilizar magia y a falta de ella, el capitán Leblanc golpeó a Paul en el estómago – por si acaso – le dijo a Julián. Entre los dos le pusieron las esposas y lo sentaron en la silla. Paul miró la pared en dónde estaba la otra parte de su colgante y maldijo entre dientes. – Comencemos, como sabrás hay una línea blanca que divide la habitación – dijo Julián – impide que las personas de tu lado, mientan, dime, ¿cuál es tu nombre? Paul se mordió la lengua. Julián lo sujetó de la barbilla – eso no te matará, pero con tu higiene bucal, apuesto a que tendrás una infección, ¿quieres jugar así?, o, ¿quieres descubrir lo que hay dentro del espejo? Paul subió la mirada. En una de las conversaciones que Julián tuvo con Antonio, le dijo algo que lo dejó pensando, el hombre identificado como “Paul”, planificó ese robo, investigó la tienda por adelantado, sabía qué día la empleada de la tienda estaría sola, también sabía que era una mundana, que había defensas mágicas que ignorarían actos mundanos y conocía la ubicación del espejo, además, de acuerdo a la declaración de la empleada, usar un demonio fue una táctica de distracción, estaba claro que no era un seguidor del abismo, él quería algo del espejo. Paul tragó saliva – ese tipo de allá me mira como si quisiera matarme, hablaré, sí sale de la habitación. Julián miró hacia atrás, pidiéndole en silencio a su capitán que dejara la habitación por el bien del caso. Pasó un minuto, Paul giró la cabeza para tronarse el cuello – no me gusta lastimar a las personas, no es lo que hago. – Te creo – dijo Julián – exponer a una mundana a que su alma sea devorada por un demonio, no cuenta como lastimar. El hechizo de la verdad se basaba en los sentimientos de las personas, no en la verdad absoluta, Paul podía golpear, dañar, torturar y asesinar a quien fuera, y seguir diciendo que no le gustaba lastimar a las personas, porque él realmente lo creía. – Tu nombre. – Valentín Cardenal – dijo Paul, revelando su verdadero nombre. – ¿Cómo supiste del espejo? – Larga historia, dejé una pizza en mi habitación, tráeme la cena y te contaré. Julián deseó golpearlo – esto no es un restaurante, lo preguntaré de nuevo, ¿cómo supiste del espejo? Valentí tuvo dolor de cabeza por no responder – fue mi hermana, ella lo encontró. – ¿Cómo se llama tu hermana? – Valentina – sonrió Valentín – mi padre era un egocentrista, mi hermana nació primero y pensaron que sería la única, así que le dio su nombre, luego nací yo y no le importó nombrarme igual. Hace unos cuarenta años mi hermana conoció a una mujer, Martha Bonel, ella le dio toda la información del espejo, la ubicación, la tienda, a cambio, mi hermana que trabajaba en la notaría, tenía que pasar una demanda por invalidación de testamento. Del otro lado del espejo el capitán Leblanc envió a uno de los investigadores a buscar el nombre de Valentina Cardenal en la base de datos y Antonio usó telepatía para enviarle un mensaje a Julián. “Martha Bonel es la hija del primer dueño de la tienda de antigüedades, la demanda fue aprobada, por eso la tienda permaneció cerrada por veinte años” – Una noche mi hermana salió de casa, ella tenía treinta, yo catorce, no se llevaba bien con mis padres, así que solo se despidió de mí, dijo que necesitaba salir un momento y que volvería más tarde, antes de que yo me fuera a la escuela – suspiró – esa fue la última vez que la vi. Busqué a la mujer con la que se reunió, la vi muy brevemente, así que entrené magia mental para estar seguro de que su rostro jamás se borraría de mis recuerdos – señaló su cabeza – funcionó, treinta años después volví a verla – sonrió con malicia – fue un hueso duro de roer, pero conseguí que me contara lo que pasó – sus ojos lagrimaron – ella dijo que esa noche fueron a la tienda, estaba cerrada gracias a la demanda, entraron al espejo, buscaron aquí y allá, luego algo pasó, mi hermana se desplomó sobre el suelo – dio un golpe con la palma de la mano sobre la mesa – su corazón se detuvo o le estalló el corazón, esa mujer no se ponía de acuerdo, trató de reanimarla, no funcionó y se fue de la tienda, dejó a mi hermana dentro del espejo – una lágrima bajó por su mejilla. Todos los que escuchaban relacionaron la historia con lo que le pasó a Anna. – No le creí, a las personas no se les detiene el corazón, menos a los treinta, ella juró que era verdad, así que fui a la tienda un par de veces, el dueño era un hombre joven y había una niña corriendo por todos lados, me metí un par de veces para entrar al espejo y no pude, la vieja no me dio toda la información, me ocultó que en la parte de arriba del espejo hay un seguro, lo giras y la entrada queda sellada, tuve que pagarle para que me enseñara a abrir el espejo, ella es la verdadera criminal, no tengo pruebas, pero estoy seguro que ella sabía sobre el espejo y usó a mi hermana como carne de cañón. Esa teoría no era necesariamente cierta, pero era lo que Valentín creía, por eso el hechizo no le impidió contarla. – Entraste a ese espejo, a buscar a tu hermana. Valentín asintió – era lo único que quería. Encontrar su cuerpo y sacarlo de ese lugar, supe que el dueño iba a irse de viaje de bodas y dejó a su sobrina cuidando la tienda, así que esperé a que ella se fuera a casa, pero la maldita niña se quedaba a dormir en el piso de arriba – se rascó la cabeza – pensé en aislar el sonido abajo, luego su celular sonó, así que improvisé, entonces llegó ese idiota, el demonólogo – escupió – ya he tratado con personas como ustedes, supuse que sí usaba un demonio como distracción todo estaría bien, la chica estaría fuera de peligro porque el demonólogo la protegería, es lo ustedes hace, priorizan a las víctimas por sobre los delincuentes, no tenía idea de que ustedes enviarían a un idiota, dejó a la chica y volvió por mí, no me dio tiempo de encontrarla. Antonio lo tomó como un cumplido. – Respondí sus preguntas, tienen el espejo, quiero el cuerpo de mi hermana, merece que la entierre con nuestros padres. Julián golpeó la mesa con las yemas de los dedos – te daremos su ropa, no podemos devolverte el cuerpo. – ¡Qué!, ¿por qué? – La habitación es una bóveda de seguridad, está diseñada para matar todo lo que entra, drenar su energía, hervir sus fluidos y pulverizar sus huesos, el cuerpo de tu hermana, ya no existe – lo dijo con poco tacto y se levantó – por cierto, tomará tiempo que sea seguro entrar al espejo, después tenemos que inventariar toda la ropa, quizá te demos las pertenencias de tu hermana en un par de años. – Espere – dijo Valentín y también se puso de pie, había mucho que quería decir, pero no encontraba las palabras y seguía del otro lado de la línea blanca. Julián lo miró fijamente, podía ver la forma en que Valentín separaba los labios e intentaba hablar – si sabes algo del espejo que nos ayude a entrar más rápido, veré que la ropa de tu hermana sea la primera que saquemos. Valentín negó con la cabeza – mi hermana era la que sabía, tenía notas en su libreta, supuestamente la habitación venía de Malea, era un cuarto rescatado antes del hundimiento, lo guardaron dentro del espejo, lo enviaron vía marítima y después lo perdieron, mi hermana lo encontró, los libros contienen magia antigua y había muchos demonios. – Tu hermana era una seguidora del abismo – dijo Julián. Valentín tenía los ojos humedecidos – no era uno de esos locos, jamás le hizo daño a otra persona, ni participó en uno de sus cultos, a ella le fascinaba la historia, no se suponía que iba a morir de esa forma, solo tenía treinta. – Solo tenía veinticinco – pensó Antonio y salió al pasillo. Julián hizo lo mismo – necesito respirar, lo dejé dibujando el seguro del espejo, le ayudará a nuestro experto a entender cómo funciona. – Aún nos falta el demonio – dijo Antonio – el que contrató al abogado. – Tenemos otro equipo investigando, pero no hay evidencia de que haya sido un demonio, de momento, arreglaremos el asunto del espejo y levantaremos cargos contra este imbécil. Y tú, vuelve a casa, tu turno terminó hace horas. Antonio apretó las manos en puños – no lo dejaré así, Anna murió por un artefacto construido hace seiscientos años, no podemos dejarlo como un caso de accidente en el trabajo. Julián levantó la mirada – ¿qué quieres que haga?, él no la mató, no puedo culparlo por que nuestros ingenieros no descubrieron que el espejo era peligroso, ese fue un error colectivo que no podemos reparar, debemos seguir adelante y eso incluye recordarla, no satanizar su muerte. Antonio no pudo creerlo – yo estaba con ella, pude ser falleciera, ¿qué se supone que debo hacer ahora? – Madurar – dijo Julián con dureza – hacer tu trabajo, actuar como un profesional, elige, cualquiera de esas me sirve – peinó su cabello hacia atrás – tengo un espejo que podría venir de la universidad de Malea, ¿tienes idea de cuántas llamadas tendrá que hacer el capitán?, justo después de perder a su sobrina, él está haciendo su trabajo, sé razonable y deja de incomodar a los demás – dijo antes de irse.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR