Ese día, Bruno estaba en su faceta de “maestro”
– Los cristales – tomó una esfera hecha de cristal que parecía una canica – tienen una baja adherencia, pero son fáciles de romper, se utilizan para hechizos de un solo uso, las sacas del bolsillo, la arrojas al suelo y listo, sí es guardado de la forma correcta, para eso tenemos un medidor y un proyector, todo hechizo que guardes en un cristal, primero tiene que ser verificado, ¿de acuerdo?
Lilith asintió – ¿venden eso en las subastas? – preguntó, al imaginar un grupo de personas en rededor de una canica colocada encima de un cojín rojo.
Bruno lo encontró muy gracioso – no, estos son productos desechables, se usan para almacenar hechizos de bajo nivel, imagina que te están persiguiendo, doblas en una esquina, arrojas esto al suelo y creas una nube de humo rosa, para cubrirte.
– Ok, ya lo entendí.
– Bien, el cuarzo es el material de los amuletos, cada pieza es pequeña y para activar el hechizo se requiere una reacción en cadena, eso evita que se active por accidente, su duración es más larga y son fáciles de esconder – remangó su camisa para mostrar un brazalete de cuero con tres piezas de cuarzo.
Antes, Lilith imaginó una pequeña pulsera de alambre delgado con cuarzos entrelazados, pero el brazalete de Bruno era muy diferente. Más sofisticado.
– La otra ventaja del cuarzo, es que puedes comprarlo y venderlo sin problemas, es una de las cosas más importantes, nosotros tenemos tres tiendas en el centro, una casa de empeño que es administrada por mi familia, una tienda de joyería y bisutería que pertenece a los Santiago, ellos se encargan de la compra y venta de cuarzos y materiales para amuletos, y una tienda de ropa, administrada por la familia de Sandra, pagamos impuestos, seguimos las leyes, y gracias a todo eso, nos mantenemos en el anonimato.
Lilith aún miraba el brazalete y Bruno tomó su mano.
– ¿Qué piensas?
– Me gustan – en la tienda de su tío, aprendió a coser muñecas para venderlas a los estudiantes de la academia, y ese brazalete despertó su creatividad – ¿puedo aprender?
– Es por eso que estamos aquí, presta atención. Ahora, los hechizos encapsulados que más se venden son; las prisiones, creas cinco cadenas y las metes en una esfera, es lo más útil si estás siendo perseguido por un demonio o sí quieres detenerlo, también los amuletos de protección, colocas una barrera en un cuarzo y acumulas tres, cinco, u ocho, son números fijos, los brazaletes que no cumplen este principio son menos efectivos.
Lilith golpeó la mesa, sus clases de diseño no estaban del todo olvidadas – son números de la secuencia Fibonacci.
Bruno asintió – lo son, muchos de los hechizos usados por los seguidores, los adoptamos de las brujas, ¿recuerdas el altar de la iglesia?
¡Cómo olvidarlo!, Lilith tenía sus sesiones en ese lugar, ahí los magos de la iglesia la ayudaban a tomar la energía demoniaca de Harret – sí, lo recuerdo.
– Observa el suelo la próxima vez que vayas, hay una espiral, nos ayuda a enfocar la energía y facilita el trabajo de absorción.
Lilith entendió esa parte, sin embargo – pensé que las brujas no querían a los magos.
– Tal vez porque ellos las persiguieron, torturaron y asesinaron, nosotros somos diferentes – explicó Bruno – a los magos tradicionales les gusta discriminar, para ellos, las brujas, los demonios y los seguidores del abismo, todos somos existencias inferiores, fueron ellos quienes crearon esa palabra, “demonios”, para referirse a las almas de los magos que se negaban a irse, fue su forma de deshumanizarlos.
Lilith nunca lo había visto de esa forma – y, las brujas, ¿cómo son?
Bruno sonrió – no lo sé, jamás las he visto, creo que había un grupo viviendo aquí cerca, no es información que mi abuelo comparta con el resto de la familia – lo dijo con un poco de enfado – sigamos, el tercer hechizo que más se vende…
*****
– Te quedarás ciego sí sigues mirando – dijo Antonio.
Percival había repasado las líneas de los patrones tantas veces que ya prácticamente tenía el trazo memorizado y sí cerraba los ojos, podía ver las líneas brillando en el espacio.
– Tiene que haber una forma, la clínica Green Heart lo consiguió, fracasaron después, pero lograron traspasar el alma de un cuerpo anciano a un cuerpo joven, eso significa que el método para el traspaso sigue existiendo y también, la forma de adherirse a un objeto – giró muy lentamente – el demonio en su tobillo…
– Ni lo pienses.
Percival volvió a girar y regresó la vista a los patrones, al comienzo intentó encajarlos en los bordes, pero no coincidían, después se fijó en las esquinas, separó el diseño de la caja de música en sus formas básicas, lo dividió por partes y separó las líneas.
Terminó con muchas hojas en el bote de basura.
– Hazme un favor – dijo Antonio – cumple el trabajo por el que te están pagando, la caja a tu derecha, va a eliminación.
Percival resopló, apartarse de la pizarra no era mala idea, tomó la caja y abrió la puerta usando su magia – ahora vuelvo – caminó por el pasillo hasta el departamento de eliminación.
Oscar abrió la puerta – pasa.
Percival puso la caja sobre la mesa y Oscar fue revisando.
– ¿Desde cuándo tienen esto?
– Un par de semanas.
Oscar lo miró fijamente – no espero mucho de tu jefe, pero tú tienes que estar al pendiente, hay un protocolo, objetos demonizados no pueden quedarse mucho tiempo en las oficinas, las bolsas de evidencia tienen magia para evitar que los demonios salgan, pero no son cien por ciento efectivas, no dejes que tu jefe las acumule en la esquina, va en contra de las normas de seguridad.
– Tendré más cuidado de ahora en adelante – dijo Percival.
Oscar lo miró, después pasó la mirada por la mesa – tengo que reportar esto, pero no quiero perjudicarte a ti o a Antonio – se aclaró la garganta.
Percival no entendió de qué hablaba, siguió su mirada y vio el vaso sobre la mesa – ¿quiere un café?
– ¡Ya que insistes!, trae también unas donas.
Veinte minutos después Percival regresó al séptimo piso cargando un café y un paquete de donas, el departamento de eliminación tenía la luz roja encendida, tocó y esperó a que la puerta se abriera.
– Por este lado – dijo Oscar.
El escáner estaba encendido y la máquina de proyección mostraba la imagen de un libro junto con el patrón del alma del demonio, Percival dejó el café sobre la mesa.
Oscar se movió en su silla – gracias, es difícil salir de aquí, les he dicho cientos de veces a la administración que este departamento necesita dos personas, pero siguen diciendo que no hay presupuesto, cuando yo me jubile – habló mientras comía – tendrán aquí a tres personas y se darán cuenta de todo lo que hago.
Percival asintió – sin duda, para entonces apreciarán sus esfuerzos y será muy tarde. Buen provecho – agregó y prestó atención a la luz del proyector junto al escáner, este mostraba una imagen muy clara y diferente a la que Percival veía, y la razón era tan obvia, que quería golpearse la frente contra la pared. Las imágenes impresas eran bidimensionales, pero el alma de los demonios era tridimensional, no eran líneas, sino formas, que vistas desde arriba parecían garabatos, y vistas desde un costado eran – medusas.
Una gran cabeza redonda, y tentáculos conectados a las uniones de un objeto.
– Disculpe, dice que este departamento necesita dos personas, yo podría quedarme por unos días.
Oscar dejó de comer – ¿eh?
– Hablaré con mi jefe, así usted podrá salir a comer y yo me quedaré a continuar el trabajo.
– ¿Sabes eliminar demonios?
Era un ingeniero mágico, obviamente – no.
Oscar miró la comida y después a Percival – no es tan difícil, te diré algo, habla con tu jefe primero, arregla lo de tu horario y te enseñaré el proceso.
*****
Bruno estacionó la camioneta y abrió la puerta del copiloto usando su magia, porque Lilith tenía la costumbre de abrirla antes de que él llegara.
Su tío Gabriel Santiago, tenía una tienda de bisutería en una calle muy concurrida, había vendedores de toda clase, con peluches, comida, fruta e incluso calcetines, la puerta era pequeña, de cristal y con un letrero que tenía la silueta de una mujer usando grandes aretes, algo en ese diseño le recordó a su tía.
– Tienes que empujar la puerta – dijo Bruno.
Lilith rodó los ojos y entró.
La tienda era muy pequeña, sí la comparaba con el lugar donde creció, pero era linda, con muchos adornos y una mesa rectangular de cristal, donde estaban las piezas. Aparte de ellos había otros dos clientes.
– Bienvenidos – saludó Alfonso – por aquí – levantó una de las vitrinas para que los dos pasaran.
Atrás del mostrador había una escalera de caracol muy delgada, Lilith se sujetó del pasamanos para subir y vio el segundo piso.
– Este es el taller – le explicó Bruno – el señor Santiago llegará en un rato, él sabe dónde están todos los materiales y las herramientas, no es muy complicado, una vez que aprendes el proceso – se sentó en un banco – ¿estás segura de eso?
Lilith giró para verlo – ¿no te gusta la idea?
Bruno se encogió de hombros – es parte del negocio y tu empleo actual te da muchos días libres.
Buscar puntos calientes y analizarlos requería que alguien fuera a la iglesia, pidiera hablar con Pandora y le contara en confesión, de algún sitio, casa u objeto que la hiciera sentir nerviosa, era cuando el grupo de ellos cinco se involucraba.
Y ese era un mes flojo.
En su tiempo libre Sandra ayudaba a su madre en el taller de costura, Armando buscaba ubicaciones para el negocio que quería iniciar, Bruno daba clases o ayudaba a su padre con la administración de la tienda y Megan tenía sus propios pasatiempos, Lilith era la única que no tenía otra cosa que hacer y quería cambiar eso.
– Estoy segura – respondió – ¿qué es lo que te molesta?
– Tienes mucha capacidad mágica, en lugar de estar aquí armando brazaletes, me gustaría que encapsularas hechizos, Sandra y Megan tienen una taza de efectividad muy baja, Armando ni siquiera lo intenta y mi primo siempre está de viaje, sí tú te sumas al equipo, tendremos más amuletos para vender, y apuesto que de mejor calidad – se levantó – piénsalo, también puedes aprender manualidades, no es del todo una pérdida de tiempo, pero me gustaría que eligieras crear los amuletos, no armarlos – la abrazó.
Antes, Lilith pensó en contarle a Bruno que en su anterior trabajo aprendió a coser muñecas, pero después de escucharlo se sintió un poco avergonzada – puedo intentarlo.
– Genial – dijo Bruno – sí empiezas ahora no llegarás a tiempo a la convención de este año, será el siguiente, hasta entonces, tienes que practicar.
Lilith asintió.
Una semana después Megan, Sandra y ella se reunieron en un salón con una espiral dibujada sobre el suelo.