Lilith tenía el juguete en las manos, parecía tonto y sabía que Percival se burlaría, pero, extrañamente tenía mucho sentido. Si inclinaba el juguete demasiado, la esfera se iba hasta el fondo y si lo hacía muy lento, se quedaba quieta o se regresaba. Controlar el poder mágico era similar, en teoría. Una pequeña cantidad de magia encendía una vela, demasiada, comenzaba un incendio, por eso sus padres le dieron un brazalete para anular su talento, no querían que ella le prendiera fuego a la casa. – Enseñarme sería más fácil – pensó en voz alta. El portón de la entrada se abrió, Lilith se levantó y abrió la puerta para recibir a sus padres. La profesora Santiago la miró de arriba abajo – ¿saliste? – Fui al museo, ¿me llevaron cuando era más pequeña? Su padre asintió – tu abuelo te llev

