— ¿Por qué sigues comiéndote la cena de bienvenida? — Valeria sigo masticando.
Después de haberse enterado de lo que estaba ocurriendo con sus amigos (gracias a su hermana) y de haber perdido la compostura por unos segundos, Valeria se refugió en la comida. Desde que llegó a las instalaciones, no dijo una sola palabra, se sentó sobre una mesa con comida lista y comenzó a comer silenciosamente.
— ¿No es evidente? No habrá ninguna cena de bienvenida. — Le respondió con un tono vacío a Ivana, su amiga chef / vampiro.
— Debe ser una broma. — Se pegó la frente. — Estaba esperando aprovechar esta oportunidad para que el Rey aprobara mi solicitud de traslado al mundo humano. — Se quejó.
— ¿Quieres un poco? — Le ofreció a Carmen, una de las subordinadas que estaba casualmente en la cocina en ese instante. — ¿No quieres? — Volvió a preguntar al ver que la vampiresa dudaba en recibir el alimento ofrecido.
—
¡No seas tonta! — Ivana le dio un golpe en la cabeza a Valeria. — No porque tú puedas digerir alimentos humanos, significa que tus subordinados puedan. ¿Recuerdas?
— Discúlpeme, Princesa…— Carmen no sabía exactamente como continuar ya que no había hecho nada, técnicamente hablando.
— No, perdóname a mí, estoy tan pérdida que casi consigo te intoxiques. — Se retractó Valeria.
Y es que, por muy irónico que sonara, solo los vampiros de primera línea podían adaptar su sistema de acuerdo a la especie con la que frecuentaban; sin embargo, para que el resto de vampiros lo hiciera tomaba tiempo y riesgo de intoxicarse. Era el caso de Carmen que no había tenía contacto alguno con los humanos hasta ese momento, por ende, tampoco con los alimentos de ese mundo, era como un experimento riesgoso con un 99% de probabilidad de fallo.
— ¿Me dirás qué pasó? — Le preguntó la chef a Valeria, la veía muy contrariada.
— Mi padre, eso es lo que pasa. — Suspiró antes de bajarse de la mesa, y se dirigió a Carmen. — Hazme un favor, mi hermana está en la habitación real del ala norte, llévale el banquete guardado para ella. — Miró a su amiga. — Gracias por hoy, hablaré con mi padre de tu traslado.
Se despidió con las manos y desapareció. Se transportó hasta el despacho de su padre y ahí se mantuvo esperando, analizando lo que debía decir para no alterarse, no alterar a su padre y poder encontrar alguna información valiosa. No lo logró, estaba demasiado inquieta y su padre seguía sin aparecer.
¿Qué era lo que estaba pasando? Por lo poco que sabía, los chicos estaban en problemas, no sabía cuál era el grado o lo que había causado todo eso. ¿Qué estaba pasando? Antes de irse del castillo dejo a un Erick malhumorado por la noticia de su nueva misión en el mundo humano, pero su hermana no parecía tener algún daño, además, era imposible que Erick dañe a un ser humano por mucho que estos no fueran de su agrado.
— ¿Qué rayos está pasando aquí? — Se preguntó un tanto cansada. Cerró los ojos.
— Muchas cosas han pasado desde que te fuiste, — su padre estaba frente a ella al abrir los ojos— por eso siempre te digo que no puedes estar descuidando tanto tiempo tu posición.
— Ya estás aquí. — Murmura. — Tienes mucho que explicar.
— Cuidado como te diriges a tu Rey, princesa Valeria. — La nombrada tiró de sus brazos, golpeando el aire. Exasperada.
— ¡Ay, ya papá! — Se quejó. — Necesito saber que está pasando con mis amigos, ¿por qué no los he visto? Y, ¿por qué Anna está diciendo todas esas cosas de ti? — Klauss no supo que decir. — Esto puede durar toda la noche o solo minutos, está en ti.
— Están en prisión. — Habló al fin. Valeria pestañeó varias veces sin creer lo que estaba escuchando.
— Perdón, ¿qué? ¿quién está en prisión? — Volvió a intentar.
— Ellos. Becher y Withemore. — Hizo mención de ellos olvidándose de sus títulos.
Valeria arrugó la frente tratando de entender las palabras de su padre. Ese lugar espantoso dónde estaban encerrados los mayores infractores de la ley… Su padre le estaba diciendo que lo más cercano que había formado a una familia estaba siendo castigada de esa manera. ¿Por qué? No tenía sentido como tampoco tuviera sentido que su corazón se agitara de la manera en la que lo estaba haciendo.
— ¿Qué…? ¿Qué rayos ha pasado para que merezcan ir a la cárcel? Mi hermana esta en completo buen estado y hasta donde tenía entendido, esa era la misión. — Bramó.
— Valeria no seas tan emocional, tú no eres humana, compórtate como un vampiro. — Le pidió su padre.
— Tampoco soy vampiro del todo, ¿no lo recuerdas? — Klauss exhaló frustrado por tanto drama. — Ellos… Esos hombres que encerraste…— Apuntó con todo su brazo hacía el edificio que representaba la prisión vampírica. — Son parte de mi familia y tú lo sabes, sabes en que momento los conocí y sabes lo importante que son para mí; aun así, ¿te atreves a condenarlos sin ponerme al tanto? ¿sin hacer un juicio formal siquiera? — Conocía las leyes y si su padre no había respetado los procesos era porque tramaba algo. — ¿Qué estás planeando para yo me haya tenido que enterar de esta forma?
— Voy a ejecutar a Withemore, a su aliado se le dejará libre luego de un buen castigo. — El enojo comenzó a notarse en la mirada de la vampiresa.
— ¿Por eso me lo ocultaste? Sabes que no lo voy a permitir, ¿por eso me lo ocultaste? — Se acercó a su padre. — Voy a hacer todo lo que este en mis manos para detenerte, iré incluso al mismo consejo a condenar tu abuso de autoridad. — Lo amenazó.
— ¡Yo también soy tu familia! Pero, ¿las dos salen en favor de unos vampiros que ni siquiera pertenecen a nuestro linaje? — Klauss le pegó al escritorio y lo derivó al instante. — Yo también soy tu familia, también me siento dolido por la traición de mis mejores soldados, pero ¿por qué ninguna de mis hijas trata de preguntarme como me siento? Solo estoy tratando de protegerlas.
Valeria no dejó que hablara más y tocó su frente, alivió el rencor que sentía su padre y en el proceso entendió toda la situación desde el punto de vista de Klauss. Cuando estaba sospechando que algo pasaba con los informes y encontró el problema en la mente de su más preciado soldado, explotó; aunque Klauss no se diera cuenta, era el único que no veía la situación de manera racional.
Klauss siempre fue un vampiro culto y sabio, no solía descomponerse con nada, parecía tener solución a todo. Es por ello que todos confiaban en él. Sin embargo, ahora, que se veía atacado, parecía frágil al entender que su único apoyo (sus hijas) no estaban de su lado, muy por el contrario, lo único que hacían era juzgarlo.
Valeria se quedó con él por un rato más mientras le contaba la situación de Rachel, que ella ya sabía gracias a los propios recuerdos del mismo Klauss, luego lo llevó hasta su habitación; lo dejó dormido, agotado por el intercambio de información y por toda la situación durante todo el día, quedó seco.
— Yo hablaré con ella, papá. — Le susurró.
Valeria siempre había admirado a Klauss, él le había enseñado muchas cosas que ella valoraba y de las cuales estaba orgullosa; así que cuando se enteró de toda esta situación con los muchachos, no entendió que estaba fallando con su padre. ¿Por qué actuaba de una manera totalmente irracional? Luego de ver sus recuerdos lo entendió, no lo justificaba ni lo apoyaba, pero entendía por lo que estaba pasando.
>.— Por fin, te encontré.