ENTRE VERDADES Y SILENCIOS

872 Palabras

ENTRE VERDADES Y SILENCIOS Leander no se movió. Después de esa confesión, después de pronunciar el nombre que había quedado flotando entre ellos como un espectro, Altea pensó que él se marcharía, que la dejaría a solas con la herida abierta. Pero no lo hizo. Se quedó allí, en medio de la habitación, con los puños cerrados y la respiración agitada. El silencio se estiraba, como un lazo que ninguno de los dos sabía cortar. —Deberías descansar —dijo Altea finalmente, girándose hacia la ventana para no mirarlo. Su voz sonó firme, pero en su interior ardía un torbellino que la consumía. —No me iré —replicó él, con tono bajo, decidido. Dio un paso hacia ella—. No así. No después de esto. Altea apretó los labios. Una parte de ella deseaba que se fuera; otra quería que se quedara hasta que no

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